Es cierto, The National nos había acostumbrado a un sonido, a una cadencia y un ritmo específico. Sin embargo, pienso que esto ya no ha sido así: Sleep Well Beast remonta sobre sus inicios y sobre lo que hizo grande a la banda. El disco empieza con una buena invitación. Se abre frente a los ritmos en Day I Die.
Como toda buena narración, el disco surge de lo oscuro a partir de Walk It Back, entonces nos dicen que el disco no se trata sólo del amor, sino del pasado, de lo que se deja, se pierde, de aquello a lo que regresamos… Es más, de las formas en las que regresamos. De esta manera en The System Only Dreams In Total Darkness es una invitación patológica, no es una gran rebeldía, lo único que dice The National es: El sistema no te oye, ni te ve, ellos sólo están en lo oscuro.
Es hora de regresar a eso que podemos sentir al ver hacia atrás y cantamos “He nacido para rogar”. Lo increíble no es la letra, sino la forma en la que una sola figura de piano nos lleva por toda la canción y la manera en la que se transforma en una armonía complicada para despedirnos de esta pieza. Lo impactante de esta canción no está en la letra sino en el desplazamiento de sus sonidos.
Siempre es bueno en un disco como estos no perder la costumbre y The National sabe que tiene una carrera, nos otorgan una canción muy típica y divertida con Turtleneck hablando sobre el sexo y la fiesta, eso que hizo grande al post-punk revival. Esto es suficiente para poder regresar al lugar que se debía. “Empire Line” es eso de aquello que queremos gobernar, tener una respuesta, ejercer el poder, encontrar, hallar, aquello que estamos buscando, es cuándo sabes lo que quieres y falta saber cómo obtenerlo. Todo esto en un ritmo que a la mitad se encamina a nuevos horizontes como si esa luz que nos cegaba hace unas pistas ahora quisiera encontrar una luz. Tal vez una de las letras más extrañas es la de “I’ll Still Destroy You”, se encapsula en sonidos que nos conducen a una atmósfera interior, algo se resquebraja. Sigue con un ritmo típico del post-punk. Continúa con la trama, parece que queremos regresar a algo, que queremos entrar, que hemos vuelto sobre nosotros, al mismo tiempo que hemos estado enmascarandonos. La metáfora de la casa y la familia continúa.
Ha llegado el final, la cuenta regresiva a terminado. Ha pasado algo, algo que provoca una culpa y entonces escuchamos la suave, pegajosa y bien escrita “Guilty Party”. El insomnio, la derrota, el interiorizar las emociones es algo común del disco. No hay culpables, es que no hay algo por hacer. Y luego… La melodía de un piano y una guitarra nos llevan al final de la pieza en un contoneo con los vientos, trompetas van y vienen sin cesar en un minimalista extraordinario. Tal vez una de las mejores piezas de The National. La pieza deprimente que busca una salida triunfante. Llegamos a la respuesta “Carin at the Liquor Store” hace referencia a John Cheever. Las historias aquí presentadas, algunas, hacen referencias a los relatos del escritor. La vulnerabilidad se ha hecho presente, si existe la culpa, sería de nosotros en primer instancia, es lo inevitable. La pieza termina con un acorde para guitarra, lento, melancólico y distante. La siguiente pieza “The dark side of the gym” es una historia nueva ¿o un flashback? Nos preparamos para una de las grandes piezas del disco y, bueno, “I’m gonna keep you in love with me for a while”. Esta historia de destrucción, pasión, fiesta, distancia, cambio, ha terminado y la banda ha ido cerrando cada una de las letras anteriores con esta. No sólo eso, además cada uno de los sonidos, con mucho cuidado, podemos identificar que nos recuerdan a alguna de las piezas del disco.
Este disco no propone, en realidad, algo nuevo; es la ejecución de una banda que lleva trabajando sus obras con demasiada cautela y lo han perfeccionado. Anunciaron un concierto para el siguiente año, hay una muestra de lo que puede ser en el canal de Youtube de Pitchfork. El concierto promete ser una buena noche. El disco se propone como una buena propuesta del 2017, algo bien ejecutado y limpio, bien pensado, sin querer impresionar y sin atisbos. Es uno de esos discos que se agradece frente a tanto y tanto ruido.