Jueves, marzo 28, 2024

Sociedad civil consciente y solidaria

A pesar de la campaña desinformativa emprendida por el gobierno y sus patrones empresarios ante los dramáticos ciclones y terremotos que han dejado una estela de destrucción, dolor e incertidumbre, la sociedad mexicana ha reaccionado de manera oportuna y sin esperar órdenes comenzó a rescatar sobrevivientes bajo los escombros, a dirigir el tráfico en el caos, a auxiliar a los heridos, a los que cayeron en crisis nerviosas.

Estos ejemplos se repitieron en los cientos de poblaciones afectadas a lo largo del territorio nacional, aunque no figuraron en los noticieros estelares. Muchos ciudadanos recordaban la experiencia del 85, cuando la sociedad civil descubrió que ante el infortunio no podía contar con el gobierno sino con sus propias manos, su capacidad auto organizativa y su solidaridad. En  esta ocasión, fue algo diferente: el gobierno reaccionó más rápido que hace 32 años, pero no con la intención de ayudar a los ciudadanos atrapados bajo los escombros, sino para neutralizar a la sociedad civil, para tomar el control de la situación o por lo menos aparentarlo, pues en las actuales circunstancias del terrorismo neoliberal, cualquier movimiento de auto organización ciudadana es un peligro para el sistema, llámense autodefensas, comités de desaparecidos en fosas clandestinas, comités contra los feminicidios, brigadas de auxilio, o rescatistas.

Eso explica la guerra mediática desatada por los medios del sistema en la que se mezcla el amarillismo y el miedo; se banaliza el dolor, se exaltan falsos héroes que actúan con un guión en medio del verdadero dolor de los afectados. Si el Ejército y la policía hicieron presencia fue primero para impedir que los voluntarios actuaran por sí mismos, fue para desorientarlos, minimizar u obstaculizar su trabajo, para hacer ver en la pantalla que los ciudadanos de a pie, “no pueden”, no son “especialistas” y que sólo quienes detentan la violencia legítima y sus amos pueden tomar decisiones de en qué momento y en dónde meter la maquinaria pesada para remover los escombros, hayan o no sobrevivientes sepultados.

Ahora también la guerra en contra de la sociedad civil se dio en las redes sociales con la difusión de mensajes sembradores de virus, o de falsas noticias y rumores maliciosos para desacreditar las propias redes civiles que la sociedad ha venido construyendo. Pero la ciudadanía contrarrestó eficazmente su estrategia estableciendo sus propios canales informativos con cadenas de seguridad para verificar la autenticidad de la información. La ayuda en alimentos y bienes básicos empezó a fluir, y nuevamente los funcionarios trataron de desviarla en su provecho y el de su partido de manera tan abierta y descarada que las denuncias y testimonios llovieron al por mayor en la Ciudad de México, Oaxaca, en Morelos y en Puebla.

La respuesta de la sociedad fue organizar sus propias cadenas de ayuda para hacerlas llegar directamente a los damnificados, sin pasar por ninguna dependencia gubernamental; entonces vinieron los decomisos y el robo directo. La burda estrategia provocó que ya ningún funcionario se atreva a presentarse en ningún lugar público para sacarse la foto, por temor a ser abucheado o hasta agredido; prefieren aparecer en sets artificiales preparados por sus “expertos en imagen”. Finalmente recordemos que en medio de la tragedia, hoy se cumplen tres años de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa y que a espaldas nuestras se negocia un TLC más esclavizante.

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