Jueves, abril 18, 2024

No imaginé que mi obra tuviera un despliegue artístico, dice Rodrigo Moya en el Museo Amparo

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“No imaginé que mis fotografías tuvieran este despliegue artístico y que yo me volviera a emocionar con mi trabajo”, dijo el reconocido foto periodista Rodrigo Moya (Medellín, Colombia, 1934) al presentar la serie de más de 200 imágenes originales en plata sobre gelatina y algunas copias vintage que desde este fin de semana se exhiben en el Museo Amparo –2 Sur 708, Centro de Puebla–.

Bajo el título de Rodrigo Moya México, la muestra curada por la investigadora de la UNAM Laura González despliega estas imágenes fijando su mirada en labor que el fotoperiodista hizo entre los años de 1955 y 1968, cuando trabajó para medios impresos en la Ciudad de México utilizando “una doble cámara” que le permitió realizar sus encargos y, al mismo tiempo, retratar la realidad de la urbe que transitaba a la “modernidad”.

Acompañado por el director del museo Ramiro Martínez, el fotógrafo señaló que esta exposición “lúcida y clara” se cuelga ahora en el muro después de estar durante 30 años guardada en su archivo, y “flotar” a su llegada a Cuernavaca, Morelos, ciudad a la que iba con el deseo de escribir.

“Mi pasión era la fotografía. Me había ido –a Cuernavaca– por otras intenciones. Estuve 20 años trabajando con mi esposa en ese archivo y desechando cosas inútiles o que creía inútiles: de políticos, de giras, de presidentes. Ahora me pesa haber tirado cosas pues era la filosofía de los políticos y de su cohorte.

“He seguido coleccionando y seleccionando. Esta exposición es fruto de ese trabajo. El fotógrafo de prensa no se valora y su fotografía solo vale puesta en la página, en el impreso”, consideró Moya, quien en todo momento trató de “colegas” a los reporteros y fotógrafos que se dieron cita en la rueda de medios.

De manera honesta, Moya refirió que antes consideraba que las exposiciones eran un asunto “superfluo” y por tanto se negó a participar en este tipo de proyectos, pese a las colectivas que tuvo al lado de otros reconocidos fotógrafos como Manuel Álvarez Bravo, Nacho López y Héctor García.

Ahora, continuó el fotógrafo que captó imágenes icónicas de Ernesto “Che” Guevara, al entrar en contacto con el Museo Amparo le “entusiasmó no la idea de exponer” sino la capacidad de entendimiento de Laura González, y lo llevó a considerar “a la curaduría un paralelo de la obra de arte”.

Al respecto, la curadora Laura González consideró que Rodrigo Moya es uno de los más importantes fotógrafos del siglo XX porque tiene “una capacidad de ir de la imagen a la realidad, a sacar las contradicciones y la complejidad de ella, y a hacer que el espectador la capte de golpe”.

En ese sentido, agregó que su obra se caracteriza por su “dinamismo, por su abstracción de lo urbano”, por decir qué es lo moderno y con ello hacer contemporánea a la imagen, aunque ésta remire al pasado.

“Son imágenes bellas que compone, y esto es algo propio de él. Va visibilizando, construyendo, destruyendo, materializando”.

Abundó que la exposición, misma que tras el 4 de mayo viajará al Centro de la Imagen, presenta a un fotógrafo con “dos caras”. La primera de aquel joven de 21 años que trabajó desde 1955 y durante 13 años más como fotógrafo de medios impresos reuniendo testimonios y acontecimientos de su tiempo, con una sensibilidad “compasiva y crítica con intuición para captar la realidad”.

La otra cara, acotó la investigadora, refiere al “Rodrigo de Cuernavaca”, el mismo que 30 años después retomó su archivo, tiró y dejó fotografías.

“Este es un grupo de fotos de las cuales solo son las de México. Hay otros proyectos que dejan ver su trabajo periodístico en Latinoamérica. Estas fotografías muestran la complejidad del desarrollo estabilizador, del crecimiento de una macroeconomía, del paso de lo rural a lo urbano que va dejando capas sociales y sus precariedades que dejaron el camino abierto a los movimientos sociales”.

González prosiguió que la selección de más de 200 imágenes contó con la supervisión del propio Rodrigo Moya, con impresiones originales y copias vintage impresas entre los años 50 y 60 del siglo anterior, además de contactos que dejan ver el encuadre original del negativo.

Por tanto, expuso que la muestra deja ver los positivos de las impresiones, además de un video con una entrevista al fotoperiodista, vitrinas con publicaciones y la edición de un folleto.

Asimismo, indicó que Rodrigo Moya México está comprendida en cinco núcleos temáticos: la primera, Ciudad, está dedicada a mostrar el contraste modernidad–tradición, que se deja ver en la arquitectura y su paso hacia las unidades habitacionales y los edificios modernos; y el segundo, Periferia, tienen que ver con el barrio y la tierra, con aquello que Moya retrata de la realidad.

El tercero, Campo, es un núcleo centrado en mostrar el cambio de la economía mexicana, de lo rural a lo urbano; el cuarto, Conmoción social, sobre los campos producidos entre los años 50 y 60 que provocarán “un desfase, una falla estructural, una devaluación” que llevaría al peso mexicano a pasar de 8.46 pesos a 12.50 pesos por dólar, un cambio vigente durante 22 años y que significó un alza del 44 por ciento de todo, provocando la movilización de los obreros, los trabajadores ferroviarios y maestros.

Por último, aparece Escena: teatro, cine, danza, sobre la relación del fotógrafo con las artes escénicas a través de los proyectos Poesía en voz alta, impulsado por Juan José Arreola y Octavio Paz, y el primer Concurso de cine experimental suscitado en 1965 y en el que participó en filmes como Tajimara, del director Juan García Ponce, y Lola de mi vida, de Miguel Barbachano Ponce.

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