Viernes, marzo 29, 2024

La cruz escolar

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Como si el horno estuviera para bollos, la Cruz Roja, junto con la SEP, volvió obligatoria la colecta anual con el fin de obtener fondos para mantener los distintos servicios que ofrece a la sociedad. El problema es que al hacerlo de esa manera, rompe con los principios sustantivos del origen de esa institución, a saber: humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, carácter voluntario, unidad y universalidad, cuyas consecuencias son poco analizadas por los promotores de esta iniciativa que con el fin de asegurar un mínimo de recursos debilitan a la Cruz Roja como ejemplo de las pocas instituciones que abiertamente promueven la solidaridad entre hombres y mujeres de todo el orbe. Obligar es sinónimo de decadencia del humanismo de esa institución, veamos.

Históricamente la Cruz Roja ha sobrevivido a través de la solidaridad de millones de hombre y mujeres que han apoyado las causas humanas de esa institución, se supone que la mayoría de las personas que ahí colaboran lo hace de forma altruista, es decir, que el personal no cobra por las horas, desvelos y demás, su participación obedece a un principio básico, dar sin recibir nada a cambio, lo más que deberían obtener es el reconocimiento social por su importante labor, hay miles de historias donde la Cruz Roja ha estado presente, ya sean accidentes, catástrofes naturales, guerras, conflictos, etc., donde esté en riesgo la vida de un ser humano, ahí está la Cruz Roja.

Su carácter humanitario ha sido pieza clave en momentos difíciles para las personas y por ello en muchos sentidos se ha ganado el respeto y apoyo de amplios sectores de la sociedad, tan es así que a pesar de las dificultades económicas de los países y de las propias carencias de las familias e individuos, muchos han colaborado según sus posibilidades, habrá quien ofrezca un par de monedas, habrá quienes su posible abundancia les permita desembolsar cantidades importantes de dinero, los gobiernos hacen lo propio y cada año disponen de recursos públicos para la colecta anual, pasa igual con las empresas. Por su parte, la Cruz Roja recurre a diversas estrategias para solventar los diversos gastos que tiene que enfrentar diariamente, al respecto, se podrían dividir en acciones permanentes y de coyuntura, la campaña anual es de carácter coyuntural y su principio básico es aludir a la voluntad y solidaridad de las personas, así ha sido y los resultados en un análisis de largo plazo es de éxito, pues desde su fundación en México en el año 1910, el camino es el mismo, respondiendo al Convenio de Ginebra de 1864, es decir, en más de 100 años la ayuda humanitaria que ha brindado se le ha devuelto con hombres y mujeres altruistas, con apoyos económicos, donaciones de equipos, equipamiento en varias delegaciones, etc.

Tan es así que ha sobrevivido a las recurrentes crisis económicas en México, podrán pasar largos periodos de escasez, pero la institución sigue en pie y eso se debe a la participación de la ciudadanía, de hecho no habría otra forma.

Por ende resulta lamentable que la Cruz Roja genere distintos mecanismos para captar recursos y que cuente con el apoyo de las autoridades educativas, trastocando los principios sustantivos, la colecta deja de significar humanidad, libertad y voluntad cuando se obliga a adquirir un kit escolar, mismo que debe ser distribuido para su compra entre directivos, alumnos, profesores y desde luego los padres de familia que tendrán que pagar la cuota correspondientes. Deja de significar solidaridad y universalidad porque el simple hecho de venderlo corrompe a la institución que lo promueve y a la que los distribuye, al final del día el bien común se vuelve moneda de cambio, la colecta pasa a ser un asunto de mercancía, de oferta y demanda, con la salvedad que no hay mano invisible del mercado, pues no hay libertad de los mercados cuando existe un agente que interviene y obliga al comprador sobre lo que debe adquirir, le guste o no, ese el papel de la Secretaría de Educación Pública (SEP), la mano visible.

El problema de fondo es que este tipo de prácticas rompe con el discurso del voluntariado y de la solidaridad, pues por más que se le pida a los directivos y a los maestros que ocupen el discurso de apoyo a la Cruz Roja, no deja de ser una falsedad, pues lo que importa es entregar el dinero que represente el número de kit, independientemente de la forma en que se venda, de hecho ahí surge otro problema no menor, ya que con tal de cumplir con la meta, haya profesores que exijan a los alumnos que compren el kit a cambio de puntos en los parciales, ordinarios o hasta el extraordinario, pues nadie quiere devolver la regla, la goma y el lápiz, pues serán de todas formas descontados en nómina.

De hecho, siempre será preferible regresar a las colectas clásicas, como la única forma de captar recursos, las otras formas antes descritas, desacreditan a la Cruz Roja y al personal que la conduce en todo el país, con sus efectos locales; lo que es peor desmantela la estructura de solidaridad de los millones de mexicanos que no necesitan una pistola en la espalda para cooperar, lo han hecho y lo seguirán haciendo, pero para que ello ocurra se debe eliminar la obligatoriedad en la venta de kit escolares, esperemos que haya quien con razones históricas pueda enterrar las cruces escolares, no es un problema de 10 pesos, el fondo es dar al traste con los valores humanitarios y voluntariado que han sido pilares de la Cruz Roja en todos los tiempos… ¿lo entenderán? Ver para creer.

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