Martes, abril 23, 2024

Autonomía legislativa o gusto por el parné

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Acabar con la sumisión que el Legislativo siempre ha tenido en torno al Ejecutivo es un sueño que ojalá termine por hacerse realidad. Garantizar la autonomía de los diputados sin sumisión a ninguno de los poderes es una aspiración histórica, anhelada por muchos, pero esperada por la sociedad.

De acuerdo con la Constitución Política local, el poder público del Estado se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Nunca podrán reunirse dos o más de estos poderes en una sola persona o corporación, ni depositarse el Legislativo o Judicial en un solo individuo. Este principio tiene como propósito esencial procurar la colaboración y corresponsabilidad de gobernar de los poderes para satisfacer los fines del Estado. Para promover la colaboración coordinada entre los poderes públicos se establecerán órganos, mecanismos y procedimientos que faciliten su actividad.

En la retórica, lo anterior como división de poderes se lee muy bien, pero en los hechos, históricamente, la función del legislador ha estado sometida a los designios del gobernador en turno y el voto, la voluntad de los congresistas, ha sido moneda de cambio en la aprobación de iniciativas y resoluciones. Por el sometimiento del Congreso, el mandatario en turno se convierte en el máximo legislador.

Ese es el principal argumento que han tenido los diputados locales para defender la propuesta de aumentar su presupuesto en casi 25 por ciento y gozar de recursos millonarios en 2019. La búsqueda de la autonomía y como dice el presidente de la Junta de Coordinación y Concertación Política, Víctor Manuel Báez López, no tener que pagar favores legislativos al mandatario, llevará a los diputados del Congreso local a ser verdaderos representantes y gestores del pueblo.

Sin embargo, no hay ninguna garantía de que los 4.6 millones de pesos que podrían tener los diputados como recursos anuales, 3 millones 358 mil 553.4 para gestión social y un millón 271 mil 340.12 pesos como dieta, sean la armadura para que ninguno de ellos caiga y sucumba ante los encantos del Ejecutivo.

Más allá de dinero y canonjías que da el cargo de diputado, está la convicción e integridad de los hombres y mujeres que pidieron representar a su gente. La autonomía no es dinero, es lealtad y convicción a sus principios, lo demás es retórica para justificar aspiraciones mercantiles y personales.

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