“Soy una anarquista teatral”, así se autodefine Silia Juárez Cerón, directora de Psiqueiros Teatro, compañía independiente que hace ficción de la realidad y busca desarmar al machismo.
El grupo nació hace cinco años por la necesidad de abordar el contexto social: violencia, feminismo y bullying, así como el abandono de personas de la tercera edad con la obra “La esperanza de vivir”.
La formación de Silia en el teatro es lírica. “Mis tablas se hicieron a través de los años, pero no por ello mi formación significa menos”, defiende.
Cursó talleres con maestros de la Ciudad de México, entre ellos José Alberto Gallardo, Eloy Hernández, Maribel Carrasco y Enrique Olmos. “Específicamente me dediqué a la dirección”.
En la capital del país también perfeccionó su interés en el teatro de cabaret.
“Para mí es una herramienta social, una sátira de lo que es políticamente correcto e incorrecto. Soy una anarquista teatral, eso es lo que me define y, por lo tanto, voy contra lo que sea ‘no’”, puntualiza.
Silia hace teatro desde hace aproximadamente 15 años.
“La necesidad de tener una compañía es porque mis expectativas estéticas y poéticas cambiaron y porque soy parte de la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero, Travesti e Intersexual (LGBTTTI)”.
Para la directora y actriz es imperioso visibilizar a esa población, “porque muchas veces es maltachada o prejuiciada, incluso, completamente enjuiciada, muchísimo”.
Busca un cambio y hacer ficción desde una escena “que es real, que se vive día con día”.
La idea es hacer cabaret donde la mujer, el hombre y la identidad de género “tengan una libertad en expresión, en comunicación”, realza.
“Me parece que a través del arte se mueven consciencias y es una herramienta social poderosa que sensibiliza, empatiza, no de lo que es correcto e incorrecto, simplemente humanizar, hacer un espejo y quizá –desea– llegar a una neutralidad, a un respeto”.
Le apasiona lo multidisciplinario: música, teatro, pintura, “todo lo que esté en pro de la dignificación de la comunidad LGBTTTI, le apuesto bastante”.
–¿Cómo has percibido la aceptación de este tipo de teatro en Tlaxcala?
–El teatro de cabaret es aceptado por el público, pero lo primero que piensa es que va a ver putas o un show, y sí y no, responde entre risas.
“Hay una caracterización, un personaje, una historia, algo detrás, pero a toda esta carnita que se desmenuza en escena, lo que tratamos de hacer es darle la vuelta, desde cualquier contexto, ya sea de los derechos de la mujer, del feminismo, identidad de género. Me duelen los feminicidios, me duele la violencia de mi país”, añade.
Distingue una respuesta caótica por parte del público.
“Es buena, me parece que ha sido bastante interesante. Realmente no espero un resultado, se lanzan los proyectos con la necesidad principal propia para poder empapar un poco a los demás, sé que la gente no va a pensar como yo, pero probablemente sí le incomode lo que yo diga”.
En este lapso de existencia, “hay mucha gente” en espera de producto de Psiqueiros.
Sin embargo, asienta: “La única respuesta que me interesa es que al salir de la puesta en escena, haya una discusión en la mesa de casa sobre lo que vieron, el cambio que hizo en la mente de una persona o lo incómodo que le haya resultado”.
Incluso –destaca–, hay quienes esperan afuera del espectáculo y dicen que su mamá, tío o que ellos mismos “salieron del clóset”.
“Es el granito o un porcentaje al que le apostamos, a esa humanidad que probablemente está esperando que la jalen, que la ayuden”.
Declara que el teatro “es sanador, meramente psicológico, una sanación alternativa, una terapia”, no solo para el actor sino también para el espectador.
Luego, confiesa: “No esperaba el resultado, solo que algo se moviera en la sociedad”.
Psiqueiros comienza a ser ubicado entre la población como el grupo de chicos que están en los bares, que se visten de princesas, añade.
“Para mí es un reconocimiento. Queremos hacer una transformación, de nuevas discusiones, lenguajes de masculinidades y feminidades, incluyendo el desarme del machismo”.
Aun sabedora del reto complicado, se anima a confiar que en su entorno se deje de hablar “con trasfondo machista”; es cuando –subraya– “para mí el trabajo está hecho”.
Establece: “Esta compañía ha logrado una vertiente, una diferencia de estéticas, seguiremos haciendo trabajo de cabaret, también apostaremos por algunas otras propuestas en texto, sin dejar de abordar temas sociales o lo que en el momento le esté doliendo a mi pueblo, a mi gente”.
En otros proyectos, Psiqueiros aborda temas relativos a la identidad tlaxcalteca, a la muerte y a la homosexualidad de dos mujeres que hablan sobre el acoso que sufren.
Silia estudió psicología y nutrición. De hecho, a partir de la segunda de estas ramas comenzó a explorar diferentes estéticas del teatro, “sobre todo contemporáneo, de lo que le duele al ser humano, de los juicios y prejuicios”.
La directora de la compañía, que en sus inicios trabajó en el grupo de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT), convoca a la sociedad a consumir arte.
Pero enfatiza que el desarrollo, avance y evolución de la comunidad LGBTTTI deben ser fomentados desde casa, con valores, hechos, bases sólidas, como las leyes, y fundamentos o antecedentes bien consolidados.
“Nadie obliga a nadie a amar a esta comunidad, pero sí seamos incluyentes, con respeto muto propio, que es el principal valor que debemos tener los seres humanos para poder avanzar como tales”, insiste.