Las voces, las historias y los diversos modos de contar se reunieron al mediodía de ayer en la Biblioteca Palafoxiana durante la inauguración del tercer festival internacional de narración oral “Cuentalee”, que hasta el próximo 8 de agosto recorrerá varios espacios de capital y algunos municipios, con el objetivo de “unir en una sola voz, a través de los cuentos, a toda Hispanoamérica”, tal como expresó la cuentera uruguaya Susana Zanoniani.
Dirigido por el poblano Armando Trejo, el encuentro de narradores orales ofreció la primera de las 24 funciones que se llevarán a cabo durante toda la semana en diversos lugares, entre los que se incluyen el Centro de Readaptación Social “San Miguel”, el Instituto Poblano de la Juventud, la “Casa del Abue”, bibliotecas y grupos de Alcohólicos Anónimos.
Cuentistas de España, México, Argentina, Cuba, Panamá, Uruguay y Colombia ofrecerán leyendas, relatos de tradición oral y anécdotas que, sin el afán de ser educativos, hacen sonreír e interactuar al público según los modos de contar del narrador.
Ejemplo de ello fue lo que sucedió ayer domingo en la Biblioteca Palafoxiana, cuando siete cuentistas ofrecieron diversas historias que estuvieron aderezadas con música, ademanes y gestos. Elsa Oralia González, de México, abrió con un cuento de tradición maya que trasladó a los escuchas hasta las selvas, los cenotes y las construcciones que forman parte del “Mayab”, esa región yucateca.
“México es un país con 52 grupos étnicos, con 52 idiomas, con 52 formas de ver el universo. Una de ellas es la maya, y por eso les contaré la historia de Kisim”, comenzó la narradora oral.
La historia trata de lo que le pasó a “Kisim”, un diablo que, interesado en obtener el alma de un hombre, le ofrece a cambio cuatro deseos para que se vaya con él al infierno. El diablo no contará con la inteligencia del hombre maya, quien le retará a deslavar un puñado de frijoles negros usando el agua que existe en el “Mayab” y por supuesto, el diablo jamás lo logrará. “Por eso ha puesto frijolitos rosas, blancos y cobrizos, pues no quiere que le vuelvan a tomar el pelo”, expresó la narradora.
Luego siguió el turno al colombiano Nelson Calderón, quien por medio de silbidos, tarareos y canciones contó la historia del sapo, un animal que antes era guapo y que por presumido cayó desde lo alto del cielo, lo que provocó su forma actual.
Mientras que la uruguaya Zanoniani, “originaria de un país que tiene 3 millones de habitantes y la forma de un corazón”, tal como explicó, contó el relato de “La abuela Luisa”, una mujer que por seguir un globo descubre al abuelo, personaje del cual se enamorará.
Por su parte, el cubano Tirso Clemades narró la historia titulada Una caricia, que cuenta la “ocasión en que un muchacho fue rosado por el ala de un pajarito, con lo que conoció por primera vez lo que era una caricia”, comenzó. Así, diversos personajes reciben la misma demostración de afecto: una vaca que rozó con su cola a un armadillo, que a su vez tocó a un puercoespín, el cual lamentó estar hecho por espinas. La reflexión, indicó el cuentacuentos, “está en atrevernos, por más espinas que rodeen nuestro cuerpo, en regalar una caricia”.
Yolanda Sáez, originaria de Madrid, narró la historia de una princesa inteligente y de su padre, un emperador chino, que está empeñado en que su hija se case. Para ello, y con el único afán de “cumplir con el cuento”, pedirá que el pretendiente que desee convertirse en el próximo rey arribe al palacio con una rosa azul.
Por último, tocó el turno a Rubén Corbett, quién relató la historia de “el gallo Vicente” a través de un lenguaje lleno de modismos y frases de su natal Panamá, que dejaron ver la pluralidad y la riqueza del idioma español.
“Vayan y digan a sus amigos, pasen la noticia de boca en boca, comuniquen que han vuelto los cuenteros a la ciudad de Puebla”, expresó Trejo, mientras el público aplaudía las historias.