Mi casa compartida y Documentos de identidad son los dos nombres de las exposiciones de la artista Rosa Borrás que se exponen de manera simultánea, en diferentes espacios de naturaleza también diversa, y sobre las que discurre sobre asuntos de un mismo polo: su identidad artística y personal.
Ambas exhibiciones, como explica la artista durante una entrevista, se realizan luego de unos dos años de mostrar su obra en público, ya que fue un tiempo de trabajar y de producir en el taller.
Explicó que la primera, Mi casa compartida, reúne cinco grabados en linóleo en pequeño formato sobre lino, hechos de manera más artesanal e intervenidos con bordado y montados sobre aros de coser.
La idea –expuso– es abrir el espacio cotidiano, hacer cosas “lindas” como una forma de contrariar lo que sucede a diario en el país, en particular los hechos de violencia y denunciar a la vez que hacen falta espacios de tranquilidad.
Por ello, Borras dijo que en los grabados representa cosas cotidianas, sin pretensiones, que dejan ver la experiencia del bordado que la autora adquirió al ser parte del movimiento Bordados por la paz que le permitieron, además de formar parte de la protesta social pacífica, que consistía en bordar sobre pañuelos los nombres de los muertos y desaparecidos a causa de la llamada “guerra contra el narcotráfico”, tener la oportunidad de experimentar sobre este soporte.
La serie que presenta en la Librería Etcétera es algo especial, expresa Borrás, porque ya había hecho algunas intervenciones sobre amate y papel, soportes que intercambió por el lino, una tela que por su densidad y peso parece tener una “identidad propia” que se ajusta a su propuesta discursiva.
“Los imprimí de una manera más imperfecta, jugando con la textura, haciendo varias impresiones y escogiendo de ellas, aquellas que se destacaban por su textura y calidez”.
Mi casa compartida, señala la artista, es diferente a la propuesta de Documentos de identidad, que se expone en la Galería de la Alianza Francesa de Puebla porque aquí muestro un espacio más íntimo y personal, mientras que la otra es una reflexión que se abre al espectador.
“Son dos exposiciones que se proponen luego de un par de años en los que me dediqué a producir y a mirar hacia adentro, y que ahora se presentan como dos trabajos que no están aislados ni dejo dejan de reflejar mi yo”.
Asimismo, consideró que en este contexto de crisis cultural y social, particularmente en Puebla, la ciudad en la que vive desde hace una década, “es un privilegio tener la posibilidad de expresarse y compartir”.
Documentos de identidad –menciona– es también una exposición gráfica, 16 linóleos impresos sobre distintos soportes que son resultado de un proyecto de investigación realizado en talleres de Puebla y Tlaxcala, en los que también se ve incluido el bordado.
Son autorretratos que surgieron a partir de la serie Rosa con cosas en la cabeza que se complementan con la intervención en muros con frases de la escritora Anais Nin, con quien la artista tiene una conexión personal, sobre todo en aspectos como la migración y la multiculturalidad, además del erotismo que es un tema presente en su obra.
Es un resumen, dice la artista, representa el trabajo que comenzó hace tres años y que ahora se presenta de manera concreta y con un discurso sólido. Además, destaca que las piezas que conforman Documentos de identidad se muestran por primera vez.
Sobre la Galería de la AFP destacó que al ser un centro educativo y cultural, deja a un lado los intereses políticos. “Ahora cobija a los artistas y al público, y al decir eso, me refiero a que en verdad existe un cobijo, una calidez que no existe en los espacios oficiales”.