El micrófono ha sido su fiel compañero casi toda su vida y gracias a este transmisor acústico logró cristalizar su sueño de ser locutor de radio.
En Tlaxcala se le conoce como el decano de la radio, pues fue el primer locutor en la entidad, esto en 1948.
Alfonso Hernández Castillo plática con La Jornada de Oriente sobre su trabajo durante 65 años como locutor, conductor y productor de programas, y como periodista de radio.
“El día que cumplí mi más grande sueño lo hice frente a grandes monstruos de la música, mis piernitas me temblaban, pero fue mayor el deseo de seguir los pasos de aquellas personas que escuchaba con atención en un aparato radiofónico todos los días cuando era niño, que superé todos mis temores para hacer del micrófono mi compañero de trabajo durante 65 años”, expone.
Sus conocidos conocen a don Alfonso como Popo, quien nació en la ciudad de Huamantla en 1928. Su padre fue Manuel Hernández Farfán, un inventor mecánico industrial y su madre fue la señora Elvira Castillo Díaz, pianista y maestra de música.
“Mi hermano José me decía Popo de pequeño porque no podía pronunciar la palabra Poncho y por esa razón mis amigos me conocen con este mote”, rememora don Alfonso.
Actualmente, Alfonso Hernández es el director del Museo Nacional del Títere (Munati), pero antes de este cargo público trabajó en varias estaciones de radio del país, pero su inició en este campo fue cuando se inauguró al XEHT Radio Huamantla, la primera radiodifusora en el estado de Tlaxcala.
Los dos primeros locutores de esta estación de radio, hace 65 años, fueron Manuel de la Vega Moreno y Alfonso Hernández Castillo.
“A mí me toca el inicio de la radio en una época romántica, porque la economía en esa época, sobre todo en el comercio, era incipiente, no tenía la fuerza de ahora. En ese entonces se necesitaba tener la vocación, que le gustara a uno la carrera o el oficio de la locución para trabajar en él”, rememora don Alfonso.
–¿A qué edad se inició como locutor? –se le pregunta.
–A los 19 años, a esa edad todo se facilita, todo se ve color de rosa, todo lo hace uno con admiración y con gusto.
“Lo mejor que me pudo suceder fue incursionar en los medios de comunicación, me toca estar entre los fundadores de Radio Huamantla en 1948, la estación se inaugura el 20 de noviembre de 1948 a las 8 de la noche en el Teatro Cine Rivera que existía en esa ciudad. Y a partir de entonces estuve en este oficio por muchos años, incursionando lo mismo aquí en Huamantla durante 20 años, posteriormente en Córdoba, Veracruz, un poco en Orizaba, luego en Martínez de la Torre, posteriormente en Puebla y algunas incursiones en la radio profesional de México, aunque no fue de planta, a invitación de la XEW y XEQ, hasta que por razones de salud me retiré en el año 1996”.
En una parte de su vida laboral como locutor, de 1968 a 1979 en Puebla, Alfonso Hernández tuvo la afición de incursionar en el periodismo, por lo que además de estar en la cabina de radio conduciendo, programando y produciendo programas en la XEHIT, se daba tiempo para reportear información.
“En esa época el locutor tenía que hacerlo de todo, lo mismo de locutor que escribir algún texto, darle forma a algún programa, de aportar algunas ideas. Decía que lo mejor que me pudo suceder en mi vida es incursionar en los medios de comunicación, porque eso te permite estar en contacto con los diferentes estratos sociales del lugar donde se viva, adquirir grandes amistades y un poco también, por razones del mismo oficio, cultivarse, tener que leer y estar al tanto del acontecer diario”.
Sin embargo, la vida laboral de Alfonso Hernández Castillo da un giro de 180 grados en 1979, pues una interesante invitación de trabajo lo lleva a seguir dentro de la radio, pero ahora con un puesto de mayor jerarquía en Tlaxcala.
“Estuve como locutor activo hasta 1979 en Puebla y de ahí regreso a Tlaxcala a invitación del contador Alejandro García Arenas para administrar la radiodifusora XETT”, recuerda.
–¿Quiénes estuvieron presentes en la inauguración de la radiodifusora? –se le inquiere
–En 1947 se inauguró la XEX en la ciudad de México y en 1948 la XEHT de Huamantla. Al evento de inauguración vinieron locutores como Germán Figaredo y Raúl Raigadas, quienes eran estrellas en esa época. También estuvieron presentes la orquesta de Evaristo Tafoya, Manolita Alegría y el trío Chachalacas, todos ellos eran artistas.
“La estación de Huamantla nace con buena estrella, porque desde la inauguración se tiene la oportunidad de que se lleve a cabo con un elenco de primerísima categoría”, asegura Hernández Castillo, quien expone que en esa noche, junto con esos grandes locutores, “me toca incursionar, temblándome las piernitas y demás, pero al final de cuentas pude incursionar en esto”.
–¿Qué le vino a la mente en el momento en que iba a debutar como locutor?
–Por lo pronto pensé que me iba a desmayar, la verdad, al estar frente a ese monstruo de las mil cabezas que es el público y el impacto, pero por otro lado fue una gran satisfacción, principalmente cuando uno está tan joven, porque todo lo ve uno color de rosa. Fue la realización de un sueño, no me concebía frente a un micrófono, que en ese tiempo eran unas cosotas así (abre sus brazos para ilustrar). Ante un publico y junto a los artistas, como la gran orquesta de Evaristo Tafoya.
–¿Qué es lo que más le ha llenado en su trabajo en los medios durante esos 65 años?
–Hasta la fecha me sigue gustando el aspecto literario– poético. Tenía que hacer lo que me pidieran los jefes, me pagaban por eso, pero si tenía la oportunidad de diseñar un programa o de producirlo, lo hacia dentro de ese perfil. Con éxito transcurrió un programa que le puse “Invitación al romance”, que era en vivo y en el que participaba un pianista, con una cantante y el locutor, ídolo de las chavas (risas), declamando y diciendo las viñetas. Ese programa me dejó un grato recuerdo.
–¿Tenía usted muchas admiradoras por su trabajo como locutor? –se le pregunta.
–Cualquier cosa que uno diga puede resultar como algo vanidoso, pero el locutor era el artista, no había la televisión como ahora, había el cine, pero en los pueblos y haciendo gala de la voz, de la escuela y todo, pues la verdad era uno estimado y en algunos casos hasta admirado.
–¿Era asediado por las mujeres? –se le pregunta.
–Casi casi, pero que no lo sepa mi mujer (risas).
–¿Cómo describiría usted a su fiel compañero que ha sido el micrófono durante 65 años?
–El micrófono viene a ser parte de mi vida, definitivamente, y la herramienta principal dentro de un oficio que me dio de comer por muchos años y les dio de comer a mi esposa y a mis hijos. Además lo quiero mucho porque es un núcleo, algo principal de una carrera muy digna, la comunicación es muy bonita, no tiene uno porque meterse en broncas ni en cosas que no convienen, lleva uno la cuestión limpia, bonita y romántica y vive uno feliz, el micrófono: mi mejor compañero.