Para Juanga, por sus letras y devaneos
La pareja de cómicos Pompín Iglesias y Nacho Contla no eran de los mejores, pero tenían su gracia. Cuando Ignacio le reclamaba las tonterías a Pompín éste contestaba: “No pasa nada, no pasa nada”. Nunca pensaron los dos personajes que serían los teóricos de este sangriento, estancado y vituperado sexenio. Pero así es.
Del “No te preocupes Rosario” al “Alfredo Castillo sabe mucho de deporte” a “La economía va estupendamente” a pesar de que crecemos a 2 por ciento, Enrique Peña Nieto continúa en su burbuja en Los Pinos, esperando que paguen los impuestos de las propiedades de su esposa y que los jóvenes vayan a su informe de gobierno a “cuestionarlo”.
El que no da un paso atrás en su “reforma educativa”; no obstante, que hasta la Silvia Schmelkes (INEE) dice que se hicieron mal algunas cuestiones (sic que se rasca la cabeza y hasta los pies), el de Atlacomulco muestra una insensibilidad nunca vista. Producto, además, de una prepotencia fuera de serie (sic que ve un renacimiento del diazordasismo).
Amigos cercanos me dijeron hace días que en Los Pinos afirmaban que la ruta seguida hasta el momento no sólo era la correcta, sino que las críticas a la operación gubernamental resultaban parte de las envidias y la mala leche de algunos.
Empresarios, iglesia, maestros, ciudadanos desprotegidos (la mayoría de la población), prensa internacional y una lista muy larga han criticado a este inoperante y analfabeta equipo que dice gobernar al país, aunque únicamente se ha enriquecido depredando a la nación.
Frente a ese panorama, los de arriba únicamente repiten como los cómicos de hace muchos años que entonces parecían de alguna gracia: “No pasa nada, no pasa nada”. El incendio que viene los sacará de su modorra.
@jamelendez44