El Informe Nacional sobre Violencia de Género en la Educación Básica en México publicado de manera conjunta por la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Unicef, hace evidente que como nación no hemos hecho lo suficiente para cumplir con la tarea de adoptar las medidas pertinentes para modificar las pautas sociales y culturales que colocan a las mujeres en una posición de subordinación e inferioridad y para eliminar los prejuicios nacidos de la atribución de papeles estereotipados al hombre y a la mujer.
De esta manera, como sociedad seguimos construyendo identidades masculinas que necesitan ser reforzadas mediante demostraciones de valentía, virilidad y jerarquía, lo que conlleva a legitimar la violencia y discriminación hacia las mujeres. De no tomar acción, estaremos condenados a vivir en una sociedad con ciudadanos de primera, segunda y tercera y nuestra ambición debe ser construir un escenario distinto.
El informe despierta muchas interrogantes, pero sobre todo revela enormes simulaciones y las significativas omisiones en que estamos inmersos en cuestiones de género. Nuestros niños y jóvenes están ajenos al discurso jurídico e institucional, para ellos la igualdad, la equidad y la no discriminación no son más que palabras huecas, y esto es sumamente alarmante y peligroso. Un país digno, no puede darse el lujo de legar a las nuevas generaciones entornos en los que la animadversión por lo que es diferente justifique la violencia y el sometimiento.
Por eso debemos erradicar la violencia de género, debemos eliminar todo tipo de violación a los derechos de las mujeres, debemos conciliar la vida laboral y familiar y debemos apoyar la corresponsabilidad entre hombres y mujeres para darnos cohesión e identidad.
