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Puebla > Salud
jueves 5 de julio de 2007

ESTÉTICA Y SALUD

 

Piel saludable

Rafael H. Pagán Santini

Suave, tersa, vital; estos adjetivos describen el órgano más grande, más fino y uno de los más importantes del cuerpo: la piel. Forma una separación autorreparadora y protectora entre el medio interno del cuerpo y el mundo exterior, muchas veces hostil. La piel es un sistema que regula la temperatura corporal, percibe los estímulos del dolor y del placer, no permite que determinadas sustancias entren en el organismo y representa una barrera protectora frente a los efectos del sol.

Como cualquier otro órgano de nuestro cuerpo, la piel requiere de acciones preventivas para evitar que el medio ambiente la deteriore o promueva su envejecimiento prematuro. Esta membrana cutánea tiene funciones específicas que garantizan un constante equilibrio en nuestro cuerpo: nos protege de la hostilidad externa, mantiene la temperatura de nuestro cuerpo relativamente constante, produce vitamina D, es una barrera inmunológica útil para detener diferentes enfermedades y con ella podemos sentir lo que ocurre a nuestro alrededor. La belleza de la piel va de la mano con su salud.

Aunque la piel es una barrera que nos protege, no es una coraza invencible. Tras una prolongada exposición a la luz solar, la parte más externa de la piel (epidermis) se vuelve más gruesa y las células cutáneas productoras del pigmento melanina (melanocitos) incrementan la producción del mismo, lo cual hace que el color de la piel cambie. El daño ocasionado por la luz UV en las capas más profundas de la piel (dermis) produce arrugas y una coloración amarillenta. La radiación solar también adelgaza la piel y puede inducir a la aparición de formaciones precancerosas (queratosis actínica, queratosis solar). Además, los individuos expuestos durante mucho tiempo al sol corren mayor riesgo de contraer cánceres de piel, ya que la radiación solar altera la información genética de las células de la piel.

A medida que las personas envejecen pierden la grasa del estrato subcutáneo, la dermis y la epidermis se vuelven más delgadas, las fibras elásticas de la dermis se fragmentan y la piel tiende a arrugarse. Las arrugas aparecen primero como una línea fina y luego como un surco en la piel al ir perdiendo su firmeza y textura. La irrigación sanguínea de la piel también disminuye con la edad, por lo que las lesiones cutáneas curan más lentamente en las personas mayores. Al envejecer la piel las glándulas sebáceas producen menos sebo protector, y por ello la piel se seca con mayor facilidad. Cualquier pérdida de humedad hará que la piel se vea arrugada y reseca.

La piel también puede envejecer prematuramente como resultado de la exposición a la radiación UV (foto–envejecimiento). Las bandas de la longitud de onda A (UV) y B (UV) afectan directamente las fibras de colágena y causan una acumulación anormal de las fibras de elastina, ambas fibras dan fortaleza y firmeza a la piel. Cuando esto ocurre se produce una gran cantidad de enzimas llamadas metaloproteínas. La función normal de estas enzimas es la remodelación del tejido dañado por el sol, sintetizando y rehaciendo nueva colágena. Lo mismo ocurre con las fibras de elastina, si se dañan con la exposición a los rayos del sol son reparadas por estas enzimas. Sin embargo, esto es un proceso imperfecto, y para poder lograrlo, algunas de estas enzimas degradan la colágena y deshacen la elastina. El resultado es la formación de las llamadas cicatrices solares.

Antes de una exposición a la luz solar intensa y directa, usted deberá aplicarse un filtro solar; esto es, un ungüento o crema con sustancias químicas que protejan la piel al repeler los rayos AVU y BVU. Los filtros solares se clasifican en grados según su factor de protección solar (FPS): cuanto mayor es el número de FPS, mayor es la protección. Y si usted va a utilizar maquillaje primero aplique el filtro solar y después su base. Disfrute sus vacaciones sin hacerse daño.

La mejor manera (y la más obvia) de prevenir los daños que puede causar el sol en la piel es evitando los episodios de la exposición excesiva del sol, particularmente al mediodía. Ni las nubes, ni la niebla son buenos filtros para los rayos UV. Además, recuerde que el concreto, la arena y las paredes blancas reflejan la ondas de luz; por lo tanto, el caminar por la ciudad, no necesariamente la playa, puede producir quemaduras en su piel.

Si desea más información sobre este texto puede escribir al correo electrónico [email protected]