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Lunes, 10 de enero de 2011
La Jornada de Oriente - Tlaxcala -
 
 

 TIANGUIS 

El arte de llorar en coro

 

“Los tres tristes tigres se ponen a llorar porque no recibieron invitación para asistir a la verbena popular del próximo sábado en el Centro de Convenciones”

Cuando los primos arriban al tianguis se sorprenden de encontrar a tres personas sentadas en la banqueta. Las tres visten como para una fiesta y se quejan de que no han sido invitados. Uno de ellos refunfuña: Estos van a dirigir el estado como si fuera una hacienda o un rancho, en cambio nosotros lo hicimos como si se tratara de un changarro, un negocio familiar o una dependencia oficial. Nosotros hubiéramos obligado a que todos fueran y sin invitación. ¡Nosotros no los tratamos como si fueran nuestros peones, sino como esclavos que es más digno!

Otro de ellos gruñe: no habría forma de que juntáramos nuestra experiencia, nuestros terrenos y algún capitalito para formar una constructora como SAGAZ para que ahora que no tengamos el gobierno podamos seguir recibiendo ingresos suficientes que no mermen el capital que con tanto esfuerzo hicimos en el sexenio. Si los de SAGAZ pudieron dar el 25 por ciento, nosotros podríamos subir el diezmo hasta el 30 por ciento en obras públicas.

El primero retoma la palabra y rumia: Estoy considerando regresar al ramo de la construcción, pero no en Tlaxcala, porque aquí los amigos del PRI no nos van a dar chamba, pero estoy pensando que tal vez en Guerrero o en Quintana Roo podamos tener mejor suerte.

Eso lo podrás hacer tú que hasta casa tienes en Acapulco, pero yo todo lo tengo invertido aquí. Mis terrenitos están bien ubicados, casi todos están cerca de las nuevas carreteras. Ya ven que tuvimos buen ojo para invertir aunque nunca hicimos uso de información privilegiada. Los privilegiados fueron otros, pero siempre fuimos honestos y compramos como cualquier hijo de vecino.

La construcción,
una buena opción

El otro le contesta: tienes razón, yo compré de oportunidad cerca de donde se hicieron los hospitales, pero fue de forma honorable y cristalina, pero como están las cosas, ni nuestros amigos del centro, ni los de la izquierda, ni los de la derecha van a querer darnos contratos, pero podemos buscar la subcontratación como cuando estaba el Tigre Toño. Al fin y al cabo que nos volvimos a poner la camiseta tricolor.

Yo prefiero dedicarme a la construcción de casas para dárselas a comisión a los promotores del Infonavit o para poner techos y pisos de cemento, ese programa va a seguir y tiene muchos millones, si el metro te sale en mil 200 pesos lo cobras hasta en 10 mil ¡Si lo sabré yo! Ahí está mi oportunidad con el de Oportunidades.

La única mujer que viste elegantemente diseños del tianguis de Texmelucan rezonga: si me dejan entrar pongo los ahorros que pueda hacer de aquí hasta fines de 2012, porque la verdad es que con la campaña me quedé bruja.

Además no voy a ser jubilada del ISSSTE, IMSS o Sesa porque no tengo plaza ahí, en cambio ustedes van a recibir su cheque de esas instituciones. Yo espero que mi comadre Eladia me dé una placita en el Cecyte, aunque sea de tiempo completo como el Fortunato.

Las primeras personas que arriban al tianguis al ver al trío sienten lástima por ellos y les dejan en el piso unas cuantas monedas. Son tan populares los representantes que nadie los reconoce sin la corte de ayudantes. Pero en el ambiente se siente, se huele que andan tristes y acongojados porque no saben cómo hacerse los aparecidos en la verbena popular.

Cualquiera de nosotros debería ser el festejado, pero ya ven, aquí estamos sin que nadie nos haga caravanas, sin que nadie nos invite a comer, sin que nadie nos eche un lazo. En cambio cuando andábamos como los reyes magos repartiendo, repartiendo y repartiendo en las comunidades todos se paraban a saludarnos y más cuando sabían que alguno de nosotros sería el heredero del gobierno.

Yo no me sentía como los reyes magos, sino como Peter PAN, dice uno de ellos. Cuando iba a las comunidades se me acercaba la gente para pedir la construcción de un salón para una escuela, adoquinar una calle, pavimentar una carretera, a todos les decía que sí. Luego cuando llegaba el presupuesto federal me lanzaba a los pueblos y les decía que en respuesta a su solicitud ahí estaba los adoquines, el cemento, las láminas y todos me hacían fiesta, en cambio ahora hasta limosna nos dejan.

Cómo recuerdo las caravanas esas en donde se juntaba a cantantes, cómicos y malabaristas que iban de pueblo en pueblo. Así iba yo con las mías, sólo que el artista principal era su servidor. Primero mandaba una avanzada que anunciaba mi llegada, luego hacíamos una entrada triunfal, ponía en fila india al tráiler de la salud, a los consultorios móviles, a los laboratorios transhumantes y en ese momento un grupo de pintores se ponía a hacer un mural en el que se plasmaba la experiencia, lógicamente en el centro aparecía el futuro gobernador rodeado de niños, jóvenes y viejitos.

Las caravanas
ya no son rentables

Yo también hacia caravanas, dice la única mujer del grupo, pero aclara que eran más chiquitas. Reunía un grupo de burros o de bueyes, porque con eso de que me mandaron a una subsecretaría para hacer el trabajo sucio, buscaba a cuanta rata estuviera a punto de asaltar para que se amansaran haciendo servicio social. Me gustaba mucho atender a los niños y a las niñas porque ellos siempre decían que querían que yo fuera su gobernadora. De pronto grita y propone: ¡Hagamos de nuevo las caravanas!

¡Ni maíz paloma!, le contestan los dos hombres, ya no tenemos a nuestra disposición los vehículos de las secretarías, ni el presupuesto, ni la gente, ahora las tendríamos que hacer con nuestro dinero y ahí va a estar complicado porque se siente bonito cuando se hace caravana con dinero ajeno, y si es público mucho mejor porque no se siente nada al gastarlo, pero es gratificante ver como la gente lo goza, en cambio cuando ya las pagas tú como que duele algo porque estás gastando la herencia de tus hijos, de tus nietos y uno no puede ser tan irresponsable con la familia.

Yo quisiera pedirles ayuda para que vuelva a estudiar medicina porque con eso de andar en la grilla se me ha olvidado todo, la verdad es que soy muy buena política, muy buena administradora, pero ahora que quedé desempleada, quiero dedicarme a la consulta privada, pero no me vayan a demandar porque mate unos cuantos ciudadanos, no me preocupa que se mueran sino que disminuyen nuestros votos.

No te preocupes, le dice uno de los tres tristes tigres, cuando termines estaré como director de la facultad y podrás ingresar. Esa es otra de mis metas, hacer algo por la juventud y en mis últimos años quiero ser un ejemplo para la juventud, para que vean que la medicina sirve para ser dirigente sindical, desarrollarse en la política y participar en la industria de la construcción.

Ella se pone a llorar y dice: ustedes tienen terrenos, constructoras, plazas, en cambio cuando llegue el momento de abandonar San Lázaro sólo voy a tener lo que me permita ahorrar el mísero sueldo de 150 mil pesos mensuales. No puede ser que tanta desgracia caiga sobre mis hombros.

Los tres se forman frente al changarro de vísceras de res y al estilo nacionalsocialista alzan la mano y juran defender hasta con su propia vida lo que les queda de territorio, espacios, grupos, tribus y salen marchando hacia la calle Lira y Ortega, se paran frente al número 6 y ordenan descansar. El de limpieza, al verlos les dice: La toma de posesión del señor gobernador es hasta la próxima semana, primero va a estar en la Cámara de Diputados y luego en el Centro de Convenciones. Al oír esto los tres se ponen a llorar en coro.

 
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