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Martes, 2 de septiembre de 2008
La Jornada de Oriente - Puebla - Cultura
 
 

 ARISTAS DE LA CIUDAD  

Homenaje al inmigrante libanés

 

Esta escultura es una pieza que denota conocimiento escultórico es estática y sin movimiento como las que dominan nuestras calles, más bien tiene actitud y gesto
Elvia Sanchez de la Barquera

Durante la segunda mitad del siglo XX hubo cierto estancamiento en el desarrollo urbano de la ciudad, no obstante el equipamiento que se le da con motivo de la conmemoración de la Batalla del 5 de Mayo: Por un lado se construyen nuevos centros de servicio, y por otro lado se trazan nuevas e importantes vialidades, pero no de una manera integral con planes y proyectos urbanos.

La autopista México–Puebla genera nuevas vialidades, siendo una de las de mayor importancia el bulevar Hermanos Serdán, ya que para entonces funciona como la entrada principal a la ciudad. Con amplitud en sus vías de trámsito, con áreas verdes y flanqueado de construcciones significativas como el Mesón del Ángel y el Instituto Normal del Estado. Posteriormente se construyó el Centro Mexicano Libanés, fundado el 19 de junio de 1967, un club deportivo que acoge a poblanos de origen libanés, remarcando la pertenencia, jerarquía y estatus socio–económico.

Hace aproximadamente 10 años y como una manera de homenaje a esta colonia avecinada en nuestra ciudad, se erige una escultura que evoca al inmigrante libanés, y que es realizada por Ramiz Barquet, quien nació en el Distrito Federal en 1921, ciudad donde realizó sus primeros estudios de arte, mismos que ha de continuar en Canadá, y posteriormente en París y Florencia. En México trabajó al lado del escultor Augusto Bozzano. Barquet tiene obra en el interior de la República Mexicana, en Estados Unidos, Canadá, China, Japón, así como en algunos países de Europa y Sudamérica. Su única escultura pública en esta ciudad es esta, la del Centro Mexicano Libanés, pero también ha compartido su obra con otros centros culturales libaneses como el de la ciudad de México y el de Monterrey. Y es que desde 1941 se fundó la Sociedad Libanesa de México SA de CV con el apoyo del entonces presidente Manuel Ávila Camacho.

Esta escultura es una pieza que efectivamente denota conocimiento escultórico por varios aspectos: por un lado el tamaño, mayor al natural, lo cual le da presencia, al mismo tiempo que le relaciona con el entorno construido. Las proporciones que guarda no son tan realistas como determinantes, lo cual acentúa las características mencionadas. La anatomía ha servido para dar forma y plantear una estructura humana como tal. No es una escultura estática y sin movimiento como las que dominan nuestras calles, más bien tiene actitud y gesto. Sin embargo, lo que le debilita un poco es la textura, ya que se ha trabajado con cierta timidez, sin carácter y sin diferenciación entre los objetos representados. Las telas, por su parte están poco trabajadas,  con un realismo muy elemental.

A los costados de la escultura se han colocado dos placas del mismo material: bronce, en el que señalan las cualidades del inmigrante, y en conmemoración a los más de 100 años de este movimiento de población, fechadas en 2000.

 
 
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