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Tlaxcala
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viernes 14 de julio de 2006 |
PARABÓLICALegislatura inmoralFernando MaldonadoLas condiciones en las que el Congreso del estado pretende utilizar de manera discrecional medio millón de pesos para la adquisición de cuatro vehículos “austeros” para la utilización personal de tres de los coordinadores de las distintas fracciones parlamentarias y del presidente de la Gran Comisión evidencia la falta de compromiso social de quienes se ostentan como representantes populares” en Tlaxcala. El presidente de la Gran Comisión, el priista Martín González Hernández, quien además es primo del actual secretario de Gobierno, Sergio González Hernández, justificó el oneroso gesto del Poder Legislativo para con los miembros de las burbujas parlamentarias. “Sólo” serán utilizados 500 mil pesos porque serán “austeros” en dichas adquisiciones. ¿Qué es un automóvil “austero” en la perspectiva de tan modesto legislador?, ¿son coches con dos o cuatro puertas?, ¿son vehículos tipo o de lujo?, ¿tienen los dispositivos eléctricos o manuales? ¡Seguro cuentan con cuatro neumáticos! De acuerdo con las leyes del mercado un vehículo de la marca Nissan, modelo Platina, con clima y dirección hidráulica tiene un costo de 102 mil pesos; el más caro, el de lujo alcanza los 112 mil. Los diputados dispondrán de 166 mil en promedio para la compra de sus respectivos automóviles. ¿Quién establece el criterio de austeridad al que se refiere el presidente de la Gran Comisión: la concesionaria o la visión dispendiosa del diputado? La austeridad es una apreciación tan subjetiva que puede ser modesta o perniciosa, según el caso. Pero sucede que cuando un individuo comienza a recibir sustantivas ganancias en metálico de manera subrepticia, suele perder la dimensión del esfuerzo diario por llevarse un peso a la bolsa. Pierde también el valor del dinero que derrochará sin pena ni recato. Es el juego perverso del binomio del poder con el dinero. Es en esa lógica que hay que entender las palabras del diputado González Hernández. Justificarlo sería inconsecuente porque la circunstancia de precariedad que apremia en vastos sectores de la sociedad tlaxcalteca constituye una afrenta. La dignidad debiera apremiar a los beneficiarios de esta decisión. El gesto prevaleciente del tribuno debe atender al espíritu solidario y la justeza de las acciones. La congruencia debiera ser la divisa. En consecuencia, los coordinadores legislativos deben declinar a tan “generosa” dádiva. La coordinadora de la bancada del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Lorena Cuéllar Cisneros; el del gobernante Partido Acción Nacional (PAN), Javier Ortega Salado y el del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Juan Juárez Caporal deben saber que con matices, sus institutos han tutelado los principios de austeridad y de consecuencia con los sectores a los que se deben: los olvidados. No se trata de un gesto populista ni de falsa modestia. Es un tema que hiere y lastima a las miles de familias de escasos recursos con las que se comprometieron. Se trata de atender a los principios, estatutos y doctrina que da origen a los partidos políticos de los que emanan. Se trata de un asunto de moral pública y prudencia. El rechazo social hacia la figura del diputado ha sido pacientemente construido por los legisladores que al amparo de la charola, el fuero y el tráfico de influencias se han servido de la política. De cara a la sociedad, la legitimación del cargo que ostentan debe edificarse todos los días. Se debe hacer sobre cimientos sólidos y no a base de discursos. También de hechos. Esos de los que todavía nadie ha podido advertir en sus representantes populares. |
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