Los días de holganza y descanso en diciembre tienen un efecto muy especial. Al margen del pretexto para hacer las reuniones familiares y con amistades, es una época en la que se puede tener tiempo de sobra para llevar a cabo actividades recreativas. En este sentido, la búsqueda aleatoria de información en internet se convierte en algo muy interesante.
Vagando por la red, me encontré un texto escrito por un pensador italiano llamado Antonio Gramsci (1891–1937), que el primero de enero de 1916, publicó un artículo periodístico titulado Odio il Capodanno (odio el año nuevo), fecha que históricamente estuvo marcada por la reciente entrada de Italia a la Primera Guerra Mundial (28 de julio de 1914–11 de noviembre de 1918) y cuyos números son impresionantes, pues en ella lucharon 65.8 millones de soldados, con una mortalidad aproximada de 12.5 por ciento (es decir, uno de cada ocho), promediando 6 mil 46 fallecimientos por día, en solamente cuatro años que tuvo como duración. No se puede saber el número de muertos; sin embargo, se estima que fueron entre 8 millones 500 mil, a 9 millones de soldados fallecidos.
La participación de Italia en el conflicto bélico estuvo enmarcada por posturas encontradas caracterizadas por un sentido patriótico que alentaba la intervención en la guerra y al mismo tiempo, posiciones que exhortaban a la neutralidad, criticando el apoyo. En esta actitud que rechazaba la guerra se encontraba Antonio Gramsci, quien posteriormente contribuiría a fundar el Partido Comunista Italiano.
El artículo Odio il Capodanno expresa una condena al festejo, pero sobre todo, manifiesta una crítica al conformismo social. El inicio es muy interesante y literalmente atrapa al lector… Cada mañana, cuando me despierto otra vez bajo el manto del cielo, siento que es para mí año nuevo. De ahí que odie esos añonuevos de fecha fija que convierten la vida y el espíritu humano en un asunto comercial con sus consumos y su balance y previsión de gastos e ingresos de la vieja y nueva gestión. Estos balances hacen perder el sentido de continuidad de la vida y del espíritu. Se acaba creyendo que de verdad entre un año y otro hay una solución de continuidad y que empieza una nueva historia, y se hacen buenos propósitos y se lamentan los despropósitos, etcétera, etcétera. Es un mal propio de las fechas. Dicen que la cronología es la osamenta de la historia; puede ser. Pero también conviene reconocer que son cuatro o cinco las fechas fundamentales, que toda persona tiene bien presente en su cerebro, que han representado malas pasadas.
Todo el artículo es digno de leerse y se puede hallar muy fácilmente en internet1. Encontrarlo en lo personal, fue muy impactante pues claramente se puede percibir que los tiempos y fenómenos sociales tienden a la repetición cíclica, con factores constantes que nos hacen ver que evolucionamos en formas impredecibles. Tenemos retrocesos humanísticos notables, pese a que avanzamos en lo tecnológico. Socialmente somos indisciplinados y tenemos una tendencia al conformismo y a la pasividad. Crecemos bajo la óptica de que un alto consumo se refleja en una mejor calidad de vida sin serlo y vivimos atemorizados frente a un futuro que nos llena de desaliento. El panorama económico del país es deprimente; sin embargo, uno puede buscar el ajuste disminuyendo el gasto hasta lo más indispensable. Pero a lo que no podemos adaptarnos es a la inseguridad, condición que es realmente paralizante.
En este sentido vale la pena citar otra parte del documento de Gramsci en el que expresa lo que realmente deseo manifestar, a manera de exhortación por este año que se nos presenta: Quiero que cada mañana sea para mi año nuevo. Cada día quiero echar cuentas conmigo mismo, y renovarme cada día. Ningún día previamente establecido para el descanso. Las paradas las escojo yo mismo, cuando me siente borracho de vida intensa y quiera sumergirme en la animalidad para regresar con más vigor.
1 http://insurgente.org/antoniogramsciodioelanonuevo/