Jueves, marzo 28, 2024

Ocurrencias en campañas

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¿Se puede gobernar la entidad con ocurrencias? Ser impredecible y ser ocurrente puede tener efectos positivos en las personas, se exploran nuevas posibilidades y se logran extraordinarios resultados. Para algunos especialistas, éstas presentan sendas rupturas a la monotonía con la que actúa un número muy importante de la población, sin embargo, cuando la ocurrencia se adopta como un estilo de gobernar, los resultados son un fracaso. Al respecto, durante la campaña para gobernador, lo que han sobrado son ocurrencias que se presentan como compromisos que se harán realidad cuando el voto les favorezca, nada más lejano a lo objetivamente posible, las ocurrencias serán flor de un día en la administración gubernamental, veamos.

Fernando Tudela definió el problema central en su obra Los hijos tontos de la planeación en México, libro que recoge múltiples experiencias donde las ocurrencias se convirtieron en planes, programas, proyectos, dinero y obras que no sirvieron para atender los problemas de las regiones, se edificaron obras que a la postre se convirtieron en elefantes blancos, muchas de éstas fueron una forma de mostrar el dispendio, la discrecionalidad y la corrupción de la clase política mexicana, no resolvieron el problema y dejaron un lastre para las futuras administraciones, se tiró el recurso público al bote de la basura.

Tudela, junto con muchos especialistas, coincidió en que la ausencia de una planeación adecuada era parte sustantiva para explicar los fracasos de los gobiernos. Por su parte, Luis Aguilar Villanueva, en diversos artículos de análisis político y de políticas públicas, evidenció el efecto de los estilos de gobernar en los pésimos resultados de la administración pública, una vez más los estilos se asociaban a la ocurrencia con la que trataba de resolver los problemas públicos, a ello se agregaban, por ejemplo, el centralismo de las decisiones, la subordinación de los poderes de la Unión, de los gobiernos estatales y municipales al señor presidente, lo que en los hechos se traducía en una obediencia a ciegas de las autoridades, sin importar la viabilidad y factibilidad de los programas, proyectos y acciones del gobierno. Se repetían una y otra vez las prácticas de corrupción, dispendio y discrecionalidad con la que actuaban en complicidad unos y otros, tapando hoyos abiertos por la ocurrencia; de hecho, uno de los principales problema para Villanueva y los estudiosos de política pública fue el que los gobernantes daban por sentado que los recursos públicos era ilimitados, por ende abrir la llave del dinero era casi siempre la solución pública ante la demanda de la sociedad civil. Si había recursos ilimitados, entonces era posible realizar cualquier acción de gobierno, cumplir con las promesas de campaña que se recogían en el toque de puertas, así como aquellas que fueran recogidas durante las giras de los gobernantes. De hecho, estas prácticas llevaron al gobierno al endeudamiento y a la crisis fiscal, pues los recursos públicos eran limitados, el populismo con que se actuaba dejó sendas crisis económicas para el gobierno y, sobre todo, para los mexicanos.

Los mismos especialistas en la materia han sostenido que otro problema central es la ceguera de los gobernantes de no diferenciar entre lo urgente y lo importante, el éxito de las políticas públicas recae precisamente en tener clara esa diferencia, en ese sentido es normal que haya una demanda permanente de la ciudadanía sobre los problemas públicos que viven de manera directa, que están por lo regular asociados a su proximidad geográfica; sin embargo, no todo los problemas tienen el mismo nivel de atención, por desgracia esto es lo que está ocurriendo en el actual proceso electoral y en particular con muchos de los candidatos, quienes centran su atención en lo urgente dejando de mirar lo verdaderamente importante, esto último requiere información permanente, que permita la elaboración de la agenda de los próximos años, así como la forma de implementación y evaluación antes, durante y después de la puesta en marcha de tal o cual política pública. En general, los candidatos al gobierno siguen creyendo falsamente que los recursos públicos son ilimitados, por si fuera poco olvidan que para el caso del estado de Tlaxcala no hay posibilidad de contraer deuda pública, ni interna ni externa, lo que reduce la posibilidad de tener la cartera llena. De hecho, una revisión más o menos rápida identificaría las escasas posibilidades para actuar en la solución de los problemas públicos, en tanto no haya una reestructuración en el presupuesto de ingresos y egresos de la entidad. Pedir no empobrece, pero comprometerse sin presupuesto resulta una grosería.

En ese sentido, sería pertinente analizar la viabilidad y factibilidad de las propuestas de los candidatos, en ellas se podrían tener los elementos suficientes sobre quién merece nuestro voto, quién nos está viendo la cara, quién promete a diestra y siniestra sin ningún tipo de respaldo o quién tiene claridad sobre lo que pretende construir. Si se hace una revisión superficial de las propuestas sabríamos quiénes son los candidatos de ocurrencias. No se necesita ser experto en política pública para identificar a los y las charlatanes.

La ocurrencia puede llevar al éxtasis a las personas, se pueden descubrir nuevas formas de romper el aburrimiento de la cotidianidad, pero la ocurrencia en los gobernantes puede llevarnos al muro de los lamentos por los próximos cuatro años ocho meses. Más allá de los pies descalzos adrianistas y del estado de Apizaco, sello lorenista. ¿Usted tiene nuevas ocurrencias? Ver para creer.

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