La más reciente encuesta de Buendía y Laredo (publicada en El Universal, 24 de noviembre) señala, extrañamente, que las preferencias ciudadanas aumentaron a favor de Enrique Peña Nieto siete puntos, de agosto a la fecha, por lo que su porcentaje de aceptación llegó a 42. Decimos que es rara dicha cifra, ya que otros periodistas mencionan diversos estudios donde lejos de repuntar, el inquilino de Los Pinos baja.
Entre las razones que se esgrimen para la subida en las preferencias, se dice que la fuga de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, se va diluyendo y que los programas sociales gubernamentales avanzan entre la población; no se habla nada respecto de la famosa Casa Blanca, investigación que continúa ganando premios.
En el más reciente número de Proceso (2038), la portada apunta que “Todos sabían…” que el narcotraficante se iba a escapar, de acuerdo con reportes de Mexicoleaks- la firma de colaboración con esta agencia precipitó, no se olvide, la salida de Carmen Aristegui de MVS-. Y quizá la revista fundada por Julio Scherer no tiene muchísimos lectores, pero si gran importancia en la vida política.
Además, los programas sociales del actual gobierno están más bien entrampados y no desplegados. La llamada reforma educativa, por citar un caso, que aparentemente no tendría problemas, ya empezó a tropezar, pues en Michoacán sólo acudieron el 35 por ciento de los profesores a la evaluación. Y en Veracruz se utilizó la fuerza pública excesivamente contra mentores, periodistas y población civil; nuevamente Javier Duarte presenta su cara represiva, justamente a los 20 días de haber lanzado como globo aerostático una ley de protección a los informadores (je,je,je).
Pero aceptemos que la investigación mencionada está en lo correcto.
En la citada evaluación hay otros datos importantes.
Pone como punteros para el 2018 a Miguel Ángel Osorio Chong con 23 por ciento; en seguida a Margarita Zavala con 22 por ciento y luego a Andrés Manuel López Obrador con 20 por ciento. Es la primera vez en meses que el dirigente de Morena aparece en tercer lugar, ya que en anteriores iba a la cabeza por mucho.
Y quizá debido a esto último, Peña Nieto censuró en tres ocasiones, dos aquí y una en el extranjero, el llamado populismo. También hace poco, Manlio Fabio Beltrones comentó que era necesario cambiar la ley electoral para que no apareciera tan frecuentemente López Obrador en los anuncios partidarios. A la crítica al morenista se sumaron tanto Ricardo Anaya, presidente del PAN, como Felipe Calderón, el desprestigiado ex presidente que dejó un saldo de muertos, heridos, desaparecidos y huérfanos en nuestro país que envidiaría cualquier secta islamita.
Frente a los impulsos de Manlio- quien por cierto en la multicitada indagación aparece en tercer lugar entre los pretensos tricolores- han respondido con sendos artículos Sanjuana Martínez (Sin Embargo, 23 de noviembre), llamándolo “Don Beltrone”, y Carlos Puig (Milenio, 24 de noviembre) censurando que este personaje traiga a colación la moral de los políticos siendo que el sonorense aprobó todas las leyes que hoy desea cambiar para cerrarle el paso a un opositor. Y hubo varios analistas más que sacudieron al tricolor.
Frente a otra de las críticas a López Obrador por no desarrollar una democracia amplia en Morena, lo mismo articulistas que caricaturistas (Magú, sobresalientemente, en La Jornada, 24 de noviembre) han señalado que en todos los partidos, sin excepción, está ausente la toma de decisiones por amplias mayorías, discusión profunda de las ideas y las propuestas acabadas para los tiempos de crisis que vivimos.
Curiosamente en el más reciente artículo del nuevo dirigente del PRD, Agustín Basave (El Universal, 23 de noviembre), se plantea que la organización negroamarilla debe estar abierta a las coaliciones para derrotar al PRI. Algo que debe preocupar a más de un oficialista.
En una colaboración de Raymundo Rivapalacio (Eje Central, 23 de noviembre), se dice que 53 millones de pobres viven en zonas urbanas, algo que preocupa al sistema encabezado por el PRI, y por ello se desea evitar que los medios de difusión continúen emitiendo los mensajes sencillos y directos del motejado Peje.
Si además sabemos que los jóvenes que ni estudian ni trabajan, de 20 a 24 años, aumentaron del 22 por ciento en 2012 al 25 por ciento en este año (Editorial de El Universal, 24 de noviembre), la situación es más que preocupante para la administración peñista.
Tiempos de nerviosismo y confrontación.
@jamelendez44