“Difieren de la razón, aquello

con lo cual mantienen trato más

asiduo, y luego se extrañan de

lo que aparece día tras día...”

Heráclito

El 31 de diciembre del año pasado, en este espacio escribí que mi deseo para 2009 era que fuera un año medianamente malo, pues 2008 había sido nefasto. Sin duda la época navideña y los buenos deseos que a todos nos alientan patrocinaron mi optimismo. 2009 no sólo estuvo cargado de sucesos lamentables que superaron lo ocurrido el año anterior, sino que exhibió la perentoria necesidad de fraguar un nuevo pacto social.

2009 –como afirma en su Detrás de la noticia Ricardo Rocha– será recordado como el año del quiebre del modelo económico, “no sólo por las pésimas calificaciones que afuera nos pusieron todos los organismos internacionales y los premios Nobel, sino por la soberbia ignorante de calificar como un catarrito un sacudimiento que ya todo mundo anticipaba brutal e implacable”, www.eluniversal.com.mx/columnas/81627.html (consultada el 29.12.2009) Por cierto, al responsable del calificativo “catarrito” no sólo se le exonera de toda responsabilidad, sino que se le premia haciéndolo gobernador del Banco de México.

Ahora bien, con motivo de fin y comienzo de año, ¿qué nos vendrá a decir Felipe Calderón en su mensaje? ¿Qué términos utilizará para poder generar certidumbre, confianza y tranquilidad para el ya cercano 2010, si el discurso oficial está absolutamente desgastado? Seguramente los epítetos guerreros contra la inseguridad, el narcotráfico y el crimen organizado ocuparán gran parte de su mensaje y los medios de comunicación, particularmente la TV, magnificarán, como ya lo hacen, lo dicho por él. ¿Cuáles serán las excusas para el aumento a las gasolinas y qué medidas ideará para subsidiar elementos de la canasta básica (maíz, frijol, chile, huevos, leche) que necesariamente se encarecerán por el aumento en los combustibles? ¿Qué podrá decir a esos 28 millones de mexicanos que no tienen acceso a los servicios de salud pública o privada; a los 12 millones que sobreviven en la economía informal, y a los más de 70 millones que han padecido un severo deterioro en sus niveles de vida? ¿Cómo pretenderá disimular la realidad de un país donde es evidente la inexistencia de mecanismos adecuados en las finanzas públicas que impulsen su crecimiento económico, generando empleo, mejorando la seguridad pública y social, y así poder contar con elementos para enfrentar decidida y eficazmente el azote de la pobreza?

Las respuestas a estas preguntas las sospechamos: pretende lograrlo no con base en el cambio de modelo económico, ni con verdadero diálogo con los diversos sectores, sino –como ya lo empezamos a vislumbrar– el enorme apoyo de los medios electrónicos de comunicación que sabemos, en tanto mediadores, crean un discurso que explica, traduce, trasluce y da forma o más bien deforma la realidad.

No es gratuito que este año de crisis, según el documento “Avance financiero enero–mayo de 2009” –preparado por la Secretaría de Hacienda y remitido a la Cámara de Diputados (www.cefp.gob.mx/intr/edocumentos/pdf/cefp/2009/cefp0502009.pdf)– el Congreso aprobó para el rubro 002 asesoría, coordinación, difusión y apoyo técnico de las actividades del presidente de la República; mil 583.7 millones de pesos. Esta cantidad fue ampliada en 42.6 por ciento para llegar a 2 mil 258.4 millones de pesos. De enero a mayo la presidencia de la República gastó mil 20.2 millones de pesos en difusión y apoyo a las actividades del mandatario, es decir, 45.2 por ciento del presupuesto anual programado para este rubro. Por si esto fuera poco, es bien sabido que el pasado 5 de noviembre el Senado de la República finalmente aprobó la exención fiscal para nuevas empresas de telefonía celular, y el 23 de noviembre la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) publicó la convocatoria para licitar la banda 1.72.1 ghz. que permitirá “la entrada de nuevos competidores” en los servicios de triple play (telefonía, televisión restringida e internet por telefonía celular), entre estos estará Televisa.

Esta exención fiscal disfrazada de “apoyo para los inversionistas” consiste en un “período de gracia” de dos años a los concesionarios que tendrán la explotación del espacio radioeléctrico de la banda ancha de tercera generación. Lo anterior implicará al erario público dejar de percibir, más o menos, 5 mil 600 millones de pesos a beneficio, entre otros, de la empresa propiedad de Azcárraga Jean. Privilegio en el uso y la explotación del espectro radioeléctrico, propiedad de todos los mexicanos. Privilegio sin duda para los grandes capitales, mientras los ciudadanos de a pie cargamos con una onerosa miscelánea fiscal... El asunto es claro, privilegios a cambio de imagen.

Habrá que estar muy atentos de lo que diga Felipe Calderón. Un buen deseo de año nuevo es que la veracidad y mesura sean la guía de su discurso, pues estamos cansados de triunfalismos y de promesas que no se cumplen. Sin embargo, la experiencia nos dice que una vez dado su mensaje con motivo del año que termina y el año que comienza, en el “algo por algo”, Calderón contará con el apoyo de los grandes consorcios mediáticos que harán todo lo posible por aminorar la presión de la muy golpeada sociedad hacia el gobierno federal. Preparémonos para soportar desde alabanzas en los programas informativos hasta múltiples spots en radio y televisión –que ya comenzaron–, e incluso contratación de servicios de call center para tratar de revertir la pésima imagen de un mal gobierno.

Más que un mensaje lo que requiere este país es un gran diálogo donde se establezcan acuerdos para un nuevo pacto social, que de no llevase a cabo terminará con echar por la borda el proyecto de un país de leyes e instituciones que comenzó a fraguarse, no sin sangre, desde hace casi 200 años.