El Congreso de Puebla aprobó una reforma a la Ley para la Protección del Ambiente Natural y el Desarrollo Sustentable a fin de desmantelar el negocio de anuncios espectaculares que detonaron empresarios cercanos al gobierno anterior de Rafael Moreno Valle Rosas y proliferó por la falta de regulación del estado.
Varios son los apuntes que merece esta enmienda: de entrada, la imperiosa necesidad de regular para bien del paisaje urbano y de la eliminación de la contaminación visual que supone la infraestructura utilizada para montar propaganda y publicidad dirigida a automovilistas y transeúntes.
Cierto es que desde hace varios sexenios particulares e instituciones han ido incrementando los anuncios espectaculares para la difusión de sus mensajes, pero en el morenovallismo la proliferación de este tipo de instrumentos llegó a niveles verdaderamente grotescos.
Lo peor no solo es la polución mencionada líneas arriba, sino el uso arbitrario y ventajoso que desde el poder le dieron los morenovallistas a los espectaculares, tapizando con propaganda de sus candidatos casi todos los espacios disponibles en cada elección y vetando a sus adversarios del usufructo de los mismos.
Es por eso que no solo se debe desmontar este andamiaje agresivo para la buena vida urbana sino que se debe indagar el alcance de los negocios y los delitos seguramente cometidos en aras de diseminar una visión de Puebla a todas luces inexistente.