“Después de que Díaz renunció, Madero se apresuró a aceptar un
tratado de paz que le permitió ocupar la presidencia mediante una
elección general, y no por la fuerza
de las armas. Su lema:
“Libertad de sufragio. No reelección”
David A. Brading
En México se han vivido muchas historias dramáticas: revoluciones, movimientos armados, muertes, genocidios, politicidios, como es el caso de la revolución mexicana, que, en la historia, es el movimiento bélico que ha causado el mayor número de muertes en todo el continente americano; las estadísticas sostienen que fueron 2 millones de muertos en el transcurso de dicha revolución (Meyer, Jean, La revolución mexicana, TusQuets, Ciudad de México, 2016). Y estos sucesos tan sangrientos causaron ese lema que se encuentra en cada resolución, oficio, documento, acto administrativo, acto de administración, decreto; que se encuentra en cualquier oficina de gobierno del Estado y el que reza: “sufragio efectivo. No reelección”. Desde luego que, con la experiencia del denominado “porfiriato”, México pudo asumir que no es posible la reelección de los gobernantes, pues lo cierto es que causan normalmente totalitarismos, absolutismos, es decir, todo lo que un Estado de Derecho pretende contener y después abolir: no puede permitirse que se mantenga en el poder una persona por más tiempo que el prudente para poder gobernar, espacio temporal para aprovechar sus virtudes para el bien de la nación.El derecho, es decir las leyes, las instituciones del Estado, las sentencias, la jurisprudencia, normalmente se conforma por los sucesos que se presentan en una determinada nación. De esa forma, se va conformando los sistemas jurídicos locales. Sin embargo, con los efectos de la globalización en los últimos años, se ha promovido un derecho uniforme, en el que a los países que anteriormente se denominaban como del tercer mundo o en desarrollo les corresponde una legislación particular; por su parte, la legislación y regulaciones en los Estados del primer mundo son totalmente opuestas a las de esos países en desarrollo. Por ello, en muchas de las ocasiones, las regulaciones que se imponen en los Estados también llamados “periféricos” no se cumplen, se cumplen a medias o provocan más daños que beneficios. Esto da a entender que hay que abogar por un derecho y una legislación provenientes de la historia propia de las naciones y los sucesos que se presentan en esos sitios; por lo menos eso es lo que ha sucedido, por ejemplo, con el derecho alemán, lo cual ha tenido como consecuencia que sea actualmente uno de los países más importantes del denominado primer mundo, al grado de que hoy día la unión europea depende prácticamente de las decisiones de ese país.
En los últimos tiempos se ha sostenido la posibilidad de que el titular de la nueva administración pública pueda reelegirse, lo cual ha causado en los medios una serie de discusiones que finalmente son estériles, pues es claro que el derecho heredado de nuestros abuelos no permite que pueda existir bajo ninguna razón en México la reelección. Es de tal forma que el propio titular de la administración pública federal ha mantenido esa determinación. Ahora bien, este hecho ya se había pretendido en los últimos tiempos con el gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari, respecto a quien, después de la crisis económica de diciembre de 1994, toda la población celebró que no se haya reelegido.
En términos jurídicos, se puede decir que la no reelección de los gobernantes es un derecho adquirido de nuestra nación: el hecho de que los servidores públicos, por muy eficientes que sean o, bien, por muy autoritarios y arbitrarios que también sean, no pueden reelegirse. Por ello, resulta de trascendencia considerar la importancia que tiene forjar un propio derecho, en vez de tropicalizar otros, es decir, adecuar la legislación y el sistema jurídico por una imposición internacional o copiarlos bajo el supuesto de que, si en alguna nación funcionó y fue eficaz, en la propia también debería serlo.
Desde luego que el problema que vivimos actualmente es que el sistema ha provocado el olvido de la historia, el abandono de nuestros héroes, el depósito de las revoluciones en los museos; por ello, nos enfrentamos al olvido permanente de nuestras costumbres, tradiciones y nuestros sucesos que cambiaron nuestras instituciones jurídicas. Resultado de esto es tal “historicidio” –por así llamarlo– causado por el gobierno de Vicente Fox, en donde, al modificar los días de asueto para establecer los denominados puentes largos, hoy son desconocidas las razones por las cuales algunos lunes son inhábiles, como es el caso que corresponde al mes de marzo de cada año. Precisamente, esto es lo que promueve cosas como poner todavía en la mesa la discusión de una reelección en México, como si fuera intrascendente la muerte de dos millones de personas hace cien años. Por ello, el sufragio efectivo, la no reelección, no es a veces.