Aunque considera que es diputada por trabajo y circunstancias, ya que para la clase política de Tlaxcala es “una desconocida”, la legisladora local del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Ana Lilia Rivera Rivera reconoce que le gustaría –a largo plazo– asumir la titularidad del Poder Ejecutivo local para “gobernar como un dictador, pero ser generoso y demócrata como sólo una mujer lo sabe hacer”.
Madre soltera “por decisión propia”, luchadora social “por convicción y talachera de las elecciones del PRD”, Ana Lilia Rivera se asume como mujer de clase media, convertida en “los nuevos pobres” que se abre paso en lo que llama las grandes ligas de la política en el estado.
En entrevista con La Jornada de Oriente, la diputada perredista habla de su lucha personal por alcanzar sus sueños y anhelos en la política; cree en los milagros porque “estoy viva de milagro”, pero se califica como una mujer de fuertes convicciones que no claudicará en sus ideales.
“Soy una desconocida para la clase política de Tlaxcala, pero para la de mi municipio, de mi distrito y sobre todo del PRD, soy la talachera. La que desde hace 10 años está en las campañas políticas de todos los candidatos del partido haciendo el trabajo rudo. Pero no participo así por desdén hacia mi persona, sino que lo decidí así, porque para llegar al puesto en el que estoy, que soñé desde que tenía 6 años de edad, tenía que trabajar mucho, porque esos espacios son reducidos por el privilegio, la amistad, por muchas condiciones que debía vencer”, sostiene sin molestia.
Asegura que la política es una pasión, porque “me hierve la sangre y el corazón cuando veo injusticias, igual por mi origen social de donde vengo y crecí, de una familia de clase media, que actualmente somos los nuevos pobres. Estudié derecho en la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT). Mi papá fue líder de los trigueros, se llama Marcial Rivera, es un hombre muy sensible de las causas injustas. Encabezó las primeras grandes manifestaciones de cebaderos en Tlaxcala, cuando cerraron carreteras y se fueron en tractores hasta México, a mediados de los setenta.
A los seis años “empecé a participar en concursos de oratoria. A los siete años participé en el primer Congreso Tlaxcalteca, en aquella ocasión nos reunieron a los niños en La Malinche para presentar nuestros proyectos legislativos. Ahí fue donde decidí que quería ser diputada. Dije: tengo que llegar a ser para poder hacer muchas cosas”.
Sin embargo, su participación como “luchadora social” se da hasta ocho años después, cuando “en mi comunidad quisieron poner una gasera, en la entrada de la carretera a Cuaula. Nos organizamos alrededor de 30 mujeres y a pesar de que les habían dado la autorización, nos plantamos frente a las máquinas y no los dejamos hacer nada”.
Casi al concluir su carrera universitaria, su padre arriba al Congreso local como diputado plurinominal del PVEM, instituto que le ofrece dicho espacio luego de ser reconocido como Premio Estatal al Mérito Ecológico, por sembrar más de 3 millones de árboles para rescatar la zona boscosa de Calpulalpan que ya estaba devastada.
Ahí, ella hace las veces de asesora y entra junto con su padre “a las grandes ligas, pero como novatos, entonces nos dimos cuenta que el Congreso del estado era el teatro más grande de Tlaxcala, que todo era una pantomima y que no era lo que creíamos, incluso cuando salimos de ahí, terminamos decepcionados”, recuerda.
“Había ocasiones que él me decía que no quería votar de determinada forma, y cuando yo entraba a sesiones y veía que votaba después de que hablaba con Argelia Arenas Corona, ex coordinadora del PRI y líder de la Cámara en esa legislatura, se me escurrían las lágrimas porque veía que él votaba y agachaba la cabeza. Me daba coraje ver a mi padre humillado de esa forma, porque no tenía fracción, estaba solo, además de que no tenía orientación. Pero aprendimos los dos y me influyó mucho lo que viví con él”, rememora.
Con el paso del tiempo, en 1998, se define como una mujer de izquierda y por ser el PRD “el partido más cercano a la izquierda en México”, se incorpora a éste, “pero no tiene que ver con el arribo de Alfonso Sánchez Anaya al gobierno, ya que no participé en su campaña, incluso, a él lo conozco cuando ya es gobernador. Hay mucha gente que me dice que soy del grupo de Sánchez Anaya, que él me hizo, pero ¡no! Yo a él me lo encontré en el camino y yo ya era lo que soy”.
Por ello, niega pertenecer al grupo Cambio hacia a la Democracia que lidera el ahora senador perredista, incluso asegura que en el proceso constitucional prefirió no recibir ningún apoyo del grupo del ex mandatario, porque “cuando inicié la campaña, le pedí un favor al doctor, le dije que me dejaran sola. No quiero que los enemigos de Alfonso sean mis enemigos, tengo los propios. A nadie quise en mi campaña, ni al presidente del Comité del partido, ni al doctor ni a Maricarmen Ramírez, porque yo sabía cómo hacerle para ganar”, se ufana.
No obstante, reconoce que el matrimonio Sánchez–Ramírez le asignó la conformación de las estructuras políticas para participar en los procesos comiciales en esa zona del estado, lo cual hizo y operó en al menos cuatro procesos electorales: los comicios intermedios a ediles y diputados de 2001; la campaña a diputada federal de Gisela Santacruz, la de Ramírez García a la gubernatura, las de Sánchez Anaya y Andrés Manuel López Obrador en 2006, lo que le permitió crear sus propias estructuras, ya que “la gente me veía en el trabajo y que era constante, por lo que esa estructura que ya se había conformado me permitiría ganar la candidatura del partido y luego la elección constitucional de 2007”.
Diputada, por circunstancias
Por ello, no duda en señalar que “soy diputada por trabajo y circunstancias. El trabajo estaba ya hecho, pero con mi postulación en 2007 hubo circunstancias y muy fuertes”.
Una de ellas fue la muerte de su madre, recuerda con un brillo muy especial en sus ojos, ya que “el día que empezaba mi campaña en el proceso interno iba con mi familia y un auto que era manejado a exceso de velocidad por un alcoholizado, invadió el carril y nos impactó. Ahí mató a mi mamá, mis hermanos quedaron muy graves y mi hijo se rompió las piernas.
“Para mí fue muy difícil. Cuando desperté, habían pasado tres días, me dijeron que estaba grave, que a mi mamá la habían enterrado hacía dos días, tenía sondas por todo el cuerpo, por lo que me dijeron que ya no podía ir a la campaña interna, pues estaba mi familia delicada y no había quién me ayudara. Pero dije que no, porque yo sabía que era el momento y me dije: de que me mate un irresponsable en la carretera a que me maten por lo que creo, mejor lo segundo y me levanté a hacer campaña. Esa fortaleza para la gente fue buena, porque decían que si así hacía la campaña, ojalá la haga para nuestra defensa”.
–De manera hipotética y suponiendo que los milagros existen y a ti te ocurre uno, que mañana amaneces siendo la gobernadora de Tlaxcala. ¿Cuáles serían las cinco acciones que tomarías de manera sustancial que marcarían todo tu proyecto como gobernador.
–Bueno, sí creo en los milagros, porque estoy viva por uno, aunque no creo en los milagros políticos. Si amaneciera gobernadora, aunque se tiene que trabajar muchos años para serlo, no sería de un día para otro, pero seguramente si se haría, la primera gran decisión sería elegir a mi equipo de trabajo, acercaría a los mejores en cada gran espacio; segundo, crearía un programa de desarrollo para Tlaxcala, basado en un análisis de desarrollo regional en donde veamos qué es lo que se produce en cada parte del estado, para desarrollar políticas públicas encaminadas a explotar lo que ahí se produce o comercializa.
“Tercero, incentivaría como nunca a la pequeña y mediana industria, porque son los que generan mayores recursos y también desarrollar políticas menos burocráticas para que nos permitan desarrollar servicios, turismo, a los textileros y a todos aquellos que generan por lo menos un empleo; erradicar hasta donde sea posible la corrupción y optimizar los recursos que lleguen a Tlaxcala; eliminar el tráfico de influencias; transparentar el manejo de la obra pública; exigir cuentas públicas a ediles, pero poniendo el ejemplo de gobernar como un dictador, pero ser generoso y demócrata como una mujer lo sabe hacer”.
–Como mujer en la política, ¿a estas alturas de tu vida te sientes realizada?
–Estoy feliz de ser mujer, pero realizada creo que no, porque el día que lo esté es porque estaré conforme con mi tránsito por la vida. No me siento realizada como mujer todavía porque a pesar de que tengo un hijo, el día que lo vea seguro, decidido en sus determinaciones y responsable de sus actos, lo estaré, porque tendré un hijo que es lo que quiso ser y será hasta que sea adulto.