El pasado de miércoles fue robada una espuela de plata de una talla del siglo XVI del Apóstol Santiago del templo católico más antiguo del municipio de San Pedro Cholula, al término de las fiestas patronales.
Con tristeza, el mayordomo Pedro Teutle y feligreses del barrio de Santiago reportaron la pérdida a la Comisaría de Seguridad Pública del municipio, a cargo del militar Leonardo Cisneros Martínez, pero desconocen los pormenores del hecho.
Se sabe de manera extraoficial que es el momento en que el área de Seguridad Pública no le permite ver el video –si es que existe– de las cámaras que monitorean dentro de la iglesia al mayordomo, programa que se instaló desde inicio del trienio para frenar el robo de arte sacro en Cholula.
Ante los hechos, Pedro Teutle y su familia interpusieron una denuncia ante el Ministerio Público por el robo de la pieza, pero los principales del barrio se negaron a darle su respaldo moral, bajo la excusa de que no se quieren meter en problemas.
El recuento más reciente del INAH sobre robo de arte sacro en la entidad indica que entre los años 2000 y 2012 se hurtaron 660 piezas: 282 esculturas, 227 pinturas y 151 objetos varios de los siglos XVI al XIX, siendo San Pedro Cholula uno de los municipios con mayor incidencia de hurtos.
En tanto, el cura Rafael Amador Tapia dijo hace unos meses a este medio de comunicación que en las últimas tres décadas se han robado en Cholula más de 50 piezas, que no se han recuperado.
Los templos religiosos saqueados son el de las juntas auxiliares de San Gregorio Zacapechpan, San Juan Tlautla, Santa María Acuexcoman, así como algunos encontrados en la cabecera municipal, entre ellos La Santísima Trinidad y Santo Entierro.
En el caso de Santiago Mixquitla existe un antecedente histórico del robo de piezas, debido a que es una de las iglesias más codiciadas por la delincuencia por su valor artístico y antigüedad.
Según versiones de los vecinos, en esta iglesia se llevó a cabo la sustitución de 14 imágenes religiosas hace tres años, cuando de forma masiva se autorizó la restauración de las esculturas.
Pese a ello no existe una línea de investigación de las autoridades judiciales al respecto, ante la denuncia pública de los feligreses, quienes con fotografías y videos tomados a lo largo de los años evidencian los cambios notorios en la fisonomía de las imágenes religiosas.
Respecto a la pérdida de la espuela, habitantes del barrio de Santiago Mixquitla comentaron que el día que desapareció la pieza de plata había más que una decena de personas dentro del templo, entre ellas un joven de quien desconfían, porque se la pasó hablando por teléfono celular.
La comunidad católica confió en que este objeto de plata haya caído accidentalmente, pero llama la atención que para el miércoles que ocurrió el hurto la fiesta había concluido tres días antes, el domingo.
Los declarantes relataron que ese día la esposa del mayordomo estuvo a cargo de la vigilancia de la iglesia, y en un momento de descuido fue cuando ocurrió el robo.
Los vecinos del barrio de Santiago Mixquitla recalcaron al último que la instalación de cámaras de vigilancia no han solucionado el robo de arte sacro en San Pedro Cholula, pues el hurto más reciente ocurrió en el pueblo de Santa María Acuexcomac, de donde sustrajeron nueve piezas sin que a la fecha exista una línea clara de investigación para dar con los responsables.
“El municipio sólo instaló cámaras fijas, no contrató a personal especializado y, en su lugar, pusieron a policías a vigilar, por eso desconfiamos de esta tecnología”, dijo una joven universitario, oriundo del barrio.
Incluso agregó que el ayuntamiento impidió que los mayordomos y principales metieran mano en el monitoreo de las cámaras, que resultaron deficientes.
Los pobladores demandaron a la autoridad que se informe sobre el manejo de las cámaras de vigilancia, si es que se ha capacitado al personal que lo opera y si existe una normatividad.
El próximo domingo a las 10 horas el mayordomo Pedro Teutle comenzará a efectuar el inventario de piezas del templo de Santiago Mixquitla, para entregar el templo a la nueva mayordomía.