Luego de 36 años, el lingüista mexicano Luis Fernando Lara Ramos, miembro del Colegio Nacional, reunió las 80 mil palabras que forman parte del Diccionario del Español en México (DEM), una herramienta de consulta que condensa el modo de hablar de los mexicanos, centrado en la tradición y la cultura de este país, y alejado de las normas académicas del lenguaje.
Los dos tomos que conforman la edición fueron presentados el pasado fin de semana en el marco del décimo octavo Seminario Nacional de Actualización Académica del Área de Español que celebró en Puebla, la Asociación de Colegios Americanos de México.
Desde 1972, varios especialistas coincidieron en que los significados que aparecían en el Diccionario de la Real Academia de la lengua Española (DRAE) no correspondían al español que se hablaba en México, y mucho menos a su realidad cultural; un año después, Luis Fernando Lara fue el encargado de reunir las palabras que formaban parte del léxico mexicano, dándoles un significado simple y con diversas acepciones que pudieran explicar los usos y las formas que le daban los hablantes el país.
El lingüista recordó que el DRAE “traicionaba el español de México, ya que aceptaba en su corpus sólo las palabras que formaban parte del léxico de España, y dejaba fuera a los demás países que compartían la lengua”.
Expresó que desde sus orígenes, el DRAE fue concebido para celebrar la lengua española. Primero fue formado por las autoridades, quienes lo llenaron de citas que representaban “bellamente” el español; luego el trabajo fue hecho por expertos, quienes de manera más selectiva concentraron el léxico que se hablaba en Madrid e hicieron un diccionario monocéntrico, en donde las demás formas del español eran parte de una periferia que “era proclive al vicio”, tal como citó el experto de un documento del siglo XIX.
El DEM no es un diccionario de mexicanismos o nahuatlismos, sino una edición en la que se condensa un español culto, general y regional, que ilustra el modo de hablar de los mexicanos contemporáneos.
Una de las características principales del DEM es que describe y no proscribe las palabras –a diferencia de las primeras ediciones españolas, en donde las palabras que no aparecían, no existían– y da la oportunidad para que el lector decida sobre su uso. Por ello, en este proyecto están palabras como chido o wey.
Otro de sus atributos es que es un diccionario original que no refunda los significados del DRAE, sino que se constituyó por una serie de revisiones y aportaciones de especialistas mexicanos, que por supuesto conocían el uso de las palabras que aparecen en el invaluable registro.
El proyecto, además de ser único en Latinoamérica, se caracterizó porque creó dos herramientas. Un “Analizador gramatical del español”, un programa de computación para registrar y contabilizar los términos semánticamente, y un sistema cuantitativo que en 1974 usó la mejor computadora de la Secretaría de Educación Pública que tardó ocho meses en contabilizar los términos, y que para el día de hoy bastaría una laptop para realizar el mismo trabajo en tres o cuatro horas.
“Se analizó el lenguaje de las telenovelas, de los programas de ciencia, de los periódicos, de los discursos políticos, de los malandros y los policías, en fin, de todos los sectores que conforman al país”, señaló Lara Ramos.
El proceso consistía en analizar, revisar y definir una a una las palabras desde diversos ámbitos: el coloquial, el especializado y el rural. “Todo el lenguaje que está en el DEM se está usando en México, y las palabras que faltan no es que no existan, sino que no las hemos encontrado”.
Sobre las definiciones, los especialistas trataron de que éstas fueran largas, para que el lector se diera cuenta de los “deliciosos matices” que tiene el español mexicano, con referencias y ejemplos que en su mayoría son también nacionales, aunque haciendo uso de otros internacionales.
En unos tres meses, en la dirección electrónica dem.colmex.mx estará disponible este diccionario, mientras en el sitio se podrá consultar el Diccionario del Español Usual en México, el cual está dirigido a los estudiantes.
“La desaparición de la ch y la ll, una táctica de mercado”
Para Luis Fernando Lara Ramos, lingüista por el Colegio de México, la decisión de la Real Academia de la Lengua de extinguir (sic) los fonemas “ch” y “ll” del abecedario español para incluirlos en la “c” y la “l”, respectivamente, forma parte de una táctica de mercado que intenta “hacer de la lengua una noticia, para vender más”.
“Esta decisión no es una novedad, y lo que alega es que con ello se hace un alfabeto más internacional. Entonces lo que se deja es un abecedario a medias y absurdo”, declaró el especialista.
Expresó que la ch es un fonema formado por dos letras –conocido como dígrafo–, que como la “ñ”, representa al español. “¿Qué harán el alemán o el ruso sin las letras características de su lenguaje?”, preguntó y explicpo que lo que debe hacer la RAE, es respetar la particularidad de la lengua.