Pasado mañana, en el Benemérito Instituto Normal del Estado (BINE), un grupo de incondicionales de Darío Carmona García le ofrecerá una despedida como titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), y probablemente ese mismo día en la colonia La Paz se inaugurará una oficina que ha montado el funcionario para realizar operación política en el estado de Puebla.
Esa oficina, que se denominará algo así como centro de enlace y resolución de conflictos laborales en la SEP, tendrá dos objetivos, uno inmediato y otro de mediano plazo, los cuales serán:
1. Empezarle a hacer sombra al nuevo secretario de Educación Pública, Luis Maldonado Venegas –quien tomará protesta el próximo martes–, con la intención de aglutinar a los sindicatos de reciente creación que surgieron en institutos y universidades tecnológicas, además de captar a todos los profesores que tengan algún tipo de conflicto con la SEP.
Más allá de buscar soluciones a problemas laborales o políticos de profesores con la SEP, se sabe que esa oficina será utilizada para exacerbar los conflictos que surjan en el ámbito educativo y con ello debilitar la gestión de Luis Maldonado, y en general golpear la imagen del próximo gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas.
2. Dicha oficina también servirá para ir agrupando a supervisores, directores escolares, jefes de Corde y sindicatos independientes al SNTE, en torno al proyecto del gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, en su búsqueda por ganar las elecciones presidenciales de 2012.
La intención principal de Carmona con este segundo objetivo es que con el aglutinamiento de profesores en torno a la campaña de Peña Nieto, él pueda conseguir ser postulado como candidato del PRI a diputado federal y de esa manera continúe su carrera política luego de que concluya el sexenio marinista.
Frente a este proyecto de Darío Carmona es fundamental hacer cuatro reflexiones básicas:
La primera es que el priista está en todo su derecho de seguir haciendo política y montar una oficina de gestión. Y que persiga objetivos de corte partidista, pues desde el próximo martes dejará de ser servidor público y nada le impide involucrarse directamente en el proyecto político de Peña Nieto o trabajar para la presidente del SNTE, Elba Esther Gordillo Morales.
La segunda es que lo que sí resulta perverso y poco ético, es que Carmona ahora se intente ostentar como defensor de derechos laborales y paladín de la justicia, cuando a lo largo de los seis años en que fue titular de la SEP se dedicó a reprimir a la disidencia magisterial, a aplastar todo intento de crear sindicatos independientes y lo que es más grave, varios profesores que ganaron laudos en contra de la Secretaría de Educación Pública sufrieron la falta de respuesta de la dependencia a tales recursos.
Es decir, ahora Carmona se pondrá a exigir solución a los conflictos que él se negó a atender.
Y lo peor es que habrá profesores que caerán presas del juego perverso de Carmona García.
La tercera es que no se sabe de dónde proviene el financiamiento para que funcione esa oficina que montará Darío Carmona y sí en el próximo gobierno se quiere realmente combatir la corrupción, se debería de empezar por investigar cómo se sostendrán las futuras actividades que emprenderá el todavía titular de la SEP.
Yo no creo que con sus ahorros de cada quincena le alcance para financiar un proyecto que pretende ser un dolor de cabeza para la nueva administración de la SEP estatal.
La cuarta reflexión es que el proyecto antes descrito constata la crítica que a lo largo del sexenio se le hizo en este espacio a Darío Carmona en el sentido de que ha sido el peor secretario de Educación de las últimas tres décadas, ya que deja al sistema de enseñanza pública en el estado en los peores niveles de calidad.
Si Darío Carmona realmente fuera un hombre comprometido con la educación, en lugar de montar una oficina para generar conflictos habría impulsado un proyecto para contribuir a mejorar la enseñanza en el estado.