Viernes, abril 19, 2024

Una final coja

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¿Garra contra garra en la final? Más bien, una final muy coja. No hablo de la diferencia de presupuestos sino del contraste de actitudes. Mientras Tigres impuso su superioridad a toda ley, Pumas ofreció una versión encogida y avara de sí mismo. Mientras los norteños le ponían hielo al infierno rojo para acabar propinándole un soberano baile al Toluca, los felinos de Memo Vázquez calificaron de panzazo, atenidos más que a sus méritos a la indisciplina de un América superior en el campo, pero incapaz de sujetar sus ímpetus para hacer rendir su exceso de ambición.

Si nos atenemos a lo visto en la liguilla, los universitarios de la capital no tienen con qué competirles a los de la Sultana del norte. Ni en futbol ni en carácter.

 

Esfuerzo estéril

 

Si el futbol fuera puro empuje y coraje, el América sería invencible. Como no lo es, y la exacerbación de sus propias características a menudo lleva a los de Coapa a sobrepasar los límites de la brutalidad y el desacato, van a seguir lamentando la “injusticia” de sus derrotas. Desde luego, la culpa no es de Ambriz, como clamaban los americanistas más recalcitrantes luego del 0–3 del Azteca, que fue lo que finalmente los eliminó. Tampoco de los árbitros, pues nada tuvo que ver Fernando Guerrero con los hachazos de Pablo Aguilar y Miguel Samudio el jueves, ni Jorge Isaac Rojas con las intemperancias de Goltz y Sambuesa en el decisivo tramo final de ayer, en CU. Cuando arrollaban a los Pumas y amenazaron en serio con dar vuelta a la eliminatoria. Ni qué decir tiene que –nueve contra 11 en ambos casos– fue la suya una digna, honrosísima caída. Pero el dolor de esa derrota injusta, con menos nervios, faltas y alegaciones de parte de sus hombres, podría haberse evitado. Los dos goles de Darwin antes de la media hora de juego, el hermoso disparo de Peláez que puso el 1–3 y llenó de dramatismo los minutos finales del partido de vuelta, debieran enorgullecer al americanismo mucho más que a Pumas su opaca y sufrida victoria. Pero el caso es que el finalista es auriazul, a pesar de que el América mostró mejores individualidades, un planteamiento infinitamente más audaz y mayor fuerza de carácter. Pero con el lastre de los malos modos y una indisciplina sin control.

 

De superlíder a super enano

 

Al final, la UNAM sobrevivió gracias a un cuarto de hora de lucidez total y tino mortal en el Azteca –los goles de Sosa, Alcoba y Herrera cayeron entre los minutos 62 y 77, el primero de ellos después de la expulsión de Pablo Aguilar por patada a Sosa. Porque en el primer tiempo, la pipa americanista fue la única que lanzó humo. Humo sin gol, ciertamente. Y contando incluso con involuntaria ayuda arbitral en el tanto anulado indebidamente a Britos. Pero ese 3–0 fue, al cabo, lo que catapultó a los universitarios a la final. A pesar de su tristísimo desempeño dominical, derrotados 3–1 en casa por un América irreductible, a cuyo empuje opuso Memo Vázquez una plan de juego torpe, irresoluto y medroso, indigno de un superlíder y con mayor razón de un finalista.

 

Tarde redonda

 

A similitud de Pumas, el Toluca se encerró detrás de toda clase de candados. Luego del 0–0 del Volcán, Cardozo calculó, como lo había hecho ya contra el Puebla, que la estrategia válida consistía en cederle el campo y la pelota al rival, guarecerse en la trinchera y rogar por un contragolpe de fortuna. Pero esta vez le resultó la táctica del miedo no funcionó. Y no fue un francés sino un argentino –Pedro Damián, a sus 36 años– el artífice de la victoria felina. Luego de un primer tiempo sin goles, pasó a ocupar la punta izquierda supliendo al lesionado Gunther Damm –Aquino pasó entonces al ala opuesta– y lo suyo fue un recital de manejo del tiempo, del balón y de cuanto toluqueño le saliera al paso. El primer gol derivó de un centro suyo, tras el enésimo trasteo a Pérez, que Aquino remató desde cerca tomando a Talavera a contrapié. Y del tanto definitivo fue una palomita del propio Damián a medido centro de Gignac desde la izquierda, culminación de un perfecto contragolpe. Lo demás fue sangrante para los Diablos, superados en todos los órdenes y a punto varias veces de comerse el tercer pepino de la noche más indigesta del año. Para ellos y para su fiel afición.

Realmente, el único toluqueño a la altura de las circunstancias fue Talavera, que en la ida le había detenido un penal a Juninho, y en la vuelta hizo lo indecible por mantener en cero su meta. Hasta que llegaron Damián y los dos goles auriazules.

 

Goles mexicanos en Europa

 

Sábado grato para nuestros representantes en el continente europeo. En Porto, Corona (29’) y Layún (64’, de penalti) le dieron vuelta va un encuentro bastante complicado, que ganaba 0–1 el Pacos de Ferreira, un equipo portugués de media tabla de juego bastante aliñado. Con su gol, El Tecatito se ha convertido en el goleador de la temporada para el Porto. Y es muy significativo que Lopetegui confiara en Miguel Layún para lanzar el penal que decidió la contienda. Además, Héctor Herrera reapareció con los Dragones –que son segundos de la clasificación detrás del Sporting– dando un aceptable partido.

Al Chicharito, por su parte, lo habían elegido jugador del mes en Alemania, y él correspondió en cuanto tuvo oportunidad marcando con sencillez de goleador nato el tanto que igualaba a uno la visita del Leverkusen al Olímpico de Berlín, y aunque no sirviera para evitar la caída de las aspirinas ante el Hertha local, el tapatío continúa en el candelero.

 

Más fifos al bote

 

Una nueva tanda de 16 pillos ligados al mundo del futbol cobró en la semana la fiscalía federal estadounidense, entre ellos el presidente de la Concacaf Alfredo Hawit y Ángel Napout, que lo es de la sudamericana Conmebol, que tan ufanos se arrellanaban en sus lujosos sillones antes de que el largo brazo de la ley los cazara. Como hasta ahora no ha caído ningún mexicano, las opiniones se dividen entre los que apuestan por Justino Compeán como próximo presidente del acéfalo organismo regional, y los que prefieren declararse en morbosa espera del momento que pronto pasen a engrosar la lista de la ignominia algunos de esos paisanos nuestros tan afectos a pactos de gavilleros y demás argucias de baja ley.

Lo que ni la judicatura norteamericana ni mucho menos ese oxímoron llamado comité de ética de la FIFA llevan visos de revisar seriamente es la adjudicación de los próximos mundiales a Rusia y sobre todo a Qatar, pese a las evidencias de compra de votos existentes, a lo que habría que aunar las reiteradas acusaciones de violación a los derechos humanos de los peones extranjeros al servicio del opulento emirato oriental. Esta semana, volvieron a ver la luz pública evidencias relacionadas con la explotación de que son víctimas miles de trabajadores de la construcción contratados –e ilegalmente retenidos en el país, donde laboran por raquíticos jornales y en condiciones de gran insalubridad y riesgo físico– para edificar la infraestructura del mundial de 2022. Sobre eso no hay pronunciamiento alguno por parte de los celosos fiscales de la corrupción imperante en los despachos –devenidos cloacas– de la administración futbolística internacional.

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