A menos de 500 metros de la pirámide de Cholula o Tlachihualtépetl –voz nahua que significa cerro hecho a mano–, en vecindad con el manantial de San Juan y sobre un subsuelo arqueológico de una ciudad milenaria ocupada de manera continua a lo largo de 3 mil años, el gobierno estatal construye un distribuidor vial, el cual es un proyecto impulsado por el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas.
Con ello, el paisaje patrimonial de San Andrés y San Pedro Cholula, entendido éste como el rostro, carácter y espíritu de un territorio con valor histórico–cultural, se verá profundamente afectado, lo mismo que la identidad cultural de sus barrios y sus pobladores.
El “proyecto” echado a andar hace una semana por el gobernador Moreno Valle consta de “un puente atirantado de concreto hidráulico sobre la recta a Cholula, una glorieta a nivel del suelo y arquitectura de paisaje, así como tres puentes peatonales y luminarias”.
Como advierte la antropóloga y defensora del patrimonio Anamaría Ashwell, la vialidad dividirá a los 10 barrios de San Pedro Cholula y destruirá la antigua traza del altépetl (cerro) mesoamericano; además, los barrios de Santiago Mixquitla, San Matías Cocoyotla y Jesús Tlatempa, que representan aproximadamente a un cuarto de la población total de la ciudad, quedarán afectados en su integración urbanística y cultural por el tráfico vehicular intenso.
La antropóloga señaló que este tipo de obras se realizan en la misma idea que la denominación de “pueblo mágico” que tiene Cholula, con la cual la ciudad se convierte “en una suerte de parque temático para atraer un turismo ramplón a quien se le inventan historias para venderles más memelas y atole en unos Vip’s con arquitectura colonial falsa y convertir el suelo en lugar de antros”.
Ashwell agregó que el distribuidor vial refleja la forma en que funcionarios han intervenido las ciudades patrimonio –como es Puebla– o las urbes milenarias –como es Cholula–. “Los gobernantes entienden el legado patrimonial sólo en un sentido utilitario. En el caso de Cholula se muestra en el racismo, en el desprecio por los pueblos indígenas cholultecas y mesoamericanos”.
“Cholula no es esta estupidez promovida por el gobernador Moreno Valle como pueblo mágico… Cholula es la gran urbe mesoamericana, una que Paul Kirchhoff creyó la ciudad sagrada comercial, contraparte terrenal de la mítica Tamoanchan. Cholula es la que cedió su llanura occidental Cuetlaxcoapa para que se construya la ciudad de Puebla en 1531; es la República de Indios de 1537 y el primer universo indígena de la Iglesia Indiana y Franciscana”.
El INAH y su permiso de “prefactibilidad”
El distribuidor vial de Cholula, según la información difundida por el gobierno estatal, cuenta con el aval del Consejo de Arqueología del INAH a nivel federal. Al respecto, la arquitecta Sonia Espinosa, integrante del Centro INAH Puebla, señaló que se habla de un permiso de “prefactibilidad”, algo que está fuera de las normas y regulaciones del instituto.
Durante una entrevista señaló que desde que se supo de la noticia algunos de los trabajadores –aquellos que se han caracterizado por defender el patrimonio– emitieron una misiva al delegado en Puebla, José Francisco Ortiz Pedraza, para conocer las especificaciones del proyecto.
“Algunos de los arqueólogos no sabían de la obra y se quedaron sorprendidos por la decisión del Consejo de Arqueología del INAH, cuando se sabe que la zona colindante es de gran valor arqueológico y se encuentra a unos 500 o 600 metros de la gran pirámide de Cholula”, dijo durante una entrevista.
Espinosa, también presidente del Comité Mexicano para la Conservación del Patrimonio Industrial, señaló que dicho permiso de “prefactibilidad” está fuera de las normas: “El INAH autoriza o no, pero parece que es una costumbre de este gobierno es hacer sus proyectos de esta forma, mientras es apoyado por un delegado coludido”.
“El gobernador Rafael Moreno Valle, y eso es innegable, va sembrando puentes de este tipo por aquí y por allá, imponiendo modas y conceptos foráneos en una carrera hacia la presidencia”, mencionó la arquitecta.
Pérdida de la identidad
Tanto para la antropóloga Anamaría Ashwell como para la arquitecta Sonia Espinosa es claro que no se necesita una obra de este tipo por varias razones: primero, porque será de gran impacto visual para una ciudad milenaria como es Cholula, por la división barrial que causará, por los daños en el patrimonio arqueológico e identitario, y porque no resolverá los problemas de tránsito en la zona.
El distribuidor, explica Ashwell, se elevará alrededor de 20 metros sobre un subsuelo arqueológico que “no debe excavarse hasta que no se pueda hacer un rescate completo y sustentable que permita exhibir los orígenes arquitectónicos de esta moderna ciudad mesoamericana”.
Señaló que el INAH “sabe que toda esta zona tiene un subsuelo arqueológico importantísimo”, como se demostró en julio de 2009, cuando en la 12 Oriente, calle ubicada en las inmediaciones de esta rotonda, fue destruido un barrio prehispánico al introducir un drenaje privilegiando los intereses de una gasolinera en zona conurbada.
Dicha ciudadela, recordó la antropóloga, contaba con estructuras piramidales, murales policromados, ofrendas y entierros, entre otras construcciones que en conjunto debieron ser las habitaciones de indígenas cholultecas durante el posclásico mesoamericano (del año 1300 de esta era en adelante). “Todo el sitio arqueológico estuvo apenas a unos metros de esa rotonda y quedó destruido. Recuerdo que nos visitaban unos profesores de universidades de Israel y de Estados Unidos y no podían creer lo que estaba viendo”.
Para Ashwell el INAH ha cambiado de una función de defensa, rescate y difusión del patrimonio cultural, a una que negocia el patrimonio por supuestas exigencias de la modernidad, la cual es definida por quienes tienen el poder y el dinero.
Sonia Espinosa coincidió en que uno de los mayores daños de la obra es que causará una pérdida de la identidad entre los cholultecas, además de la pérdida del patrimonio arqueológico debido a la cercanía con la zona arqueológica y su gran pirámide.
Agregó que la obra, que costará 195 millones 799 mil pesos, tampoco resolverá los problemas de vialidad de la 12 Oriente/Poniente debido a que más que un puente se requiere de una glorieta inteligente, como lo han planteado algunos colectivos ciclistas.
Por ahora los “trabajos” en la zona ya son evidentes: ya fue derribada la llamada fuente a Quetzalcóatl, construida en las primeras semanas de 2011 por el entonces edil de San Andrés Cholula, David Cuautli Jiménez, con un costo de 4 millones de pesos.
En su lugar, como se constató por medio de un recorrido, están los restos de la base de esa fuente y del adoquín levantado, los troncos de varios árboles que fueron arrancados, maquinaria pesada y una valla con la indicación de “Prohibido el paso”. A un costado de la vialidad, hombres trabajan en la construcción de los castillos que servirán como soporte del citado puente, que tendrá una altura de 20 metros.