Tasa de rechazo. Voto oculto. 50 por ciento es la tasa de rechazo a las entrevistas que reporta Mitofsky, en “la otra contienda: preferencias para diputados y senadores”. Los estudios sobre competencia electoral 2018 casi no registran el número.
En algunos de sus ejercicios demoscópicos que reporta El Financiero, la tasa de rechazo a las entrevistas es del 51 por ciento. Las tasas de rechazo más bajas las registra el periódico Reforma; 30–35 por ciento.
En todo el mundo las tasas de respuestas a encuestas van en picada. En Inglaterra solo el 43 por ciento de los hogares responde. En Estados Unidos ha pasado del 94 al 85 por ciento en los últimos años.
Reportes de investigación muestran que los grupos en donde las tasas de respuesta son menores, es en los extremos. La que más responde es la clase media.
Las encuestas de hogares derivan su poder de la aleatoriedad. Dado que no es práctico lograr que cada ciudadano complete un cuestionario extenso con regularidad. Los estadísticos entrevistan lo que esperan sea una muestra representativa.
Una rápida revisada a lo que se informa sobre los ingresos podía dar una idea. En México, la realidad y el registro censal no se corresponden. En el imaginario se ha construido la idea de que eso repercute en mayores impuestos.
Si se toma en serio la tasa de rechazo puede observarse que entre un 35–50 por ciento de los mexicanos no solo rechaza sino que probablemente tampoco asistirá a votar. No hay que olvidar que la abstención nunca es menor al 35 por ciento.
En 2012 las diferencias entre preferencias y resultados desata una crisis en las casas encuestadoras. Si la experiencia se repite en 2018 puede provocar consecuencias difíciles de prever.
De ahí la necesidad de que las casas encuestadoras informen sus tasas de rechazo, porque ha comenzado a extenderse la hipótesis del voto oculto.