Miércoles, abril 24, 2024

Santa María de las Nieves, salida de familias pobladoras, es rescatado

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Según la tradición oral, de Santa María de las Nieves partieron 401 recién formadas familias de los señoríos de Quiahuixtlán, Tizatlán, Ocotelulco y Tepeticpac, acompañadas de frailes, para poblar el norte del país en el siglo XVI y fundar lo que hoy son los estados de Coahuila, Zacatecas, Jalisco y San Luis Potosí.

Aunque no se encuentran registros de que ese hecho histórico ocurrió precisamente en Santa María de las Nieves, ubicado en el municipio de San Juan Totolac, Tlaxcala, a unos minutos de la ciudad de Puebla, la comunidad y las autoridades municipales lo utilizaron durante mucho tiempo para realizar una ceremonia de conmemoración de aquella partida; sin embargo, hace una década la celebración se canceló por el estado de conservación que presentaba la edificación.

No obstante, Santa María de las Nieves es considerado símbolo de la identidad tlaxcalteca debido al periplo que salió en 1591, en caravana y a petición del virrey Luis de Velasco, para poblar el norte de México.

Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) intervinieron los vestigios de Santa María de las Nieves para frenar los deterioros que el paso del tiempo le generó. Desde hace poco más de cinco años, se comenzó un trabajo de diagnóstico para examinar los deterioros que presentaba y su adecuada intervención.

El arqueólogo Ramón Santacruz Cano, responsable del proyecto de restauración, explicó que antes de intervenir el edificio registraron los sistemas constructivos, debido a que estos inmuebles fueron hechos con materiales pétreos de la región unidos con argamasa de lodo como aglutinante, mismos que con el paso del tiempo perdieron su capacidad de carga y de cohesión.

Señaló que además se hicieron pozos de sondeo para detectar otros elementos arquitectónicos soterrados, lo cual permitió inferir que en superficie se encuentra 30 por ciento del conjunto arquitectónico y el restante -70 por ciento- está sepultado.

El arqueólogo mencionó que el inmueble religioso se localizaba en lo que era la ribera de los ríos Zahuapan y Totolac, que en época de lluvias se desbordaban y anegaban toda la región, por lo que el convento quedó en desuso. “Las constantes inundaciones que arrastraban tierra y lodo provocaron que con el paso del tiempo el recinto religioso quedara enterrado un metro y medio de profundidad”.

Los pozos de sondeo, agregó, también ayudaron a ubicar el muro atrial que delimitaba el ex convento y los restos de una de las cuatro capillas en la parte norte; se supone, además, las otras tres están situadas hacia los otros rumbos cardinales.

Destaca que durante los años de investigación, se hallaron 22 entierros coloniales en la nave mayor de la iglesia, en tres niveles del piso, lo cual indica que una vez que se abandonó el convento la población de Totolac lo utilizó para sepultar a sus difuntos.

Como parte de la intervención, efectuada bajo la dirección de Faridé Cuandón Alonzo, se consolidaron muros, se restituyeron faltantes, se impermeabilizó la cúpula, se sustituyó la malla perimetral, se habilitó una caseta de vigilancia y se colocaron luminarias, con el objetivo de volver a conmemorar la salida de las 401 familias.

“Se utilizaron materiales de la región que fueran compatibles y se reprodujo el sistema constructivo, muy similar a los utilizados en los monumentos arqueológicos; basta con recordar que fueron los indígenas quienes construyeron los templos y conventos usando la misma técnica de colocar piedras con argamasa de lodo”, acotó Ramón Santacruz.

En los trabajos de conservación participaron 30 personas: arqueólogos, historiadores, antropólogos físicos, restauradores, arquitectos y trabajadores. Actualmente se conservan en pie parte de la capilla con su respectiva cúpula, dos paredones de la nave mayor, tres muros de lo que pudo ser la sacristía o cocina, además de una torre exenta que dan cuenta de la grandeza de su pasado.

La historia de Santa María de las Nieves

El primer momento de ocupación del ex convento ocurrió a mediados del siglo XVI, aproximadamente en 1530, época en que llegaron los misioneros franciscanos. Se construyó una casa de visita ocupada sólo por un fraile y dos personas más. Entre 1575 y 1585, se edificó todo el convento; sin embargo, a partir de 1596, las continuas inundaciones provocaron que la comunidad se trasladara a la ladera media baja del cerro. El abandono definitivo del recinto se dio en 1806 con la construcción de la iglesia nueva de Totolac.

El inmueble está bajo resguardo del INAH y se planea abrir nuevamente a la visita controlada además de que se reactivará la ceremonia de conmemoración de aquel periplo.

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