Bashneft es la sexta compañía de Rusia en extracción de crudo y la quinta en refinación, que por decisión judicial es recuperada por el Estado, mientras que el magnate Vladimir Yevtushenkov, continúa bajo arresto domiciliario acusado de presunto lavado de dinero.
De acuerdo a información de un corresponsal de la Jornada en Moscú, la Juez, Olga Aleksandrova, en menos poco más de dos meses de que se inició la reclamación y se privó de la libertad al accionistas mayoritario del consorcio AFK, sistema que había adquirido Bashneft en 2009, aprobó la solicitud de la fiscalía de considerar operación fraudulenta la venta de las acciones a Yevtushenkov.
La fiscalía indicó que el prófugo Raúl Rajimov, hijo del entonces presidente de la república rusa de Bashkiria, Murtanza Rajimov, que había privatizado la petrolera y sus filiales petroquímicas, había ofertado a Bashneft al magnate moscovita 500 millones de dólares por debajo de su precio real.
Así lo informó también la Agencia Federal para la administración de la Propiedad Pública, considerando que el estado vuelve a poseer el 71.6 por ciento de las acciones de Bashneft, que dispone de 170 yacimientos petrolíferos y de una extensa red de 764 gasolineras en 23 regiones de Rusia.
Existe incertidumbre por la caída de Yevtushenkov quien formaba parte de la elite empresarial de este país. Se establecen dos causas, la primera que Rosneft la mayor petrolera del país había sufrido problemas por el castigo de Occidente, en materia de créditos y tecnologías para absorber crudo del Artico, le hizo una oferta por Bashneft y el empresario la rechazó. La segunda que Yevtushenkov, al poseer grandes negocios en Ucrania durante el mandato del presidente Viktor Yanukovich se incorporó demasiado al financiamiento de los separatistas, sin supeditarse al Kremlin.
Politólogos rusos afirman que esta maniobra podría servir de escarmiento para otros magnates, dejando claro que por más dinero que tengan no se tolerará que nadie actúe por su cuenta.