Tal parece que los políticos siguen viviendo del discurso de las llamadas “izquierdas”, “derechas” y lo que está de moda “centros”. Este último es un corrimiento engañoso en el espectro que les da tranquilidad y pinta de moderados.
Así, los ciudadanos comunes se confunden con esas ideas que no sirven sino para mantener un debate demagógico y electoral tan estéril como interminable.
En el caso de México, estas ideologías, mientras cantan la música de los derechos humanos, de la libertad, escriben la letra del apego al poder por el poder, olvidando a los ciudadanos y sus derechos, sirviéndose de él, enriqueciéndose con dinero ajeno.
Un discurso basado en esta geometría política sólo explica la pereza mental, la inercia del lenguaje y la lógica de esa vida paralela a la vida real que es la vida de la política. Pensando más en la forma que en el fondo; más que en la realidad, en la apariencia; más que en la verdad, en la opinión.
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