Martes, abril 23, 2024

Río de muerte

Así fue calificado el río Atoyac por un ciudadano de Tepetitla, en la reunión de trabajo “Contaminación del río Atoyac, salud y alimentación”, realizado la semana pasada por autoridades federales y estatales en La Trinidad. El calificativo resume cómo viven las poblaciones asentadas en las márgenes de este río, el alto grado de toxicidad de sus aguas que ya afectan directamente la salud humana como ha quedado demostrado por diferentes estudios (entre ellos algunos de la UNAM) que han analizado la alta incidencia de diferentes tipos de cáncer en sus habitantes. Hablar de la contaminación del Atoyac, implica irremediablemente hablar de la contaminación del otro río fundamental en la vida socioeconómica de Tlaxcala: el río Zahuapan que también presenta el mismo problema y además, una gran disminución de su caudal. En este encuentro, nuevamente se escucharon los mismos diagnósticos engañosos: que el problema es muy complejo y que por lo tanto hay que conformar un grupo multidisciplinario para estudiarlo, que son las descargas domésticas municipales las que más contaminan, que no son las industriales porque las empresas tratan sus aguas; que no se aplica la legislación ambiental que ya existe; que lo que urge es sanear y limpiar el río; que las supuestas plantas tratadoras no funcionan por falta de recursos, pues su funcionamiento es muy costoso; que los responsables son los municipios; que ahora sí la iniciativa privada se compromete a respetar las normas ambientales y a sumarse al rescate de los ríos. En fin nada nuevo y nada que vaya más allá de las declaraciones mediáticas para llenar el vacío y ausencia de una gestión pública real. Cada nueva administración neoliberal, sea del nivel que sea, no hace más que ignorar los problemas que afectan a la población, pero van en contra de los intereses del capital, pero si el problema hace crisis o ya no se puede esconder, se montan escenarios mediáticos, se hacen grandes y vagas declaraciones y en el mejor de los casos se realizan acciones de maquillaje del problema (campañas para recoger la basura de las orillas del río, por ejemplo), para finalmente dejar que las cosas sigan igual o se agraven hasta una nueva crisis que se dejará para administración siguiente. Muchas veces los conocedores del tema, han afirmado que la contaminación de los cauces de agua, no se resuelven descontaminándolos, sino evitando que se contaminen, es decir no atacando los síntomas, sino el origen del problema: evitar que el río se contamine, obligando a que las empresas cumplan con la ley y viertan las aguas servidas ya tratadas; y por otra parte, del lado de las aguas domésticas municipales, buscando opciones de tratamiento reales, eficaces y que no sean tan costosas: hace algunos años, por ejemplo, en El Carmen Tequexquitla, a instancias de un líder civil local y con donaciones de ONG extranjeras, se instaló una planta de tratamiento con una tecnología sencilla y económica, que transformaba las aguasservidas por toda la población en una corriente de aguas cristalinas que alimentaba un criadero de peces y permitía el cultivo de hortalizas; sin embargo este tipo de experiencias no es políticamente rentable, no viste a ningún político, no hay comisiones, ni moches y además hace quedar mal al gobierno que sólo construye elefantes blancos, por lo que la planta, administrada por el municipio, prácticamente ha sido abandonada. ¿Qué hacer?

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