La fiesta del balón culmina el domingo. El culmen es el punto más alto, lo mismo que el cenit para un astro. Y eso se presume que será el España–Holanda, dos aspirantes que nunca fueron campeones. Al concluir el partido estelar de Sudáfrica 2010, el futbol habrá añadido un nombre nuevo a su galería de monarcas mundiales.
Los tulipanes ya rozaron la copa un par de veces. En ambas ocasiones –Alemania 74 y Argentina 78– tuvieron la audacia, o la mala fortuna, de retar al seleccionado local, y perdieron la apuesta. Hoy van a contender con el equipo más equipo de los 32 que acudieron a Sudáfrica. El que era, antes de que empezara a pegar botes el jabulani, favorito mayoritario de expertos y apostadores: España. La misma que, tras un comienzo titubeante y varios partidos sin convencer, terminaría dándole un repaso a la crecida Alemania. ¿Encierra lo dicho un pronóstico para el domingo? No, es una simple aproximación exploratoria. Por definición, una final de Copa del Mundo no tiene favorito. Y si casi siempre se impuso la lógica previa, también es verdad que existieron un maracanazo, y un mazazo teutón sobre la invicta Hungría del 54, y otro, aunque no tan inesperado, en perjuicio de la Naranja coral de Cruyff y socios; y finalistas sorpresa aquí y allá como, para no ir más lejos, fueron hace cuatro años Italia y Francia, que acudieron al mundial alemán sin mayores pretensiones.
Breve repaso
En Sudáfrica 2010, los asombros, o algo parecido, vinieron con las prematuras eliminaciones de Italia, Inglaterra, Argentina y sobre todo Brasil. Es verdad que ninguno evidenció pasta de campeón, pero contábamos con ellos para las instancias decisivas, aun sin descartar a alemanes y holandeses. Al final, estarán en la cita de gala en Johannesburgo los únicos dos equipos que se calificaron sin perder ningún partido de su eliminatoria premundialista. Dato rigurosamente inédito que no es de despreciar.
La escuela holandesa
Bert Van Marwijk, el DT holandés, declaró en estos días que su equipo “no practica ya el futbol total porque es obsoleto”. Debió morderse la lengua. Porque resulta que el domingo Holanda chocará con el mejor exponente del futbol total en los últimos años. Ese que practica, con hilo dorado y puntada fina, el equipo español. El mismo que patentó hace ya tiempo el Barcelona –desde sus fuerzas básicas, de donde salieron de Guardiola a Messi, pasando por Xavi e Iniesta, que hace dos días volvían locos a los alemanes. El que durante los años 90 implantó allí Johann Cruyff, durante su gestión como entrenador y padre de un proyecto que si primero conmocionó cimientos y modificó procedimientos en el Barça –adonde llegarían después para continuarlo los Van Gaal, Rijkard y Guardiola–, terminaría influyendo poderosamente en todo el futbol español, hasta trocar en sutileza la llamada furia roja, esa sí anacrónica e improductiva. De suerte que Van Marwijk intentará remontar el futbol total de la roja con especulación y juego amarrado de la Holanda actual, tan alejada de la escuela, la táctica y el estilo que asombraron alguna vez al mundo. Las del universalmente admirado Barcelona, equipo que marca el tono y el ritmo del otro finalista del domingo, la España de Vicente Del Bosque, que contra Alemania puso a nada menos que seis puntales blaugranas (Puyol, Piqué, Busquets, Xavi, Iniesta y Pedro). Y con ello tuvo para sacarla de quicio y dominar la semifinal de punta a punta.
Kovacs, Michels, Cruyff
Detrás de la recobrada escuela holandesa hay una hermosa historia. Comienza cuando el cuadro naranja no significaba nada para el mundo del futbol (en 1961, México le ganó dos veces, en CU y en Rotterdam). Precisamente por esos años recaló en Holanda un veterano entrenador rumano de origen húngaro, Stefan Kovacs, imbuido de las ideas que convirtieran a Hungría en el equipo más glorioso de la década anterior, concepto semidestruido por el baño de sangre que ahogó al país tras la fallida rebelión de 1956.
En los Países Bajos, sin presiones de la federación ni la prensa, Kovacs empezó a aplicar su método sin prisa en equipos infantiles y juveniles. Y pronto tuvo discípulos que lo auxiliaron y siguieron sus pasos en los clubes. De esa escuela viene Rinus Michels, artífice del Ajax tricampeón europeo de 1971 a 73, y por supuesto, de la Naranja Mecánica que asombró en Alemania 74, y que era, básicamente, un combinado de los dos grandes del futbol holandés. El Ajax aportó a Suurbier, Haan, Krol, Neeskens, Rep, Rensenbrink y Cruyff; el Feyenoord a Rijsbergen, De Jong, Jansen, Van Hanegem y Van der Kerkhof. Se integraron de tal manera que maravillarían al mundo mientras iban llenando de goles las metas de Uruguay (2–0), Bulgaria (4–1), Argentina (4–0), RDA (2–0) y Brasil (2–0), siendo muchos los que aún no se explican el bajón que acusó aquel armonioso e implacable mecanismo en la final contra Alemania, sin dejar por ello de constituirse en un rival formidable. Cuando Michels, anciano ya, retomó por un par de años al seleccionado, Holanda se coronó campeón en la Eurocopa de Alemania 88. Era la hora de los Van Basten, Gullit, Rijkard, Koeman y Van Breukelen. Y quizás otra hubiera sido la historia si entra aquel balón impulsado por Rensenbrink que devolvió el poste de Fillol en el minuto 90 de la final de Argentina 78. O si Cruyff no renuncia a formar parte de ese equipo, que sin el inmortal 14 perdió gran parte de la magia de 1974.
Dignidad charrúa
Lo de Uruguay, vencido por un gol en fuera de juego en su semifinal contra Holanda, es por muchos motivos paradigmático. Ejemplar desde su DT, que pudiendo aprovechar ese error del árbitro Irmatov para victimizar a su equipo reconoció que no pudieron con los tulipanes, incluso sin mencionar las vitales ausencias de Lugano, Suárez y Fucile. Ojalá puedan recobrarlos en la lucha por el bronce contra los alemanes, y consigan “enterrar la derrota” tal como proponía Tabárez.
Ojo al “pulpo”
¿Pronósticos, vaticinios, augurios, corazonadas? Mejor que interroguen a Paul, “el pulpo” angloalemán que en el acuario de Oberhausen elige ganadores sin equivocarse. Como predijo la victoria española en Durban (y antes la muy improbable de Serbia, también sobre Alemania), muchos teutones se lo quieren almorzar, unos crudo y otros en escabeche. Pues que lo dejen vivir al menos hasta el domingo, si alguien desea conocer por anticipado y sobre seguro el nombre del próximo campeón del mundo.