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Puebla > Economía
miércoles 11 de abril de 2007

ECONOMÍA A RETAZOS

A propósito del Programa de Estímulos al Desempeño del Personal Docente de la UAP

María Eugenia Martínez de Ita

Otro tema a discusión a este respecto se refiere a la forma en como se define y evalúa la calidad. En la convocatoria no se aclara qué se entiende por calidad de la actividad académica; quizá esto se debe a que la institución no cuenta con un concepto propio, lo que hace difícil la evaluación (en la página 87 del Documento II “Modelo Educativo-Académico del Proyecto Minerva”, se define a la calidad educativa en los siguientes términos: ‘En el ámbito gubernamental educativo, la calidad se traduce en servicios eficaces, oportunos, transparentes que buscan siempre la innovación y la mejora continua que satisfaga las necesidades y expectativas de los usuarios, con estricto apego al marco normativo y a los objetivos del Plan Nacional de Educación 2001-2006”.)

Si consideramos algunas otras definiciones, como las del Instituto Nacional de Evaluación Educativa, que enfatiza que el concepto de calidad debe responder a los fundamentos éticos y filosóficos que nos identifican como nación y se plasman en el artículo Tercero Constitucional, Ley General de Educación y Programa de Educación 2001-2006, mismos que establecen la necesidad de formar ciudadanos libres, responsables, democráticos, cuyos conocimientos y habilidades permitan afrontar los desafíos del mundo moderno... un sistema educativo puede considerarse de buena calidad si cubre las siguientes condiciones: es pertinente y relevante, es eficaz interna y externamente, tiene impacto en la sociedad y los individuos, es eficiente y es equitativo;, o las que han dado autores como Carlos Muñoz Izquierdo: “La educación es de calidad cuando está dirigida a satisfacer las aspiraciones del conjunto de los sectores integrantes de la sociedad a la que está dirigida; sí, al hacerlo, se alcanzan efectivamente las metas que en cada caso se persiguen; si es generada mediante procesos culturalmente pertinentes, aprovechando óptimamente los recursos necesarios para impartirla y asegurando que las oportunidades de recibirla –y los beneficios sociales y económicos derivados de la misma– se distribuyan en forma equitativa entre los diversos sectores de la sociedad a la que está dirigida”, podríamos concluir que el programa de estímulos evalúa la cantidad no la calidad de las actividades que realizan los académicos, incluso la evaluación ISP que se incorpora en los rubros 3. 2.1. 3–6 tiene esta característica.

Por otra parte, los criterios con los que se califica son muy desiguales; por ejemplo, para que un libro, un capítulo de libro o un artículo de revista se pueda registrar en la base de datos se requiere que se incluya el ISBN o el ISNN según sea el caso, pero para registrar un informe de trabajo basta que sea entregado y dado de alta en dicha base de datos.

A estas alturas, más de uno se estarán preguntando ¿por qué los académicos seguimos participando en este programa a pesar de todos los inconvenientes que se han señalado y de lo denigrante que puede resultar? La respuesta es porque nuestros salarios son bajísimos. A diferencia de la burocracia universitaria, que goza de salarios atractivos, los académicos tenemos que someternos por necesidad. El nivel más alto al que podemos llegar es el de Titular “C” Tiempo Completo; sin embargo, los académicos que tienen esta categoría no ganan ni la mitad de lo que gana un Director Administrativo “A”, por ejemplo. Mientras que un Titular “C” Tiempo Completo tiene un salario base de 8 mil 972.29 a la quincena, un Director Administrativo “A” gana 19 mil 144.

Además de que somos mal pagados, año tras año debemos vivir con la incertidumbre, ya que el estímulo que representa la beca al desempeño académico, como se señala en la convocatoria, “no constituyen un ingreso fijo regular ni permanente, no forman parte del salario, ni son materia de negociación con organizaciones sindicales o de alumnos”.

Se podría pensar que en el fondo el problema es económico, y efectivamente lo es (es un problema de economía política) pero no como lo quieren hacer ver las autoridades universitarias (falta de recursos), sino que tiene que ver con el proyecto de Universidad que están impulsando dichas autoridades ya que en función de ese proyecto es como están asignando los recursos.

Muerte en Neuquén

Jesús Rivera de la Rosa

Neuquén es una provincia al sur de Argentina, donde gobierna una persona que se lanzó como candidato a presidente, opuesto a Kirchner. La semana pasada los maestros protestaron por sus bajos salarios, y al intentar cerrar una vía turística fueron reprimidos. Como consecuencia, uno de los docentes, que siempre luchaba pero que según sus compañeros era de “perfil bajo”, fue alcanzado en la cabeza por uno de los proyectiles de la policía y quedó muy grave, con muerte cerebral, ¡que coincidencia desgraciada! A los pocos días murió pues lo desconectaron del respirador artificial. Como consecuencia se ha desatado una gran indignación y este lunes 9 hubo un paro nacional de todos los docentes en protesta.

Durante la represión los maestros trataron de enseñar a los policías que no debían reprimir a los educadores de sus hijos, pero fue inútil.

Esto sucede en un país que cuenta con un gobierno progresista, ¿qué podemos esperar en nuestro caso que somos gobernados por la derecha? Vivimos, como señala el profesor Hans Kung, en el absurdo social.

Ante esta, como otras tantas muertes originadas en la injusticia, no podemos hacer como que nada pasa, y mucho menos como que nada se puede hacer, a menos que hayamos perdido todo vestigio de responsabilidad ética.

En nuestro medio, basta con pedir información, con reclamar por el compromiso social de la Universidad, para que personeros de la administración central se sientan ofendidos ante lo que consideran “afirmaciones dolosas” de quien critica que en la BUAP se promueva sólo el modelo de universidad empresa y se descarte, por la vía de los hechos y las descalificaciones, la posibilidad de modelos alternativos, más definidos del lado de los injusticiados.

Los docentes tenemos un compromiso social no sólo con nuestros estudiantes, sino con la sociedad en la que nos insertamos, tenemos una formación que nos posibilita, y nos exige, ser parte de la conciencia crítica de la sociedad, de la voz que denuncia la aberrante situación en que una persona tenga ingresos equivalentes a seis mil pesos por segundo, mientras haya otros 50 millones de compatriotas que apenas ganan alrededor de 100 pesos diarios. La ciencia económica puede demostrar que ambas situaciones están íntimamente vinculadas.

Los economistas podemos ser emprendedores, si se quiere, o al menos apoyar con nuestra teoría la maximización de las ganancias, pero también podemos investigar sobre los mecanismos económicos y sociales que generan el absurdo social en que vivimos.

Podemos denunciar y exigir, y en ello ponemos la vida.