Hace unos días, 48 legisladoras y legisladores federales de seis fracciones parlamentarias, presentaron la “Iniciativa Ciudadana por la Vida y la Familia” que busca reformar y adicionar el artículo 4 constitucional para “proteger la vida desde la fecundación” e imponer que la institución matrimonial sólo sea la unión de hombre y mujer y la institución familiar la que responde a un estereotipo heteropatriarcal. Esto, en voz de la diputada Norma Edith Martínez Guzmán, del Partido Encuentro Social (PES), quien hace unos meses aseguró en Tlaxcala que una niña de 8 años de edad, víctima de la violación de su papá, era perfectamente capaz de convertirse en mamá.
A quienes pretenden imponer creencias en la agenda de un Estado laico, bien les haría leer las palabras del presidente francés, Valéry Giscard d’Estaing, cuando recuerda que en 1974 se discutía en Francia la despenalización del aborto: “Juzgo legítimo que la iglesia católica pida a aquéllos que practican su fe que respeten ciertas prohibiciones. Pero no es la ley civil la que puede imponerlas con sanciones penales, al conjunto del cuerpo social”. Y añadía: “Como católico estoy en contra del aborto; como presidente de los franceses considero necesaria su despenalización”.
A quienes convocan a marchas, desde elaborados discursos de odio sustentados en el miedo a la otredad, en el no reconocimiento de la humanidad y dignidad de todas las personas, sin importar nuestras diferencias, debieran recordar que este tipo de acciones derivan en infamias llenas de sangre, discriminación e injusticia.
Los discursos de odio que se han generado en los últimos días, pareciera responden a tiempos añejos y nos dejan ver que a este país “democrático” y a nuestra ciudadanía, nos urge impulsar una cultura fuerte y vigorosa en materia de derechos humanos y perspectiva de género. Hay una diversidad de formas y maneras de ser familia, tan válidas y valiosas todas, para las que no existen recetas ni estándares; las conocemos, con ellas tratamos, compartimos e interactuamos y sí somos parte viva de esas familias que no responden al arquetipo conservador. Lo importante es impulsar que en nuestras familias siempre existan lazos fuertes de respeto, confianza, inclusión, amor y protección.