Jueves, abril 25, 2024

Guerras floridas. Una propuesta tlaxcalteca. A 500 años

Guerras floridas. Son una propuesta tlaxcalteca para contar con guerreros “frescos” y sacrificar a los dioses cuando estos se “indignan” y los castigan enviándoles hambrunas y enfermedades.

Alva Ixtlilxóchitl refiere: “viendo que no cesaba la calamidad se juntaron todos tres con la señoría de Tlaxcalan a tratar el remedio más conveniente para este efecto:… Xicoténcatl uno de los señores de Tlaxcalan fue de opinión, que desde aquel tiempo en adelante se estableciese que hubiesen guerras contra la señoría de Tlaxcalan y la de Tetzcuco con sus acompañados y que se señalase un campo donde de ordinario se hiciesen estas batallas y que los que fuesen presos y cautivos en ellas se sacrificasen a sus dioses,

que sería muy acepto a ellos pues como manjar suyo sería caliente y reciente, sacándolos de este campo; además de que sería lugar donde se ejercitasen los hijos de los señores, que saldrían de allí famosos capitanes y que esto se había de entender sin exceder los límites del campo que para el efecto se señalase, ni pretender ganarse las tierras y señoríos y asimismo había de ser con calidad que cuando tuviesen algún trabajo o calamidad en la una u otra parte habían de cesar las dichas guerras y favorecerse unos a otros, como de antes estaba capitulado con la señoría de Tlaxcalan”.

Las guerras floridas son un ritual acordado entre aztecas y pueblos vecinos que: a) no tienen la intención de ganar tierras o señoríos, sino b) “proveer una fuente constante de víctimas sacrificiales para satisfacer las necesidades alimenticias de los dioses” y, c) servir como medio de entrenamiento militar para que los guerreros se fogueen y preparen para para guerras de conquista. Lo que parece confirmar Muñoz Camargo.

Cómo el rey Nezahualcoyotzin amplió las tierras de la señoría de Tlaxcala y las capitulaciones que con ellos tuvo

En Historia de la Nación Chichimeca Alva Ixtlilxóchitl registra: “ La señoría de Tlaxcala en las guerras que a Nezahualcoyotzin se le habían ofrecido para recobrar el reino de Tetzcuco y sujetar a los tepanecas, le había siempre favorecido; y así en agradecimiento de esto siempre los visitaba y enviaba grandes presentes de oro, pedrería, mantas, plumería y otras cosas; y así yendo una vez a visitados les alargó los términos de sus tierras por la parte del reino de Tetzcuco, echando sus mohoneras por el cerro que se llama Quauhtépetl, prosiguiendo a otro que se dice Ozelotépetl, luego a Huehue y Chocayan hasta el cerro que llaman Coliuhcan; y luego hicieron las capitulaciones siguientes a pedimento de la señoría, que fueron:

Que desde aquel tiempo se favoreciesen unos a otros, sin que jamás se pretendiesen quitar los señoríos por vía de violencia, guerra ni por otra cosa, sino que si algún tirano se levantase contra el dicho Nezahualcoyotzin o sus descendientes, que la señoría les socorrería con todo su poder y fuerzas y la misma obligación tuviesen los del reino de Tetzcuco en favorecer y amparar las causas de la señoría, dando su favor y ayuda contra los que la quisiesen ofender y lo mismo hiciesen los años estériles, se favoreciesen con bastimentos los unos a los otros.

Prosigue el fin que tuvo la guerra de los cuextecas, totonacas y los demas, causada por los tlaxcaltecas

Alvarado Tezozomoc anota en Crónica Mexicana que: “Acabado esto, otro dia de gran mañana iba asomando el campo tlaxcalteca, y en la delantera venia el capitan Tlalhuicole, Visto el campo mexicano, se iban retirando atrás los tlaxcaltecas, que no acometian tan valerosamente como á los pobres huexotzincas hacian: con todo, acometiéronse los unos á los otros muy valerosamente, uno, dos y tres dias viniendo los tlaxcaltecas remudándose, yéndose unos, y viniendo otros de refresco, como estaban cerca de su tierra enviaban á dar aviso de ésto: los principales mexicanos enviaron tambien avisar a México, para que el rey Moctezuma mandase hacer lo proprio que hacian los tlaxcaltecas.

Oido esto por Moctezuma, mandó luego que fueran de todas las tres partes y lugares de Aculhuacan, tecpanecas y chinampanecas, serranos, Matlatzinco. de todas suertes de gentes con toda la brevedad posible, que dentro de cuatro dias se hallasen en Chalco, al doble gente, que fúeron para el socorro de sus parientes, amigos y hermanos, habiendo ya veinte dias, dia,á dia, que peleaban los mexicanos solos con tanto número de tlaxcaltecas. Llegados los campos á Chalco, juntamente los chalcas con los mexicanos, y vino toda la serranía de otomiés valíentes, llegados á los compañeros. se holgaron en extremo de venir á tan buen tiempo que estaban ya algo cansados los tlaxcaltecas, y se tardó su socorro de ellos: dijéronles: señores, volvéos. que de aquí á veinte dias tornareis, y volveremos á descansar como ahora vosotros….

Cómo, hechas sus cerimonias, los embaxadores mexicanos propusieron su embaxada, y de lo que Magiscacín respondió, mandándolos salir

Cervantes de Salazar en Crónica de la Nueva España, expresa una idea diferente: “Ya, poderosos señores, dicen por mí los Príncipes mexicanos, sabéis que de muchos años acá e de tiempo inmemorial, entre nosotros e vosotros ha habido e hay bravas y crueles guerras, haciéndose de la una parte a la otra e de la otra a la otra grandes daños, muertes y estragos, siendo vecinos y partiendo términos, profesando una religión y siendo, de una lengua e aun viviendo casi debaxo de unas mismas leyes e costumbres, y, lo que mucho hace al caso, siendo vuestros antepasados y los nuestros deudos e parientes.

Querrían, pues, los señores mexicanos poner fin a tan bravas y encendidas guerras, e que entre ellos y vosotros, hecho un perdón e olvidadas las muertes, e injurias rescebidas, hubiese perpetua paz para que unidos fuésedes más poderosos, y de común consentimiento debellásemos y subjectásemos a nuestro imperio, e vuestra Señoría lo mucho que sabemos que hay que conquistar, e se repartiese por mitad entre los unos y los otros.

Dicen más, que viniendo en esta confederación y amistad, gozaréis de la sal, aves, plumajes, plata, oro, piedras y otras cosas de que vosotros carescéis y el imperio mexicano abunda; e que como hasta ahora las guerras han sido encendidas, que las amistades sean firmes e perpectuas; pero que para que lo que os piden tenga el efecto e fin deseado e que todos vivamos en dichosa y bienaventurada paz, conviene que a estos pocos cristianos, que tan heridos y maltratados escaparon de nuestras manos, los sacrifiquéis y no dexéis más vivir, pues sabéis que en todo son muy diferentes de nosotros;

Enjaulados como codornices y también para que el ejercicio militar de la guerra no se olvidase

Muñoz Camargo en Historia de Tlaxcala expresa una idea que asume ambas posturas: “los Señores Mexicanos y Tetzcucanos, en tiempos que ponían treguas por algunas temporadas, enviaban a los Señores de Tlaxcala grandes presentes y dádivas de oro, ropa, cacao, sal y de todas las cosas de que carecían, sin que la gente plebeya lo entendiese, y se saludaban secretamente, guardándose el decoro que se debían; mas con todos estos trabajos, la orden de su República jamás se dejaba de gobernar con la rectitud de sus costumbres, guardando inviolablemente el culto de sus dioses.

Pasada esta *guerra* tan sangrienta en el Valle de Atlixco, y muerto Tlacahuepantzin su general, hijo de Moctecuhzoma Rey de los Mexicanos Tenuchcas, recibió un gran pesar y mostró muy grande sentimiento, por lo que determinó asolar y destruir de todo punto la provincia de Tlaxcala: pan esto mandó por todo su reino que sin ninguna piedad fuesen a destruir el señorío de los Tlaxcaltecas, pues le tenía enojado, y que hasta entonces no los había querido destruir por tenerlos enjaulados como codornices y también para que el ejercicio militar de la guerra no se olvidase, y porque hubiese en que se ejercitaran los hijos de les mexicanos, y también para tener cautivos que sacrificar a sus dioses;

mas que ahora que te habían muerto a Tlacahuepantzin su hijo con atroz atrevimiento, su voluntad era destruir Tlaxcala y asolarla, porque no convenía que en el gobierno del mundo hubiese más de una sola voluntad, un mando y un querer; y que estando Tlaxcala por conquistar, él no se tenía por Señor Universal del Mundo. Por tanto que todos a una honra y en un dia señalado se entrasen por todas partes y fuesen destruidos a sangre y fuego.

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