Viernes, abril 19, 2024

La liberación de Europa, el aprisionamiento de la historia

Maciek Wisniewski* / III y última

¿Qué fue primero, un particular espíritu del tiempo que ronda por el mundo desde hace unas décadas, cambiando nuestro entendimiento de la historia, o las teorías revisionistas? ¿El huevo o la gallina? Es por una duda que tengo.

Pero basta escuchar a veces a los políticos ucranios. Tiene que ser un Zeitgeist. Insisto: cosas así no las inventaría nadie por sí solo (y eso sin negarles cierta creatividad perversa a los historiadores reaccionarios como Nolte, Furet o Snyder).

El agresor repetirá la suerte de Hitler, ¡también hoy venceremos!, dijo el premier Arsenyi Yatseniuk durante el 70 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, refiriéndose a los separatistas pro rusos y a Rusia, que acusó de falsificar la historia para arrebatarles a los ucranios (parte de) la victoria ( Gazeta Wyborcza, 8/5/15).

En enero los ucranios liberaron Auschwitz (¡sic!).

En mayo derrocaron a Hitler (¡sic!).

Da miedo pensar qué lograrán hacer antes de que acabe el año.

¡Bienvenidos (otra vez) al “ historical warfare”! El lema reza: no falsificarás la historia mientras yo mismo la estoy falsificando (una paráfrasis de Churchill).

Como eso de que los políticos de Kiev, comparando incansablemente a Putin con Hitler (¿cuántas veces más?), tapan su propia e infame colaboración con el Führer, a quien los líderes nacionalistas (Bandera, Shujévych, et al.) deseaban buena suerte y pronta victoria viendo en él un padrino de la independencia (una apuesta tanto criminal como… suicida).

Y si bien a sus brazos los empujaron –en buena parte– las represiones soviéticas (y… polacas), la gran paradoja de la historia es que aunque Stalin haya sido un tirano-asesino, también era el padre de Ucrania tal como la conocemos: consolidando su territorio y fomentando la conciencia nacional (Stephen Kotkin, Stalin, father of Ukraine?, en The New York Times, 27/11/14). Mientras, los nazis, llevando en aquellos terrenos una guerra colonial igual que contra los negros, trataban a los ucranios como blancos-negroides –Erich Koch, Reichskommissar de Ucrania 1941-1943, dixit (Enzo Traverso, The origins of nazi violence, The New Press, 2003, p. 72)–, destinados, igual que otros eslavos, de haber triunfado el nazismo, a ser trabajadores-esclavos, algo impedido sólo por… la URSS.

Pero hoy, claro, el peor es Stalin, y aunque en Ucrania –y otros países ex comunistas– domina la narración de dos totalitarismos, la igualación del fascismo y el comunismo secretamente privilegia al fascismo (Slavoj Zizek, ibidem).

Un buen ejemplo son dos decretos de descomunización pasados en Kiev para coincidir con el aniversario del fin de la guerra:

  • El primero condena oficialmente a ambos sistemas, prohíbe los símbolos nazis y comunistas (aun el Manifiesto… o la Internacional) y criminaliza la negación del carácter asesino del régimen comunista en Ucrania 1917-1991, pero… al mismo tiempo elimina tácitamente la sanción por negar los crímenes nazis (en fin: ¿alguien se imagina un castigo a los batallones neonazis Azov o Aidar por los Hakenkreuz que portan?).
  • El segundo nombra a los miembros de las organizaciones fascistas OUN/UPA –vedadas en la URSS por haberse aliado con los nazis y combatido al Ejército Rojo– luchadores por la libertad, criminalizando incluso cuestionar o negar la legitimidad de sus acciones –¡sic!– (un acto de censura que impide cualquier debate histórico).

¡Así se forja la nueva memoria histórica ucrania!: desde arriba, de manera autoritaria, incluso… estalinista (que dice querer eliminar).

Otras leyes cambiaron el término Gran Guerra Patria por Segunda Guerra Mundial, dejaron el día de la victoria para el 9/5, pero establecieron el 8/5 un nuevo festejo, ambos días bañados en una aberrante campaña que fusionaba la memoria de la Segunda Guerra con la guerra en Donbas (véase: Halyna Mokrushyna, en Counterpunch, 4/5/15).

La historia usada en tiempos de guerra puede ser una buena arma; pero la historia escrita en tiempos de guerra es simplemente mala historia.

En Ucrania al final el que quedó arriba es el fascismo.

Los colaboracionistas acabaron de freedom fighters que “tomaron una difícil decisión de aliarse con los nazis para combatir el ‘mal peor’, el comunismo”, y con la imagen lavada: los decretos redactados entre otros por Yuri Shujévych, hijo de Roman (1907-1950), notorio antisemita, comandante de UPA y fuerzas ucranias en Wehrmacht (batallón Nachtigall), evitan mencionar, por ejemplo, cualquier participación ucrania en múltiples pogromos de judíos.

Lo mismo nos dirá el principal historiador revisionista de hoy, Timothy Nolte redux Snyder.

En su Bloodlands, Europe between Hitler and Stalin (Basic Books, 2010, 560 pp.), asegura que banderovsty se enlistaban en la 14 División SS Galizien no para ayudar a los nazis, sino… combatir a los ocupantes sin importar de dónde venían, y clama que decir que eran antisemitas es… manipulación histórica de Rusia (“Don’t let Putin grab Ukraine”, en The New York Times, 2/4/14).

No. Ahora son liberadores.

Al menos en la historia según Yatseniuk o Poroshenko que, usando el ambiguo criterio étnico –e ignorando las irreconciliables diferencias ideológicas– metían en el mismo saco a los ucranios en uniformes soviéticos (6 millones) y los colaboracionistas (250 mil), para decir que juntos (¡supersic!) contribuyeron a la liberación de Europa.

Incluso parecían invertir estas cifras en su amor a los banderovtsy que rechazaban la tiranía de todo tipo (pues al final también se enfrentaron con los nazis, aunque con más ganas mataban a los comunistas), olvidando que no liberaron ni a Ucrania (lo hizo Stalin).

Lo único que liberaron, cuando los alemanes ya se retiraban en 1943-1944, fue Volinia y parte de Galitzia (ex Segunda República Polaca), exterminando a más de 100 mil polacos y miles de judíos, rusos y antifascistas ucranios, acto de liberación del que fue responsable Sujévych (y una historia que Polonia prefiere reprimir hoy, en espíritu de cerrar filas contra Rusia).

¿Y el espíritu del tiempo de rescribir el pasado según la política nacionalista? Mira atrás, pero su objetivo es el presente: deslegitimar y eliminar a la izquierda.

* Periodista polaco

Twitter: @periodistapl

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