Por qué trabajamos tantas horas y tan arduamente? Probablemente el misterio no radica en la necesidad de trabajar y en la existencia de expectativas de poner tiempo, energía y devoción. El problema fundamental con el trabajo en estos días, me refiero al proceso mediante el cual se subordina al trabajador por un salario, es haberse convertido en una realidad de bajos salarios, precariedad y desempleo para la mayoría de las personas.
El despojo de los medios de producción obliga a los despojados a incorporarse irremediablemente al trabajo asalariado vendiendo lo único que les queda, su fuerza de trabajo, su materialidad viviente (Dussel). Esto si bien sigue siendo, una opción real para el común de las y los desposeídos, no todos logran emplearse, aunque lo necesiten. Pero quienes logran insertarse como mano de obra en los espacios laborales disponibles, observan su vida totalmente subsumida a las demandas de esos espacios, ya sea en la fábrica, el comercio, los servicios, la agroindustria, la universidad, etc. Y la forma en la cual el empleo monopoliza la vida sigue dejándome perpleja. Sorprende nuestra aceptación, casi natural, de vivir para trabajar más que trabajar para vivir. Incluso se le atribuye un halo de sacralidad al trabajo. Se considera al trabajar como la mejor forma de pasar el tiempo con relación a otras actividades en nuestra vida. “El trabajo dignifica”, habría que ver si las condiciones laborales actuales en la mayoría de los centros de trabajo respetan la dignidad de las personas que allí laboran. Y pese a eso, atribuimos un carácter cuasi sagrado a la explotación.
Definitivamente, requerimos el trabajo para cubrir nuestras necesidades; sin embargo, la forma de trabajo actual, posibilita que las rutinas laborales, cada día, nos arrebaten la vida discretamente. Es necesario enfatizar el eclipse que implica la actividad laboral en sí misma, y que Marx categoriza como la fuente de la fetichización. Se tiende a no registrar las condiciones jerárquicas y de violencia de las relaciones sociales de producción. En la sociedad contemporánea prevalece la tendencia a invisibilizar la crisis y el fracaso del modo de producción actual. Falta poner atención a la experiencia viva y la multiplicidad de texturas invisibilizadas o negadas. Muchas personas no están logrando acceder a lo necesario para garantizar la reproducción de la vida y para quienes lo logran la vida laboral les implica tiempo de devoción, entrenamiento, investigación, y preparación para el trabajo, además del tiempo para recuperarse del mismo. El trabajo socialmente necesario es esencial, pero el modo de producción capitalista nos subsume a todos diferenciadamente, dejando fuera a muchas personas, negando la reproducción de la vida.