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Jueves, 9 de septiembre de 2010
La Jornada de Oriente - Puebla - Cultura
 
 

Pervive el milenario tianguis de Cholula; estimaron la visita de unas 50 mil personas

 

Quema de los panzones durante la fiesta de la vírgen de los Remedios / Foto Abraham Paredes
YADIRA LLAVEN

A diferencia de otros años, ayer no llovió en el festejo a Quetzalcóatl y a la virgen de los Remedios en San Pedro Cholula. Esto permitió que el milenario tianguis del trueque, único en su especie en México, congregara a más gente de la esperada. Unas 50 mil, dijeron los más osados, cuando las autoridades locales estimaron la visita de por lo menos 30 mil personas.

Ríos de gente proveniente de todos los rincones de México y del estado recorrieron la plaza de la Concordia, en donde fácilmente medio millar de campesinos y gente humilde trajeron consigo lo que elaboran en sus comunidades para intercambiar desde ropa usada hasta piezas utilitarias, fruta, hierbas de olor y medicinales, artesanía, semillas y comida indígena: cueclas (gusanos), tamales de charal, atole y tlacoyos.

Inclusive las tres calles que circundan el Centro Histórico de la ciudad sagrada permanecieron atestadas de gente, que si bien algunos compran productos regionales, una gran parte de ellos, por la crisis, acude a Cholula sólo por distracción, comentaron varios productores sondeados.

En su mayoría las personas que acudieron como tradición al trueque, como doña Ángela Rivera, de Atoyatempan, quien desde hace tres lustros asiste de manera ininterrumpida, desconoce que el festejo del 8 de septiembre no sólo es en honor a la señora de los Remedios, sino también al dios de los comerciantes, Quetzalcóatl.

Entre el gentío, que sube y baja por la explanada, destacó un grupo de unos 10 adolescentes, estudiantes del tercer año de secundaria del Centro Escolar presidente “Miguel Alemán”, el cual por iniciativa propia reunió carritos de plástico, muñecas usadas, peluches, libros y cuadernos en buen estado para cambiarlos por cubetas de manzana, durazno y pera.

“Es la primera vez que participamos, y todos somos cholultecas”, comentó orgulloso Emiliano, uno de los estudiantes que portaba una videograbadora con la que captaba hasta el más mínimo detalle del intercambio comercial.

Cuando se les pregunta si asistieron al trueque porque alguno de sus docentes se los sugirió o, peor aun, porque se harán acreedores a puntos para mejorar su calificación, responden casi a coro: “si los chavos no participamos, dicen los maestros que esta tradición se va a acabar”.

Todos llevan, por lo menos, una bolsa de fruta y transitan en fila, uno detrás de otro, el laberinto de los puestos del tianguis que están a ras de suelo.

Pese a que casi todos los productos que se exponen en el tianguis pertenecen a comunidades de Puebla y a estados del centro del país, también se pudieron ver objetos de China como canastos, utensilios de cocina, sombreros de palma, esos que parecen conos y que son utilizados para labrar el campo, que a veces la gente confunde con la artesanía de la región de la Mixteca.

Paralelamente al milenario trueque, sobre la calle que comunica del zócalo a la pirámide y al santuario mariano, se instala la otra festividad, la comercial.

Cientos de stands improvisados se adueñan de la calle para vender comida y bebidas embriagantes, principalmente. Se trata de la 60 Milenaria Feria de Cholula.

A lo lejos del parque Soria, en donde está otro bloque de stands de antojitos mexicanos, cervezas, vinos y un pequeño teatro del pueblo, está la verdadera fiesta indígena.

Por lo menos una docena de “concheros”, como se les llama a los danzantes, realiza un ritual a Quetzalcóatl con sahumerio, copal y flores. Hay que recordar que en la época precolombina a Cholula se le consideró como uno de los principales centros culturales y religiosos, que también veneraba a Chiconauhquiauhitl (dios de las nueve lluvias), que fue sustituido, tras la conquista, por la virgen de los Remedios.

Junto a ellos, de la misma forma, conviven los mayordomos del barrio de Santa María Xixitla –quienes entregaron el bastón de mando al nuevo comité organizativo de los festejos–, que celebraron con la quema de los famosos panzones, tortas de agua con tamal y dos bandas de música de viento; sin embargo, pese a ser festejos muy disímbolos y eclécticos, todos pueden convivir en un mismo punto: la ciudad sagrada.

 
 
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