Si los recientes cambios en las dirigencias y órganos partidistas en el estado funcionan como referente de la cultura política, francamente estamos vislumbrando un bajísimo nivel, incapaz del diálogo, la inclusión, la apertura, el trabajo, la tolerancia y el respeto.
En el PRD, nuevamente se da un motivo más para descorazonar a quienes miran en la izquierda una opción de contrapeso al poder. Si bien su proceso interno fue organizado por el Instituto Nacional Electoral y se tuvo una captación de votos nutrida, lo cierto es que este partido está muy lejos de regresar a la gubernatura como vitorean. Precisamente porque este partido ha olvidado, por lo menos en tierras tlaxcaltecas, eso de ¡Democracia ya, patria para todos! La reunión y anuncio de alianzas entre los grupos perdedores sólo habla de que en este partido no se reivindican derechos sino que se tutelan y negocian prebendas, sólo hay que observar los resultados de los últimos años con los mismos personajes enquistados en la estructura del partido, como dato curioso hay que mirar las condiciones de sus inmuebles para darnos una idea de lo que se han preocupado por su instituto político.
En el PAN, el desconocimiento del nuevo coordinador de la bancada parlamentaria da un viso de las deficiencias de negociación y de tacto político de quienes tomaron las riendas del partido; lamentable sería que estas deficiencias no sólo correspondieran a la inexperiencia sino también a un sometimiento pleno al liderazgo político que les impulsó. ¿Cómo podrán representar una opción para la ciudadanía en los próximos procesos electorales? ¿Cómo integrarán las propuestas y necesidades ciudadanas en busca de concretar trabajos legislativos serios y pertinentes? ¿Quiénes asumirán las candidaturas, los perfiles palomeados por la mano que mece la cuna o integrando a todas las posibilidades? ¿El trabajo partidista tendrá como propósito construir la candidatura a la gubernatura a modo, para pagar lo que haya que pagarse? Se está a muy buen tiempo de corregir la plana.