Para Abby
En el oficio de investigar, partimos con frecuencia de nuestra práctica más cotidiana y es, desde allí, que podemos sustentar la pasión que nos motiva a la práctica de investigación, más allá de avanzar en el escalafón académico, la legítima utopía de cambiar realidades desde la construcción de conocimiento transformador. Esto por supuesto, difícilmente puede hacerse en solitario. La construcción de conocimientos es siempre colectiva, en ocasiones sin preverlo, pero el quehacer colectivo de recuperar, cuestionar y generar saberes en colectivo es un acto consciente y conlleva una praxis concreta.
Al hacer investigación establecemos diálogos con diversas subjetividades con la cuales interactuamos. En esos diálogos, recuperamos historias y vivencias que las personas construyen desde sus representaciones simbólicas en la vida cotidiana, mismas que, a su vez, en el trabajo de investigación, interpretaremos también desde nuestra praxis.
Nuestra cotidianidad es nuestro lugar de enunciación de la realidad, esto nos exige la vigilancia epistemológica que sugiere el sociólogo francés Pierre Bourdieu. Y es a través de la vigilancia epistemológica, que se abre la posibilidad de que, desde el quehacer de investigación, podamos generar rupturas epistemológicas, poner en tensión teorías y categorías, con base en lo que la realidad nos interpela. Esto no podemos hacerlo en solitario. Se requiere de una comunidad y no es únicamente un apartado en una disertación doctoral, sino que es la investigación toda desde donde se entra en contacto con múltiples subjetividades y por lo tanto un universo de significaciones. Son estas significaciones en diálogo o contraste las que nos permiten aprehender la realidad para transformarla. Desde nuestra praxis generamos un proceso colectivo de reflexión común sobre la realidad que queremos transformar igualmente desde la acción colectiva.
Partimos de un dialogo permanente entre acción y reflexión para potencializar acciones reflexionadas, transformadoras, y en muchos casos emancipadoras, en el proceso de construcción social del conocimiento. Concebimos sentidos y significados al pensar la realidad, poniendo en tensión las “prenociones vulgares” y poniendo en tensión el absolutismo de algunas categorías y conceptos. Al hablar de realidad, hablamos de algo de lo que formamos parte y, por lo tanto, nos resulta un elemento constitutivo de la vida propia, esto conlleva a que el oficio de investigar, cuente necesariamente con un profundo carácter onto–epistemológico.
Resulta absurdo intentar hacer investigación sin partir de la realidad, es la realidad misma la que define las características necesarias para enunciarla, para develar los niveles de abstracción al pensarla, conocerla e intentar transformarla y generar rupturas paradigmáticas desde la colectividad investigativa. Marx sugiere su método abstracto / concreto / concreto pensado y representa la posibilidad de discurrir el movimiento permanente de la realidad social: la realidad dada dándose. Lo que dialogo y escribo hoy, al redactarlo, ya lo estamos transformando. La praxis para la construcción colectiva de conocimiento implica retos en la interacción colectiva que se establece en el proceso de investigación. Pensamos la realidad para transformarla y nos transformamos en el proceso.