Martes, abril 23, 2024

Le cuesta a Verónica mantener la sangre fría

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Verónica Ruiz Cortés combina su trabajo en un nosocomio privado con su labor en la casa y como socorrista de la Cruz Roja de Huamantla; “no hay días festivos para nosotros”, señala
Verónica Ruiz Cortés combina su trabajo en un nosocomio privado con su labor en la casa y como socorrista de la Cruz Roja de Huamantla; “no hay días festivos para nosotros”, señala

A Verónica Ruiz Cortés aún le cuesta trabajo mantener la sangre fría ante una emergencia. Con más de una década como voluntaria en la Cruz Roja, esta mujer conserva una gran sensibilidad. Destaca la importancia de brindar los primeros auxilios a personas accidentadas.

Actualmente es coordinadora local de paramédicos, socorristas y ambulancias en la delegación Huamantla.

“Es una experiencia muy bonita porque cada vez descubrimos cosas buenas como Cruz Roja, somos voluntarios y nunca se termina de aprender algo nuevo”.

Su trayectoria en la Cruz Roja es de 12 años. Además trabaja como enfermera en un hospital privado.

“Un día, al encontrarme con algunos compañeros les dije que quería saber qué hacían dentro una ambulancia, pues es muy diferente esa atención a la hospitalaria”.

Un amigo la incorporó a la institución. “Descubrí que la asistencia prehospitalaria es más bonita porque es la primera que le damos al lesionado. Ya estoy bien preparada para esto”, afirma.

Sin embargo, confiesa cuál es su principal temor.

“Cada vez que hay accidentes automovilísticos, lo primero que pienso es en mi familia. Pienso si conoceré a los accidentados, si será alguien de la familia… es algo triste, pero ni modo, tenemos que salir a atender. Nos llevamos muchas tristezas”.

Asimismo, dice que “creo que no nada más me pasa a mí, sino a todos, pedimos que no sea un familiar, sobre todo si el accidente pasa cerca del domicilio. Hasta ahora no ha sido así”.

Pese a la experiencia y a los años que tiene como voluntaria, reconoce que no ha dejado de recibir impresiones cuando brinda socorro a las personas.

“Me impacta muchísimo, muchísimo. Siempre nos han indicado que debemos ser fríos para esas situaciones, pero no, es difícil”, admite.

“Hubo un accidente que me bloqueó. Sucedió hace poco en la pista, había más de 22 carros. Llegó el momento en que no sabíamos para dónde correr, qué hacer, qué atender. Desviar carros, quitarlos, por donde quiera nos gritaban ayúdenme”.

Divide su tiempo entre su hogar, el trabajo y la Cruz Roja.

“Pero esta labor es algo que nos motiva a todos. Hay días en que voy de la Cruz Roja a mi trabajo y de mi trabajo a la Cruz Roja, a veces ni nos acordamos que hay días festivos, por ejemplo el 10 de mayo y todo eso que no celebramos, que pasamos en blanco, como el 24 de diciembre que no convivimos con la familia”.

–¿Vale la pena el sacrificio?

–Yo creo que sí, porque se siente uno satisfecho. Cada vez que sale uno a un accidente y regresa uno, se siente satisfacción por haber atendido a la persona, en medio de la lluvia, el frío o el calor.

Verónica añade: “dos, tres días que esté en casa los dedico al máximo a mi familia, a salir, ir al cine, en fin”.

La coordinadora local de la Cruz Roja Huamantla ha atendido “muchos” accidentes, pero especialmente recuerda uno en el que varios soldados resultaron lesionados porque el vehículo en el que viajaban se volcó.

“Era una locura –expresa–, íbamos y veníamos, íbamos y veníamos para atenderlos, yo tenía como tres meses de estar en la Cruz Roja. Fue una experiencia muy fatigada, pero ahí fue donde dije, sí me gusta muchísimo esto”.

–¿Siente nervios todavía cuando sale a una emergencia de esa magnitud?

–Cuando nos hablan por teléfono y nos dicen que hay un accidente de cualquier tipo, desde ahí, ya salimos con esa adrenalina, con eso de con qué nos vamos a encontrar, cómo es, si podremos entrar o no, si nuestra escena está segura o no, de verdad sí salimos con muchos nervios.

Está consciente del riesgo que implica brindar auxilio en una tragedia.

“Por ejemplo, cuando hay cables de alta tensión tirados en medio de la gente y no poder quitarlos, sí nos ha pasado ese peligro y en otras situaciones”, expone.

Le preocupa que al paso del tiempo el interés de la sociedad sea menor para colaborar como voluntario en la Cruz Roja.

“Cada vez somos pocos los que nos dedicamos a esto y los que le damos este valor. El voluntariado se está perdiendo mucho y la gente no valora. A veces no nos apoya como debe ser”.

En este momento considera que su estancia en esta institución continuará por un tiempo más, pero aún no sabe precisar cuánto. “Hasta que dios me preste la vida. Claro que sí”, asienta.

En junio pasado las y los socorristas festejaron su día entre diversas necesidades que deben cubrir para prestar un mejor servicio, sin embargo, Verónica Ruiz Cortés destaca la importancia del recurso humano.

Insiste: “De verdad reconozcan nuestra labor. Que se unan más a nosotros porque a veces somos muy pocos en esta actividad que es muy bonita”.

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