Jueves, abril 25, 2024

Novilladas y cartel retro

Destacamos

Hacía muchísimos años que no se anunciaban en la Plaza México festejos novilleriles al empezar el mes de marzo. De hecho, a lo largo del siglo XXI, el coso capitalino, contando desde el final de la temporada grande, permaneció cerrado hasta bien avanzado el verano, en una estrategia que parecía pensada para enfriar la poca afición que quedara en pie. De hecho, las dos últimas series de verano fueron prácticamente otoñales y casi se traslapan con las primeras corridas del ciclo mayor siguiente. Pero aparte su temprano inicio, la temporada chica de 2018 presenta otros ángulos reseñables.

En la rueda de prensa correspondiente, la empresa expuso sus razones para esta vez madrugar: un acuerdo entre empresas constituidas que, bajo el epígrafe “Soñadores de gloria”, se comprometen a organizar una serie de novilladas, previa selección de muchachos con posibilidades y deseos de sobresalir en la profesión, categorizados como “A” y “B”, de acuerdo a su grado de madurez. A su vez, las plazas clase “A”    –la México, Aguascalientes, Guadalajara y Monterrey– anunciarán, en fechas ya calendarizadas, a los que vayan descollando en las de categoría “B” –San Miguel de Allende, Tlaxcala, la Florecita, Los Azulejos, Arroyo, Tlaquepaque, San Juan del Río y Ciudad Lerdo–, en una especie de eliminatoria a culminar en octubre en la Plaza México. Loable propósito, que estimo debiera centrarse en una rápida selección de los mejores para multiplicar sus oportunidades de ir adquiriendo sitio y desarrollo a la usanza tradicional, es decir, toreando asiduamente ganado cada vez más serio. Tal como sucedía en las mejores épocas de la fiesta en México: las promesas, que probaban serlo a fuerza de arrimarse y triunfar, se curtían por fuera en las tradicionales temporadas chicas de Guadalajara y Monterrey –o más recientemente en las se daban en Acapulco, Vallarta o Puebla–y cuando llegaban a la México eran por lo general novilleros consolidados.

Veremos qué resulta del experimento. Por lo pronto, parece que hay ganaderos –Manuel Sascosse, Pepe Huerta, Sergio González entre otros–dispuestos a ofrecer sus encierros sacrificando la ganancia inmediata a cambio de prometedoras perspectivas a mediano plazo. Una postura congruente, regida por la inteligencia y el amor por la Fiesta. 

Temporada chica

Ahora bien, si la empresa capitalina esperaba que la relativa continuidad entre corridas y novilladas contribuyera a mantener enganchado al público de las primeras en beneficio de las segundas, su decepción debe ser grande: pocas veces se han visto tan desiertos los tendidos de la Monumental como en la presente serie novilleril. Esta columna ha denunciado más de una vez la suicida política de precios cada vez más altos para las localidades, pero parecería que ni ofreciendo entrada gratuita hay actualmente público suficiente para adecentar las pésimas entradas registradas hasta la fecha. Aún tendrá la administración del coso que picar mucha piedra para corregir un mal que viene de lejos. Y aguzar el ingenio con promociones innovadoras, que vayan captando el interés de la gente y haciéndoles saber al indiferente y al profano los alcances emotivos, estéticos y a menudo apasionantes de la tauromaquia bien llevada. Y bien aireada en los medios –sobre todo audiovisuales–, requisito indispensable para volver a atraer a las masas.

Panorama general

Cuando esta columna llegue a los talleres de impresión, se han celebrado los primeros tres festejos del novedoso ciclo, y hay ya bastante que contar. Sabemos de las dificultades que tienen los muchachos para encontrar un pitón, y no sería justo ni constructivo ponerle peros a su novatez, ampliamente acreditada por los que hasta el momento han desfilado por la arena de Insurgentes. Digamos, por lo pronto, que todos han derrochado voluntad, ante novillos de presentación decorosa. Lo cual habla bien de los veedores de la empresa, tanto los encargados de escoger el ganado como los dedicados a elegir chicos con posibilidades de alternar dignamente en el coso máximo. Tarea esta última realmente ímproba, dado lo escaso del material disponible, lejos como nunca los tiempos en que el problema era el inverso, de tantos aspirantes como pululaban por las oficinas de la empresa y rondaban ganaderías. La idea, ya no nueva, de solicitar a los chicos videos no editados y otros requisitos de tipo burocrático podrá corresponderse a cabalidad con los usos de la época, pero de ninguna manera aventaja a la bendita costumbre de repetir al que triunfe hasta revelar todas sus posibilidades. Aquello sí que creaba interés y partidarismos reales, y contribuía a la maduración natural de los jóvenes toreros.

Esperanzador balance

En la novillada inaugural, el domingo 4 de marzo, Isaac Fonseca enseñó cualidades que, debidamente afinadas, pueden convertirlo en una promesa sólida. No sólo posee disposición, figura y buen corte, además fue muy estimulante verlo, luego de fea voltereta, regresar al toro sin mirarse la ropa para seguirse arrimando como si nada. A estoquear se aprende, sobre todo si hay ganas y decisión de hacerse torero. Sus alternantes –José María Mendoza y Andrés Origel– no consiguieron interesar gran cosa pero tampoco hicieron el ridículo, por más que el segundo, mal aconsejado, se empeñara en robarse una improcedente salida al tercio. Los novillos de Campo Hermoso cumplieron.

En la segunda se corrieron reses de Santo Tomás, procedencia Rancho Seco. Y aunque ligeros, fueron francamente buenos, al grado de ordenarse arrastre lento, un poco alegremente, para el tercero y el sexto de la tarde. ¿No sería que le tocaron ambos al mismo chaval –José María Hermosillo– y que los planteamientos y el temple natural del novillero los hicieron lucir? Pero en general muy buen encierro, el mejor hasta ahora. Y mucho ojo con Hermosillo. El hidrocálido desató los primeros olés rotundos de la temporada, olés típicos de la Plaza México, con un toreo hondo, sabroso y largo, muy en la línea de su maestro Luis Fernando Sánchez, pero más reunido y ajustado que el de tan excelente mentor en sus años mozos. André Lagravere “El Galo” recitó la lección de corrido con suficiencia pero sin una entonación personal. Del hijo de César Pastor, primer José María del cartel, francamente esperaba más: las tandas con la derecha, apresuradas, acusaron escaso mando, pese al delicioso estilo de su novillo; y aunque toreó mejor con la zurda aún le queda mucho camino por recorrer. Lagravere y Hermosillo –que cuajó a los dos suyos, pero sólo mató bien al primero– pasearon un apéndice cada cual.

En la tercera de la temporada hubo también ganado más que aceptable –cinco de La Soledad y uno, el quinto, de Monte Caldera–, y oreja para dos de los espadas, Francisco Martínez y José Sainz. Son muchachos muy nuevos y con bastantes cosas por pulir. Martínez tiene idea y ciertas tablas, pero le falta asentamiento y le sobró zaragata entre pase y pase. Sainz, discípulo de Manolo Mejía, sigue al pie de la letra las enseñanzas de su competente mentor, incluso en lo de abusar del pico de la muleta. Manuel Gutiérrez, el primer espada, es un muchacho nervioso y demasiado bisoño; tras numerosos achuchones, su primero se le fue vivo al corral, pero de los tres es el que más despacio y largo toreó en los pocos momentos en que se sintió suelto y confiado. Las imperfecciones e incipientes vicios de los tres son corregibles, para lo cual requieren de una guía atinada, constante y concienzuda. Veremos si la encuentran o se extravían por esos vericuetos.

Conclusión provisional: José María Hermosillo pinta para cosas importantes a condición de que no suelte el hilo. El hilo del toreo caro que parece traer entre manos. Pero no desechen al resto de los muchachos, porque apenas empiezan y el arte, como la vida, es largo y está lleno de sorpresas.

¿Ficción o realidad?

Me llama al teléfono Raúl Ponce de León para informarme, con gran entusiasmo, de una corrida formal que parece del túnel del tiempo: el propio Raúl, su antigua pareja y rival novilleril Miguel Villanueva y Rafael Gil “Rafaelillo”, nada menos, con toros de una fracción de La Joya. El suceso será la noche del sábado, a partir de las veinte horas, en la “Ranchero” Aguilar de Tlaxcala capital.

Me cuesta creerlo –¿no será una broma de Raúl, que siempre tuvo humor para dar y derrochar?–. Pero por si fuera verdad voy a reservar hotel cuanto antes en la hospitalaria Tlaxcala. La extraña corrida está anunciada para este sábado 31, repito, a las 8 de la noche. Hasta me adelantó Ponce de León que entre los tres alternantes suman 206 años. Y que ya está esperándolo su terno de las grandes ocasiones: seda negra y oro viejo.

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