En el texto publicado por la economista especializada en temas de género, Carmen R. Ponce Meléndez en Cimac, y que puede leerse en http://www.cimacnoticias.com.mx/node/66402, se observa que “los sueldos en México durante este 2014 han alcanzado su punto más crítico en 38 años, al grado de que el salario mínimo de nuestro país es más bajo que el de Haití, uno de los países más pobres de América Latina. (Observatorio del Salario, Universidad Iberoamericana, Puebla)”. Detallando que esta situación se aprecia en el crecimiento del Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza medido por el Coneval, y que la serie de este índice “muestra la tendencia de la proporción de personas que no pueden adquirir la canasta alimentaria con el ingreso de su trabajo. Un salario que ni siquiera alcanza para alimentos”.
Estas realidades golpean a hombres y a mujeres, aunque el ingreso laboral promedio masculino es superior al femenino. Este escenario, preocupante y altamente amenazante para la calidad de vida, debiera ser motivo para que los diversos actores políticos, empresariales y sociales nos permitamos la generación de espacios de construcción de condiciones favorables, para hacer tangible ese anhelo “del esfuerzo fecundo que florece/en el logro de pan con dignidad”.
La pobreza y la desigualdad que padecemos todas y todos, el cada vez mayor número de personas desposeídas de toda posibilidad de futuro, bien valen para exigir y cimentar cambios estructurales en materia laboral acordes con lo expresado en el capítulo 24, versículo 14, del libro bíblico Deuteronomio: “No explotarás al jornalero humilde y pobre, ya sea uno de tus hermanos o un forastero que se encuentre en tu tierra, en algunas de tus ciudades. Le pagaras cada día, antes de la puesta del sol, porque es pobre y está pendiente de su salario”.
En este marco, la apertura del Instituto Tlaxcalteca de la Juventud para fortalecer opciones de ingreso a las y los jóvenes a través de la expo venta “Échale una mano a Tlaxcala, lo fabricamos aquí”, los próximos 29 y 30 da testimonio de que los espacios de construcción colectiva son realizables, cuando se coloca como eje central a las personas y su dignidad.