Han pasado más de 10 meses desde el desastre del 19 de septiembre y a la fecha miles de damnificados en Puebla permanecen no solo en el completo abandono sino que una calamidad más se ha sumado a su tragedia: el timo, el engaño y la humillación que les perpetran los encargados oficiales de ayudarles.
En la edición de hoy presentamos un trabajo especial sobre el vía crucis que han tenido que padecer los damnificados en este tiempo, a quienes no se les cumplió ni de lejos en los plazos establecidos para que recuperaran su patrimonio. Muchos de ellos, hoy mismo, siguen viviendo y pernoctando hacinados con familiares y conocidos o, peor aún, a la intemperie.
Los motivos para la demora en la entrega de recursos y otros apoyos para los afectados por supuesto que sin injustificables y van de la negligencia a la corrupción, pues es difícil o imaginar en este país que un servidor público encargado de administrar dinero producto del erario, no busque sacar provecho para su propio bolsillo.
Seguramente hay diversos delitos configurados y con certeza los derechos humanos de los perjudicados están violados sistemáticamente, pero las preguntas obligadas son: ¿cuándo las autoridades van a ayudar en verdad a los damnificados?, ¿habrá castigo para los responsables de esta inaceptable situación?
Las respuestas a los anteriores cuestionamientos seguramente son negativas y es por eso que el cambio político que se anhela en el país, tiene que empezar por corregir los vicios más acendrados en el gobierno.