Cuetzalan. “No podemos decir que ambos sitios sean uno solo, son dos grupos, dos ciudades íntimamente relacionadas, comparten mucho mas que el nicho, comparten una cultura, una región y un sistema. Hemos encontrado elementos muy parecidos en cuanto a la cerámica y representaciones de personas o personalidades en estuco; lamentablemente en Yohualichan el medio es muy feroz y no permite la permanencia de muchos elementos arqueológicos”, afirmó Javier Omar Ruiz Gordillo, en la conferencia Yohualichan–El Tajín, organizada por la Casa de Cultura de esta ciudad.
–¿Qué tenemos en Yohualichan y qué tenemos en El Tajín? –se preguntó el arqueólogo, quien lleva 30 años como responsable de la primera zona prehispánica ubicada en la junta auxiliar del mismo nombre, a unos 20 minutos de la cabecera municipal.
“Uno de los actores principales es la originalidad. Si bien Tajín tiene mil 230 hectáreas como perímetro protegido, dentro de ese perímetro existen cuatro o cinco comunidades, además de carreteras, instalaciones y gasolineras. En Yohualichan tenemos apenas poco más de 40 hectáreas, y dentro de ese perímetro un pueblo, pero la singularidad es que aquí tenemos un pueblo que ha permanecido mil 600 años, y en El Tajín no, ahí está ocupado desde el año 200 y hasta 1200 D.C. y después queda abandonado o semiabandonado, pero Yohualichan permanece ocupado desde la época prehispánica hasta el día de hoy”.
El experto del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) expuso que “no se puede negar que la arquitectura es muy similar, pero también hay una identidad étnica muy pura y fuerte, donde la gente es nahuatl y sabe que sus antepasados construyeron Yohualichan, y en el caso del Tajín existe una identidad totonaca y no se preocupan por quién lo hace, sino quién tiene hoy la posesión étnica de los edificios”.
Aunque aclaró que no se trata de señalar cuál de las dos zonas arqueológicas es mejor, indicó que en Yohualichan existe un grupo de vendedoras indígenas que ofrecen a los visitantes canela, flores, piedritas de fuego, pinole y artesanías hechas con materiales de la región, mientras que en El Tajín se comercializan llaveros con la forma de la pirámide con una leyenda que dice “made in Taiwán”; es decir, ya existe una sustitución de la cultura.
De hecho, señaló, Yohualichan “no está contaminada” y la población vive cotidianamente su pasado, la gente continúa sembrando con coa y en la forma en que se sembraba en la época prehispánica, aunado al sincretismo que hay entre los espacios de la época prehispánica y los ocupados actualmente en las actividades cotidianas, tal como sucede con la parte trasera del edificio oeste, considerado un templo muy importante en la época precolombina y donde actualmente se encuentra la iglesia de la comunidad, a diferencia del Tajín, donde a pesar de ser un sitio muy grande, ha perdido esta consistencia de convivencia con la comunidad.