Si bien en la jornada electoral del pasado 1 de julio se escribió una nueva página en la historia de México por el abrumador triunfo de AMLO; en Puebla el proceso fue manchado por la violencia atribuida al exgobernador Rafael Moreno Valle, quien utilizando viejas prácticas caciquiles, que suponíamos extintas y que hoy renacen, intenta imponer, por todos los medios a su alcance, incluidos los ilegítimos, como gobernadora del estado a su esposa, la señora Martha Érika Alonso Hidalgo (candidata del PAN–PRD), y con ello, mantener el control político y económico en el Puebla y apuntalar sus proyectos personales.
Las encuestas de salida dieron ventaja por 10 puntos a Luis Miguel Barbosa Huerta, (Morena), asimismo, los primeros resultados del PREP también le favorecieron; sin embargo, al trascurrir la noche, diversas fuentes expresaron que los resultados fueron manipulados e invertidos a favor de la señora Alonso; situación que ha llevado a Morena a mantener mano firme en la impugnación a fin de que el proceso se transparente.
Las irregularidades de la jornada electoral se manifestaron con viejas prácticas de mediados del siglo XX, que tanto dañaron a la construcción de la democracia de México y que prostituyeron todo intento de avanzar hacia una sociedad más justa.
El vehículo oficial del gobierno del estado, volcado el 1 de julio con material electoral original propiedad del IEE, y dos responsables detenidos abordo, fue la primera violación evidente en la jornada; simultáneamente en diversos puntos de la ciudad de Puebla, y en ausencia de la policía local, el robo de urnas en 70 casillas, destrucción y quema de material electoral, desmanes de grupos armados y encapuchados, amenazas, disparos, y cinco personas asesinadas, dieron lugar al fraude y si se pensaba que se inhibiría la participación ciudadana, los electores mantuvieron la calma y con valor salieron a las urnas a manifestar su voluntad mediante el voto. El 3 de julio, fue ubicado el centro de operaciones del morenovallismo en un hotel citadino, a unas cuadras del IEE, encontrando actas originales, clonadas, y sabanas prellenadas con información alterada.
Opiniones diversas, aseguran que la imposición de Martha Érika, es el regreso del autoritarismo, la represión, las amenazas y encarcelamientos, los abusos, la opacidad, los excesos, el control y los negocios privaos al amparo del poder público. Grupos de ciudadanos han expresado su rechazo al morenovallismo, a la imposición y fraude electoral con tres megamarchas.
Los hallazgos de los “mapaches” son contundentes e irrefutables, ponen al desnudo el arcaico cacicazgo del morenovallismo en pleno siglo XXI; no obstante, en medio de marrullerías, Martha Érika recibió la constancia de mayoría por el IEE.
Morena, dignamente, impugna y se mantiene por la vía institucional a que su triunfo le sea reconocido o se proceda a la nulidad de la elección. Morena confía que será el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación quien limpie el proceso y emita una resolución en defensa del sufragio efectivo. Nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho (Benito Juárez García).