Los virus del papiloma humano (HPV, según sus siglas en inglés) han sido vinculados en algunos casos al cáncer cervical, el segundo cáncer más común entre las mujeres del mundo después del de mama. Un grupo de científicos identificó los ocho tipos del virus del papiloma humano (VPH) responsables de más de 90 por ciento de los casos de cáncer de cuello de útero en todo el mundo, y señalaron que esos deberían ser los blancos de la próxima generación de vacunas.
El VPH tiene una afinidad definida hacía el tejido epitelial (mucocutáneo) y causa una variedad de lesiones en la piel y en los genitales, donde la más común es la verruga venérea (papilomas o condilomas acuminado). El lugar y la lesión que se desarrolle dependerán del tipo de VPH que infecte a la persona. Se han identificados aproximadamente 130 tipos de VPH y éstos se agrupan en grupos de alto riesgo y de bajo riesgo. El cáncer invasivo del cuello uterino y la neoplasia cervical están asociados a los tipos de VPH de alto riesgo (tipos 16 y 18, 31 y otros), y los condilomas a los de bajo riesgo (tipo 6 y 11, 42, 44, y otros).
Recientemente, en un estudio amplio que observó 60 años de datos sobre 10 mil 575 casos de cáncer cervical invasivo en 38 países, un equipo internacional de expertos dirigido por Silvia de Sanjosé, del Instituto Catalán de Oncología en Barcelona, examinó qué tipos de VPH contribuían más a la incidencia global de la enfermedad. Los resultados, publicados el lunes en la revista médica The Lancet, mostraron que ocho tipos de VPH –16, 18, 45, 33, 31, 52, 58 y 35, en orden decreciente de frecuencia– eran responsables de más de 90 por ciento de los casos de cáncer uterino.
El ciclo vital del virus se efectúa en el epitelio, concretamente en las células superficiales maduras. La transmisión del VPH es por contacto de piel a piel, no se requiere penetración ni tener contacto con los fluidos vaginales o semen como ocurre en otras enfermedades transmitidas por vía sexual. El VPH produce una lesión en las células maduras muy peculiar a la que se le da el nombre de efecto citopático del virus. Salvo en las personas con inmunodeficiecia, es frecuente que los condilomas acuminados regresen espontáneamente, y no se les considera lesiones precancerosas. Sin embargo, son un marcador de enfermedad de transmisión sexual.
En los genitales externos masculinos se han descrito tres lesiones que ofrecen signos histológicos de cáncer in situ: la enfermedad de Bowen, la eritroplasia de Queyrat y papulosis bowenoide. Todas estas lesiones tienen una clara asociación con la infección por el VPH. La evidencia recopilada revela que, en 80 por ciento aproximadamente de los casos se encuentra el ADN del VPH, sobre todo el de tipo 16. Se sostiene que la circuncisión se asocia a mejor higiene genital y que esto reduce la exposición a los carcinógenos capaces de concentrarse en el esmegma y disminuye la probabilidad de sufrir infecciones por el Virus del Papiloma Humano (VPH). Casi siempre el responsable del carcinoma de pene es el VPH tipo 16, pero al igual que en otros procesos malignos, también está implicado el VPH 18.
85 por ciento de los carcinomas de la vulva son de tipo epidermoide y se pueden dividir en dos grandes grupos. El primero, que es el que nos ocupa, se asocia al VPH, va precedido de una lesión precancerosas bien definida denominada neoplasia intraepitelial vulvar (NIV), también conocida como cáncer in situ o enfermedad de Bowen. La mayoría de los casos de NIV contiene el ADN del virus, concretamente de los tipos 16 y 18, además de otros menos frecuentes.
El Virus del Papiloma Humano (VPH) no tiene un papel exclusivo en el desarrollo del cáncer de cuello uterino. No hay duda de que el VPH interviene en el origen la enfermedad ya que existe suficiente evidencia científica de la presencia del ADN viral en las lesiones precancerosos y cancerosas del cuello uterino. Los tipos de virus más comunes son el 16, 18 y el 31. Un elevado porcentaje de mujeres jóvenes están infectadas con uno o más tipos de virus del papiloma humano durante los años de reproducción y sólo en algunas aparece un cáncer.
Las investigaciones iniciales para el desarrollo de la vacuna contra el VPH fueron hechas en el Instituto Nacional de Salud del gobierno de los Estados Unidos. El gobierno estadounidense concesionó la licencia de esta tecnología a las farmacéuticas Merck y GlaxoSmithKline. La Merck hizo una vacuna cuadrivalente para uso de hombres y mujeres que se administra en tres dosis (cero, dos y seis meses). La vacuna está diseñada para proteger contra los VPH de tipo 16 y 18, los cuales se estiman son los causantes de 70 por ciento de cáncer de cuello uterino, ano y cánceres genitales, y contra los tipos 6 y 11, los cuales se estiman son los causantes de 90 por ciento de los condilomas.
Si bien en 2006 estas compañías lanzaron la vacuna para combatirlos, el costo del tratamiento (entre US$700–1000) lo hace prohibitivo para la mayoría de las mujeres en los países subdesarrollados, donde justamente se dan los índices más altos de la enfermedad. Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) está fomentando la producción de una vacuna “de segunda generación” que tenga la misma eficacia para combatir el HPV, pero que se produzca a menor costo.
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