"Periodismo regional a la medida de su tiempo"

EnviarEnviar Imprimir

Puebla > Educación
viernes 14 de julio de 2006

FORO DE REFLEXIÓN

Cristianismo sí, comunismo no

Gabriel Anaya Duarte, S.I.*

Al día siguiente de las elecciones supe que algunas personas habían promovido votar por cierto candidato por ser católico y no por tal otro por ser comunista, ya que los mexicanos somos católicos y guadalupanos. Esta disyunción me recordó la frase, muy repetida en México en los años 60, que he puesto como título a este escrito, y me suscitó las consideraciones que expongo a continuación.

Ante todo tenemos que preguntarnos: ¿qué es ser comunista y qué es ser guadalupano? Empiezo por esto último. ¿Cuál es el fundamento de la devoción a la virgen de Guadalupe, tan importante en el catolicismo mexicano, sobre todo en medios indígenas y rurales? Según cuenta un antiguo relato, 10 años después de la toma de la gran Tenochtitlán por Hernán Cortés, la santísima virgen se comunicó con los habitantes de lo que hoy es México. ¿Con quién se comunicó? No con los jefes militares de los invasores, ni con las autoridades provisionales de la naciente Nueva España, ni siquiera con el recién nombrado obispo, fray Juan de Zumárraga.

Le habló a “un pobre indio llamado Juan Diego”, un recién conquistado y oprimido, y le encomendó llevar una “buena noticia” nada menos que al obispo: “deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mí confíen; oír allí sus lamentos, y remediar todas sus miserias, penas y dolores”. Cito la traducción del texto náhuatl original, ya que la virgen no habló en castellano; ni en inglés, por supuesto.

Pero, ¿coincide este mensaje con lo que sabemos por los Evangelios de María de Nazaret, que se supone se presentó como la virgen de Guadalupe? Vayamos al Evangelio de San Lucas, en el que María, en su cántico, dice que el señor dios “desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón; derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes; a los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada” (Lc 1,51-53).

Surge, sin embargo, otra pregunta: ¿habrá seguido su hijo Jesús, años después, tan revolucionarias ideas? Volvamos al Evangelio de Lucas. Al principio de su vida pública, Jesús presenta su programa en la sinagoga de Nazaret: “el espíritu del señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la buena noticia; me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos; para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del señor” (Lc 4,18-19).

Jesús viene a establecer aquí en la tierra el reinado de dios, donde todos vivamos como hermanos, sin desigualdades. Por eso proclama: “dichosos los pobres, porque de ustedes es el reinado de dios. Dichosos ustedes los que tienen hambre ahora, porque serán saciados. Dichosos ustedes los que lloran ahora, porque reirán [...]. Pero ¡ay de ustedes, los ricos!, porque han recibido su consuelo. ¡Ay de ustedes, los que ahora están hartos!, porque tendrán hambre. ¡Ay de los que ríen ahora!, porque tendrán ustedes aflicción y llanto” (Lc 6,20-21.24-25). No transcribo más textos bíblicos para no cansar a mis lectores.

Pero, ¿acaso pudo vivir la primitiva iglesia una doctrina tan radical? Veámoslo: “todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes, y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno” (Hch 2,44-45). Aclaro, por si alguien ignora el significado de esta última sigla, que el texto no está tomado del Manifiesto Comunista, de Karl Marx, aunque a esto suena lo de que “tenían todo en común”, sino de los Hechos de los Apóstoles, que está en la Biblia.

No he pretendido en este escrito hacer ninguna propaganda política; sólo quiero exponer lo que yo pienso: que la opción preferencial por los pobres y el combate a la pobreza debe ser una prioridad para los gobernantes de nuestro país emanados de cualquier partido, un desafío permanente para el cristianismo auténtico y una tarea personal para cada uno de nosotros, si de verdad nos decimos “católicos y guadalupanos”. ¿O será comunismo esto?

“Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot. com, sus comentarios son bienvenidos”

*Profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.

EnviarEnviar Imprimir