Jueves, marzo 28, 2024

Tribunal transparente

Con la resolución que ratifica el triunfo de la señora Alonso como gobernadora electa, el Tribunal Electoral del Estado ha demostrado ser una institución transparente en sus actos de autoridad frente a los contendientes electorales y sus respectivos seguidores sociales. Nadie puede decir, sin faltar a la verdad, que no sabía desde meses atrás el sentido de esta sentencia. El punto de confluencia, para unos y otros, era la sabida subordinación del tribunal a los designios del grupo político dominante. Bajo esa hipótesis, unos sabían que ganarían y los impugnadores, que perderían. Nadie requirió de bola de cristal ni consultar al oráculo para saber, de antemano, que el tribunal confirmaría la decisión de declararla vencedora. Dando cabida a la aventurada teoría de la elección de estado, se llegaría a la misma conclusión.

Otra teoría en boga, que dice que el morenovallismo pretende instalar un maximato local, también llevaría a igual resultado. Viendo las formas políticas y jurídicas impuestas para que gente de ese grupo tome control, cada vez mayor, de la institucionalidad del estado; corroboraría la inexistencia de presupuestos o bases lógicas de análisis para suponer o, en el peor de los casos, esperar que el tribunal electoral actuara de manera distinta. Una sola posibilidad mirábamos en este espacio: que el morenovallismo, aspirando a convertirse en fuerza política en el ámbito nacional para posibilitarse llegar a postular una candidatura presidencial en 2024, tomara la decisión de anular esta elección en su propia cancha para poder adquirir el calificativo de “demócratas”. Tal decisión, por supuesto, superaba las posibilidades de los magistrados del TEE y les confería, como ahora, el papel de simples instrumentos de voluntad del poder.

En descargo de ese atrevimiento analítico hay que decir que la esperanza de encontrar una bahía en el camino que permitiera hacer un alto en el ahondamiento de la división social que polariza y descompone a la sociedad poblana, estaba implícita en la sugerencia. En la medida en que implicaba la repetición de la elección, para el morenovallismo se hizo inadmisible. Erramos. Quedó evidenciado que tal calificativo les importa un bledo y que nada que se relacione con democracia auténtica pasa por los filtros de la derecha.

Ahora que el TEEP ha ratificado su triunfo, la nota discordante la está ofreciendo la, aún, virtual ganadora de la elección al anunciar públicamente a través de redes sociales: “Celebro que haya concluido el proceso electoral y que se den los resultados de la elección”. De primera mano pudiera pensarse que se trata de un lapsus linguae; sin embargo, observando el discurso de respaldo que lanzó su vocero, queda la rara sensación de que intentan una suerte de nuevo engaño; o, hacen anuncio disfrazado de reconocimiento anticipado de una eminente derrota en el ámbito federal, a pesar de que distinguidos periodistas que les son afines, propalan la versión de que el morenovallismo tendría asegurado el voto favorable de cuatro, de siete, magistrados federales.

Como grupo de poder en el poder, conocen todas las etapas procedimentales que recorre un litigio de esta naturaleza; saben que la última instancia y decisión definitiva –por inatacable– corresponden al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Sin embargo, algunas expresiones vertidas  por la virtual gobernadora y su vocero adolecen de un sesgo poco claro que busca aparentar que, con la resolución del tribunal local, el proceso electoral ha concluido. Resulta muy extraño escucharlos decir tal cosa. Por vía de hecho, la señora Alonso se da por vencedora de la contienda, llamando a sus adversarios a olvidar diferencias partidistas y trabajar por Puebla; en muestra de fuerza, anuncia  que seguirá en tareas de entrega recepción con la administración saliente.

Su vocero recurre a una exposición retórica exacerbada para explicar el triunfo convirtiendo cada fase del conteo en presunta victoria: “Son seis veces las que ha sido ratificada la victoria”; “La resolución emitida cierra un ciclo de revisión de todas las autoridades estatales y federales”. ¿Qué razón podría explicar estas declaraciones? El magistrado Gerardo Saravia reconoció la existencia en la elección, de irregularidades que calificó de “irreparables e insubsanables”; y, que “no corresponden a la lógica jurídica en la materia”. Tales calificativos, si bien no tuvieron una definición de significado en el hablante, atienden a la naturaleza de acciones que consuman hechos de tal magnitud, en su gravedad y daño que causan, que no se encuentra ningún otro modo para poder describirlas, máxime si quedan fuera de la lógica jurídica electoral.

Con esa tónica de lenguaje, sostiene que no decretaron la nulidad de la elección porque “no pudieron comprobar violaciones a la cadena de custodia de esas urnas por parte del Instituto Electoral del Estado ni manipulación de los votos”. Este argumento entra en contradicción con otro donde afirma que solo en 59 casillas “detectaron discrepancias determinantes entre aquellos ciudadanos que votaron conforme al listado nominal, el total de boletas extraídas de la urna que derivado del recuento aparecieron al abrirse los paquetes, el total de votos que tuvieron el primer y segundo lugar, la diferencia entre estos y la deferencia entre los que votaron, así como las boletas o votos encontrados, incluidos los votos nulos”. Es decir, si el número de votantes en listado nominal debe ser igual al número de boletas; y, a decir del magistrado, no hay coincidencia entre número de ciudadanos que votaron, total de boletas extraídas que aparecieron en urnas al abrirse paquetes en recuento, y boletas encontradas incluyendo votos nulos; eso sí acreditaría violación de paquetes electorales y de su cadena de custodia.

La falla de esta resolución deriva de la ausencia de apreciación integral de todos los hechos suscitados en la jornada electoral. Insistir en el número de votos como único factor para establecer la victoria de la señora Alonso, no fue el sentido del recuento practicado por el Tribunal Federal. Era necesario examinar si, con  la totalidad de evidencias disponibles en el expediente, puede concluirse que el día de los comicios existieron condiciones de seguridad para la celebración de la elección, y de certeza para el cómputo de votos; hasta acreditarse la exigencia constitucional de poder considerarse elección libre y auténtica. El morenovallismo está consciente de esta carencia, y que será el objeto directo de estudio del Tribunal Federal. Si el rumor que asegura cuentan con cuatro votos –mayoría– de los magistrados, es cierto, no tienen de qué preocuparse; de ser falso, el discurso que da por concluida la elección con esta resolución del TEEP, en realidad, expresaría una despedida femenina del escenario.

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